EL PROFETA Y LA PROFECIA I

EL PROFETA Y LA PROFECIA I

Lectura: Efesios 4:11.

El don de la profecía como manifestación del Espíritu, y el oficio de profeta como Ministerial dado por Jesús, es algo tan serio que en el Antiguo Testamento había escuelas de profetas para instruir a quienes tenían el llamado de parte de Dios, y muchos de los que profetizaron en nombre de Dios sin ser enviados por Él eran lapidados hasta la muerte. 

Por la declinación moral del sacerdocio bajo Elí y sus malvados hijos hizo que Samuel sintiera la inspiración de formar una «escuela de profetas». Allí los jóvenes, mayormente los levitas, se entrenaban para enseñar la ley de Dios al pueblo. Había una de esas escuelas en la ciudad de Rama, presidida por Samuel, y a la cual huyó David cuando Saúl lo buscaba para matarlo.
En ese lugar estuvo por algún tiempo. Parece que había otra escuela en Gilgal, pues Samuel menciona a una compañía de profetas. En los días de Elías y Eliseo, se hacía referencia a los hijos de los profetas, que vivían juntos en Gilgal, Bethel y Jericó. Estas escuelas eran, sin duda, para la enseñanza y estudio de la ley y la historia de Israel, y en ellas se cultivaba también la música y la poesía sagradas.
La Escritura Sagrada vino a ser una parte importante del trabajo de los profetas. A estos jóvenes se los preparaba mental y espiritualmente para ver que estuvieran en capacidad de ejercer una mayor influencia para el bien del pueblo. Todo lo que está escrito en el Antiguo Testamento y parte del nuevo fue producto de palabras dadas por el Espíritu Santo en inspiración a la vida de los profetas, y que estos hicieron recopilación de ellas.


¿Que son tiempos Proféticos y Apostólicos?
>Estos tiempos no tiene nada que ver con la proliferación de Profetas y Apóstoles. Según los escritos del Apóstol Pablo, estos tiempos se determina por una Iglesia que tiene un carácter formado, en el conocimiento y en la doctrina de lo que los Apóstoles aprendieron, dijeron y establecieron, de lo que los profetas anunciaron en la antigüedad aunado de lo que aprendieron de Jesús. Caminar en tiempos Proféticos y Apostólicos es: Vivir, pregonar, anunciar, vociferar, y defender la doctrina que Jesús dejo en sus discípulos, y que en ellos se complementó por instrucción e inspiración del Espíritu haciendo registro De lo que los Profetas anunciaron con anticipación.
“…edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, 21en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; 22en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu” Efesios 2:20.22.
“Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, 11escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. 12A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo;…” 1ª Pedro1:10.12.
Es difícil que una Iglesia que no tenga una mente renovada y edificada por la palabra se pueda mover en tiempos proféticos y apostólicos. Para moverse en estos tiempos hay que tener una mente profética y apostólica, y para tener este tipo de mente se requiere tener los pensamientos de Jesús, y para tener los pensamientos de Jesús hay que conocer la Palabra.

>Tiempos proféticos tampoco es la proliferación de profecías dadas a nuestra propia merced o capricho humano, ya que la profecía es de fuente espiritual. Todo aquel que se levante profetizando de parte de Dios, y la fuente e inspiración de la profecía no desciende de Él, el tal no será tomado por inocente. Su vida quedara estancada, cercenada de la bendición de Dios.
“Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare. Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta. El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre, a quien yo no le haya mandado hablar, o que hablare en nombre de dioses ajenos, el tal profeta morirá” Deuteronomio 18:18.20.
El Espíritu de la Profecía.
Cuando hacemos referencia al espíritu de la profecía, estamos es pensando en el carácter y naturaleza de ella. Por tanto, ninguna profecía que sedé de parte de Dios viene a estar en contra del carácter y naturaleza de Él, ya que Dios es la fuente de la profecía. El Profeta no solo está llamado a declarar la voluntad y los designios de Dios en una Palabra, sino que viene a mostrar su carácter en una Palabra profética. Por esta causa el Apóstol Juan dijo probad los espíritu, y precisamente se refirió a profecía. Pablo dijo que la profecía debe ser juzgada.
“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios…” 1ª Juan 4:1.3.
“Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen. Y si algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle el primero. Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados. Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas; pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz…” 1ª Corintios 12:29.33.
Esto fue notorio en el caso de Moisés, Por causa de mostrar su propio carácter ante el pueblo y no el de Dios, fue desterrado y desechado por Dios como profeta. Dios le dijo que le hablara a la roca para mostrar al pueblo su gratitud y no que la golpeara, y esto fue lo que Moisés hizo, mostrar al pueblo un supuesto enojo departe Dios. 
“Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias. Entonces Moisés tomó la vara de delante de Jehová, como él le mandó. Y reunieron Moisés y Aarón a la congregación delante de la peña, y les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña. Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias. Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado” Números 20:7:12. 

>Toda profecía que redunde en prejuicio, en deshonra, y no glorifique el nombre de Dios, y que no valla de acuerdo a su carácter y naturaleza, debe ser descartada como procedencia de Dios. Toda profecía debe ser filtrada y discernida por la palabra profética de Dios. 

“Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo. Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;…” 2ª Pedro 1:16.19.


¿Qué es un profeta?

Era el ente encargado de recibir un mensaje de Dios, y era responsable de trasmitirlo a su destinatario. Los profetas en el Antiguo Testamento no solo llevaron la palabra de Dios, sino que eran consultados teniendo credibilidad y respaldo de parte Dios en sus revelaciones, por esta causa eran llamados videntes. Estos profetas eran consultados por causa de ser unas de las pocas personas en quien reposaba el Espíritu Santo en forma temporal, y por no estar la Palabra de Dios escrita como la tenemos en estos tiempos. 

“Cuando vinieron a la tierra de Zuf, Saúl dijo a su criado que tenía consigo: Ven, volvámonos; porque quizá mi padre, abandonada la preocupación por las asnas, estará acongojado por nosotros. Él le respondió: He aquí ahora hay en esta ciudad un varón de Dios, que es hombre insigne; todo lo que él dice acontece sin falta. Vamos, pues, allá; quizá nos dará algún indicio acerca del objeto por el cual emprendimos nuestro camino. Respondió Saúl a su criado: Vamos ahora; pero ¿qué llevaremos al varón? Porque el pan de nuestras alforjas se ha acabado, y no tenemos qué ofrecerle al varón de Dios. ¿Qué tenemos? Entonces volvió el criado a responder a Saúl, diciendo: He aquí se halla en mi mano la cuarta parte de un siclo de plata; esto daré al varón de Dios, para que nos declare nuestro camino. (Antiguamente en Israel cualquiera que iba a consultar a Dios, decía así: Venid y vamos al vidente; porque al que hoy se llama profeta, entonces se le llamaba vidente.) Dijo entonces Saúl a su criado: Dices bien; anda, vamos. Y fueron a la ciudad donde estaba el varón de Dios” 1ª Samuel 9:5.10.

En estos tiempos las funciones de un profeta han cambiado, ellos no deben ser consultados ya que al hacerlo sería ignorar por completo la guianza del Espíritu Santo que mora en nosotros. El profeta de estos tiempos puede exhortarnos, enseñarnos, instruirnos, con una palabra que viene de parte de Dios por el Espíritu, pero ellos siempre vendrán a nosotros nunca nosotros a ellos.

“Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesarea; y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él. Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban. Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un profeta llamado Agabo, quien viniendo a vernos, tomó el cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles” Hechos 21:8.11. 
Clasificación de los Profetas. 
Profetas Mayores: Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel. 
Profetas Menores: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías, Malaquías. 
Esta clasificación se basa, no porque su enseñanza sea menos valiosa o importante que otras, sino por la extensión de sus escritos, y el contenido cuantitativo de sus profecías. Se debe aclarar que esto es una determinación que se hizo humanamente en el mundo de la teología. 
Diferencia del profeta del Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento.
> En el Antiguo Testamento el Profeta en parte, era encargado de recibir y traer la Palabra Profética de Dios por el Espíritu para establecer doctrina, no había un canon establecido por lo tanto, Dios uso a los profetas para traer y plasmar sus mandamientos y demandas, y darle inicio a lo que pasaría hacer la ordenanzas de un pueblo que estaba sin dirección. Entre estos Profetas fue contado Moisés quien recibió departe de Dios los mandamientos, leyes, ordenanzas; para la nación de Israel. Éxodo 20:1.17. Deuteronomio 5:1.21. Números 12:1.8. 
>Otros fueron usados por Dios para traer y hacer volver a un pueblo que estaba disperso y alejado de los mandamientos de Dios. 
En el Nuevo Testamento el Profeta en parte vino a reafirmar, corroborar, fortalecer, y secundar la Palabra profética que se les fue iluminada dada por inspiración a los que profetizaron de ante mano. 
“Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles; si es que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros; que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio, del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la operación de su poder” Efesios 3:1.7.


NOTA: A CONTINUACIÓN ADJUNTO A ESTE ESTUDIO ESCRITO CUATRO VÍDEOS EN RELACIÓN AL PROFETA Y LA PROFECÍA. COMPÁRTELO CON TODO EL QUE PUEDAS.


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