ESTAR EN SU PRESENCIA, Y SU PRESENCIA MANIFESTADA EN MÍ, ME PRODUCE TODA LA PAZ QUE NECESITO PARA VIVIR CONFIADO.
"MI PAZ OS DEJO MI PAZ OS DOY, NO COMO EL MUNDO LA DA".
De la paz, podemos decir que forma parte de la naturaleza del Espíritu (Gálatas 5:22), es propiedad de Dios (Filipenses 4:7), es parte de las propiedades del Espíritu Santo impartidas al hombre como producto del nuevo nacimiento, y que debe desarrollar en su espíritu, formar el alma y manifestarlo en su diario vivir.
El término “paz” viene del griego “Eirene”, y del hebreo “Shalom”, que tienen que ver -desde la perspectiva teológica- con la quietud del alma.
La paz no es bonanza, la bonanza viene como producto de tener paz (Juan 16:33). La paz es endógena, la bonanza es exógena. Los prerrequisitos de la paz no son libertad de las necesidades, del dolor físico; la paz es un descansar en Dios en medio de las más grandes adversidades. La paz que ofrece el mundo está en total contraste a la paz de Dios. El mundo adquiere su paz producto de la bonanza: si hay bonanza hay paz. En Dios es todo lo contrario: la paz en Dios produce la bonanza, por esta causa Jesús dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da”. (Juan 14:27).
La paz de Dios protege al creyente de las dificultades mentales causadas por las ansiedades de la vida, al tener seguridad de que Dios provee para sus hijos y responde ante las más grandes dificultades de la vida, el creyente aprende a vivir quieta y reposadamente sin conflictos mentales. La paz de Dios se puede entender como una garantía del cuidado de Dios. (Filipenses 4:6.7)
Pablo fue tan determinante en el lenguaje de la paz que dejó escrito lo indispensable que es ella en la vida del creyente. Él dijo: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. (Filipenses 4:7)
Simplificando el pasaje lo que Pablo quiso expresar fue: “La paz de Dios es tan determinante que nos hace vivir confiado en medio de las malas circunstancias aunque no entendamos nada”.
Jesús dijo que lo único que nos libraría de la turbación interna y de los temores es la paz de Dios en nosotros. “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”. (Juan 14:27)
La paz es producto de la fe y la confianza que depositamos en una Palabra que recibimos de Dios. Esto fue vivencia en la vida de Jesús, quien en medio de una gran tempestad -mientras sus discípulos se turbaban y llenaban de temor- dormía y descansaba en la popa de la barca. Él confiaba en las palabras que les había dicho: “Pasemos al otro lado”. (Mateos 8:24. Marcos 4:37. Lucas 8:23)
La paz es un descansar en Dios, es reposar en Él; la paz es la quietud del alma que viene como producto de la fe que depositaste en una Palabra que Dios te dio. La intervención de Dios en medio de la tempestad vendrá una vez que hayas tenido paz por causa de la fe que depositaste en su Palabra. En Dios, si no hay fe no hay paz, y donde no hay paz no hay bonanza.
La paz viene como resultado de conocer el amor de Dios a favor nuestro, esto lo describe el apóstol Juan en sus cartas.
“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor”. (1ª Juan 4:18)
El término “perfección” relacionado al amor, que aparece en el pasaje, da la idea de no conocer lo que Dios es capaz de hacer a nuestro favor por causa del amor que siente por nosotros. Debemos conocer, que Dios por causa de su amor y por el objeto de su amor -que somos nosotros-, estuvo dispuesto a abandonar su gloria y humillarse en la persona del Verbo. Si esto lo hizo antes de ser sus hijos, ¡cuanto más ahora siendo sus hijos!
Es tan determinante la paz de Dios en nuestras vidas, porque solo a través de ella podemos avanzar con determinación en medio de un mundo lleno de grandes: Inseguridad, conflictos, e incertidumbres y temores. Solo la eternidad revelará el impacto del memorable paso de fe lleno de paz que hemos emprendido hoy en obediencia a las demandas de Dios. Sigamos adelante sumergidos en la paz de Dios llenos de fe, y seremos héroes estableciendo el Reino de Dios en la vida de los hombres. /// BENDICIONES ///
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