CONMEMORACION DEL ACTO DE MI ORDENACION AL MINISTERIO DE LA ENSEÑANZA.
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Un martes 5 de febrero de 1991, fui ordenado y enviado al ministerio de maestro según lo establecido en Efesios 4:11, mediante el Espíritu Santo como el agente divino y el presbiterio (conjunto de ministros) como elementos de cooperación, encabezado por mi pastor Ángel Cecilio Bravo. Hacen 31 año de este tan honroso evento, que se llevó a cavo en presencia de una iglesia que fungía como testigo. Mil gracias doy al conjunto de deidad por escogerme, enviarme, y sostenerme en todos los sentidos en el caminar del ejercicio de dicho ministerio.
Mil gracias a mi amada esposa y a mis hijos que han formado parte del recorrer de esta tan difícil tarea como lo es la enseñanza del texto sagrado.
Gracias a quien fungía como mi pastor, quien llevo acabó este evento en fe y en obediencia a las órdenes del Señor Jesús quien es el que constituye ministerio, y lo digo por fe además de la obediencia, porque mucho fueron los que dudaron del llamado que había recibido de Jesús para la enseñanza bíblica.
Mil gracias, doy a tantos seguidores discípulos que tengo a nivel mundial, porque de no ser por ellos, no habría una razón de peso para recibir y ejercer este grandioso llamado el cual el apóstol Pablo lo cataloga como el supremo llamamiento. Gracia por que me debo a ellos, si ellos no estuvieran allí yo no estuviera aquí.
De nuevo doy gracias al Padre Eterno, al Cristo resucitado, y a mi amado Consolador, por escogerme desde antes de la fundación del mundo para este grandioso y honroso llamado, se que fuera de este recinto donde me encuentro, hay gentes con mayores capacidades que las mías, pero al conjunto de la deidad decidió en su prognosis de que fuera yo.
Gracias a la divinidad no solo por escogerme, sino guardarme y cuidarme en mi niñez desde mi nacimiento, tal como lo hizo con Jesús y Moisés, Preservarme en tantos atentados que tuve en la vida. Gracias porque sin saberlo, sin conocer que había un Dios soberano el me llevaba en sus manos, cuidándome en una niñez tan triste, llene de soledades, en el abandono de mis progenitores. Gracias al Dios Eterno, porque en ese abandono, levantó una anciana mi abuela materna para cuidarme, alimentarme, y vestirme; aun en medio de una pobreza extrema.
Gracias a mi Dios por mis hermanos, los cuales estuvieron junto a mi compartiendo tantas vicisitudes, pero en medio de ellas me brindaron su amor de hermandad, ellos fueron instrumento de Dios para amortiguar en mi niñez los momentos duros que me dios la vida.
Pido al Dios de la vida, al Cristo resucitado, el cual venció la muerte, y al Espíritu Eterno, que me den muchos años más de vida, para que me de tiempo de formar y dejar un legado, en aquellos que tomaran la antorcha en el momento de mi partida, no quero llevarme a la tumba tan valioso conocimiento el cual recibí en iluminación del Espíritu de gracia.
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