LA MORADA DEL ESPIRITU SANTO
LA MORADA DEL ESPIRITU SANTO
Lo primero que hay que tomar en cuenta, es que el Espíritu Santo nunca pudo hacer morada como habitación en las personas del Antiguo Testamento, Él sólo venía hacía la obra y luego se ausentaba, y esto lo hacía sólo en cuatro tipos de personas, para una tarea específica, para el respaldo del llamado que tenían, que son: Reyes, Profetas, Jueces y Sacerdotes. Sobre estos el Espíritu Santo sólo posaba, no moraba.
Juan 1:32-33, corrobora lo antes mencionado: “También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre Él
“Y no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanezca sobre Él...”
El término “Permanecer” refiriéndose al Espíritu Santo en la vida de Jesús, nos da indicios que sobre la primera persona en la que el Espíritu Santo vino a hacer su morada fue Jesús, luego vino a hacerlo en la Iglesia.
Tome en cuenta esta verdad que a continuación voy a describir:
>Dios Padre se denomina “Dios por nosotros”
>Dios Hijo se denomina “Dios con nosotros” Emmanuel
>Dios Espíritu Santo se denomina “Dios en nosotros”, cuando hace su morada.
Jesús dijo: “El Espíritu Santo que mora con vosotros, y estará en vosotros.”
Para que el Espíritu Santo viniese a morar en nosotros como cuerpo, primero tuvo que darse la justicia y la vida de Dios, es decir, primero tuvimos que ser justificados y vivificados, porque en la naturaleza de pecado y de muerte, Él no puede morar permanentemente en nosotros. Estábamos en total contraste con su naturaleza.
Todo esto es corroborado por Ezequiel cuando dice: “Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias, y de todos vuestros ídolos los limpiaré; os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros, y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne, y pondré dentro de vosotros mi Espíritu…” Ezequiel 36:25.27.
Para mayor comprensión de la habitación del Espíritu Santo en el creyente, debemos hacer un análisis etimológico de dos términos y conocer sus propiedades y sus valores. Estos términos son: “Morada” y “Templo”.
Morada: El verbo morar en griego es “Oikeo”, derivado de “Oikos”, que indica una casa o habitación. El término “Oikeo” que Pablo utilizó para referirse al Espíritu Santo como morador, tiene que ver no solamente con el que habita, sino con el dueño o propietario de la morada. Esto hace entender desde el punto de vista etimológico, que el Espíritu Santo no sólo vino a morar en el hombre sino que es Dueño y Señor de su morada. De no ser así, el Espíritu Santo sería un arrimado o un inquilino.
Según el testimonio de los que escribieron las Escrituras, el Espíritu Santo no es un simple morador como arrendador, no es un invasor, no está arrimado. Es el dueño de la Iglesia, que es su cuerpo, y tiene todo el derecho sobre ella.
“¿No sabéis que soy templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” 1ª Corintios 3:16.
“En quien vosotros también sois, juntamente edificados, para morada de Dios en el Espíritu. “Efesios 2:22.
“¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que Él ha hecho morar en nosotros, nos anhela celosamente?” Santiago 4:5.
Según estos pasajes, debemos entender y aceptar, que el creyente no tiene ningún derecho como morada del Espíritu para tomar decisiones con su vida sin consultar con la persona del Espíritu que es el Dueño de la morada.
En Apocalipsis se registra uno de los más grandes fenómenos que se pueden dar en contra de la comunión que debe haber entre Dios y la Iglesia. El pasaje dice: “… Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo. “Apocalipsis 3:20
No es posible entender cómo es que Cristo, siendo el dueño, Señor, y cabeza de la Iglesia está del lado fuera tocando para que lo dejen entrar. Esto se da también con el Espíritu Santo y la Iglesia; que habitando Él en nosotros y siendo Dueño y Señor de la morada, no tenga libertad en ella. El trato que la Iglesia le ha dado al Espíritu Santo como el morador es semejante al que se le da a un arrimado. Un arrimado, al pasar el tiempo estorba, cansa, obstina, roba la privacidad; y por esta causa se busca la forma de salir de él. Quizás en una forma declarada y directa no sintamos ni hagamos esto en contra del Espíritu Santo, pero nuestros hechos lo afirman, al tener poca intimidad y comunión con el Espíritu Santo, que se refleja en el hecho de tomar decisiones y hacer con nuestro cuerpo lo que queramos sin consultar con Él, siendo Él el Dueño y Señor nuestro, al tomarnos como morada.
Nunca olvidemos esta verdad, nadie puede venir a hacer con nuestra casa lo que le venga en gana, de igual manera, nadie puede tomar decisiones en nuestra vida y con nuestro cuerpo sino aquél que es el propietario de la morada. Esto es el Espíritu Santo.
1ª Corintios 6:19.20 dice: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros; el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestro, porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestros cuerpos y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”
Templo: En griego aparecen dos términos para hacer referencia a esta palabra, pasemos a definirlos:
Hieron: Se usa para hacer referencia al edificio con sus recintos y sus utensilios. Hechos 19:27. 1ª Corintios 9:13.
Naos: Este es el término que se utilizó en el Antiguo Testamento para hacer referencia al lugar Santísimo llamado El Santuario, lugar donde se encontraba el Arca del Pacto (Levítico 16:15.16). En este lugar sólo podía entrar el Sumo Sacerdote una vez al año. Esto nos muestra lo serio del asunto en cuanto a este lugar como morada de Dios. No todo el mundo podía entrar.
Pablo no sólo afirma que nosotros, como sacerdotes, tenemos acceso al lugar Santísimo, sino que somos la morada, el santuario, el templo y la casa de Dios. 1ª Corintios 3:16. 2ª Corintios 6:16. Efesios 2:21.22. Santiago 4:5.
Esta verdad parece que muchos no le han dado importancia, al vivir en una forma desenfrenada, cayendo en libertinaje, profanando el santuario de Dios.
En el antiguo testamento tenemos un ejemplo claro y la tomo como verdad paralela, en relación a la profanación, sacrilegio y abominación cometidos en el templo de Dios. Se trata del sacerdote Elí y sus hijos quienes tenían sus relaciones sexuales en el mismos altar del sacrificio e irrespetando y teniendo en poco la santidad de Dios. Por tal acción fue rechazado el sacerdocio de Elí y se procedió a la muerte de sus hijos. (1ª Samuel 2:22.35). Que me dice a mí que Dios va hacer tolerante ante tanto pecado cometido con premeditación y alevosía, donde préstamos y cedemos nuestro cuerpo que es templo del Espíritu Santo para tal acción, cometiendo sacrilegios, entrando en profanación cosa que es abominación ante el Espíritu Eterno.
Pablo es claro en el asunto, exhortando a los creyentes que viven en este estado de pecado, con el fin de que se condujeran en santidad 1ª Corintios 6:12.20.
“Todas las cosas me son lícitas (me son permitidas), mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna. 13Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo... 15¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. 16¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. 17Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. 18Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; más el que fornica, contra su propio cuerpo peca. 19¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 20Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” 1ª Corintios 6:12.20.
14No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? 15¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? 16 ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?, porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Por lo cual salid de en medio de ellos y apartaos, y no toquéis lo inmundo y Yo os recibiré...” 2ª Corintios 6:14.18.
En conclusión: La exhortación de Pablo radica en hacerle crear conciencia al creyente el peligro de tomar el cuerpo y prestarlo para la fornicación, uniéndola a una ramera, cumpliendo así el principio presentado en el Génesis el cual establece que ambos serán una carne, esto cercena por completo la vida de comunión y de intimidad con Cristo siendo Él la cabeza del cuerpo. Y por otro lado seria caer en acto de profanación y abominación ante Dios, que siendo nuestro cuerpo morada y santuario de Dios en el Espíritu le estemos contaminando con dichas acciones tan bajas, y que a su vez degradan la vida del hombre en todos sus aspectos. Salomón dijo en sus escritos. “…El que comete adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal hace Heridas, vergüenza y destrucción hallará,…” Proverbios 6:32.33.
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Lo primero que hay que tomar en cuenta, es que el Espíritu Santo nunca pudo hacer morada como habitación en las personas del Antiguo Testamento, Él sólo venía hacía la obra y luego se ausentaba, y esto lo hacía sólo en cuatro tipos de personas, para una tarea específica, para el respaldo del llamado que tenían, que son: Reyes, Profetas, Jueces y Sacerdotes. Sobre estos el Espíritu Santo sólo posaba, no moraba.
Juan 1:32-33, corrobora lo antes mencionado: “También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre Él
“Y no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanezca sobre Él...”
El término “Permanecer” refiriéndose al Espíritu Santo en la vida de Jesús, nos da indicios que sobre la primera persona en la que el Espíritu Santo vino a hacer su morada fue Jesús, luego vino a hacerlo en la Iglesia.
Tome en cuenta esta verdad que a continuación voy a describir:
>Dios Padre se denomina “Dios por nosotros”
>Dios Hijo se denomina “Dios con nosotros” Emmanuel
>Dios Espíritu Santo se denomina “Dios en nosotros”, cuando hace su morada.
Jesús dijo: “El Espíritu Santo que mora con vosotros, y estará en vosotros.”
Para que el Espíritu Santo viniese a morar en nosotros como cuerpo, primero tuvo que darse la justicia y la vida de Dios, es decir, primero tuvimos que ser justificados y vivificados, porque en la naturaleza de pecado y de muerte, Él no puede morar permanentemente en nosotros. Estábamos en total contraste con su naturaleza.
Todo esto es corroborado por Ezequiel cuando dice: “Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias, y de todos vuestros ídolos los limpiaré; os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros, y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne, y pondré dentro de vosotros mi Espíritu…” Ezequiel 36:25.27.
Para mayor comprensión de la habitación del Espíritu Santo en el creyente, debemos hacer un análisis etimológico de dos términos y conocer sus propiedades y sus valores. Estos términos son: “Morada” y “Templo”.
Morada: El verbo morar en griego es “Oikeo”, derivado de “Oikos”, que indica una casa o habitación. El término “Oikeo” que Pablo utilizó para referirse al Espíritu Santo como morador, tiene que ver no solamente con el que habita, sino con el dueño o propietario de la morada. Esto hace entender desde el punto de vista etimológico, que el Espíritu Santo no sólo vino a morar en el hombre sino que es Dueño y Señor de su morada. De no ser así, el Espíritu Santo sería un arrimado o un inquilino.
Según el testimonio de los que escribieron las Escrituras, el Espíritu Santo no es un simple morador como arrendador, no es un invasor, no está arrimado. Es el dueño de la Iglesia, que es su cuerpo, y tiene todo el derecho sobre ella.
“¿No sabéis que soy templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” 1ª Corintios 3:16.
“En quien vosotros también sois, juntamente edificados, para morada de Dios en el Espíritu. “Efesios 2:22.
“¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que Él ha hecho morar en nosotros, nos anhela celosamente?” Santiago 4:5.
Según estos pasajes, debemos entender y aceptar, que el creyente no tiene ningún derecho como morada del Espíritu para tomar decisiones con su vida sin consultar con la persona del Espíritu que es el Dueño de la morada.
En Apocalipsis se registra uno de los más grandes fenómenos que se pueden dar en contra de la comunión que debe haber entre Dios y la Iglesia. El pasaje dice: “… Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo. “Apocalipsis 3:20
No es posible entender cómo es que Cristo, siendo el dueño, Señor, y cabeza de la Iglesia está del lado fuera tocando para que lo dejen entrar. Esto se da también con el Espíritu Santo y la Iglesia; que habitando Él en nosotros y siendo Dueño y Señor de la morada, no tenga libertad en ella. El trato que la Iglesia le ha dado al Espíritu Santo como el morador es semejante al que se le da a un arrimado. Un arrimado, al pasar el tiempo estorba, cansa, obstina, roba la privacidad; y por esta causa se busca la forma de salir de él. Quizás en una forma declarada y directa no sintamos ni hagamos esto en contra del Espíritu Santo, pero nuestros hechos lo afirman, al tener poca intimidad y comunión con el Espíritu Santo, que se refleja en el hecho de tomar decisiones y hacer con nuestro cuerpo lo que queramos sin consultar con Él, siendo Él el Dueño y Señor nuestro, al tomarnos como morada.
Nunca olvidemos esta verdad, nadie puede venir a hacer con nuestra casa lo que le venga en gana, de igual manera, nadie puede tomar decisiones en nuestra vida y con nuestro cuerpo sino aquél que es el propietario de la morada. Esto es el Espíritu Santo.
1ª Corintios 6:19.20 dice: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros; el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestro, porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestros cuerpos y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”
Templo: En griego aparecen dos términos para hacer referencia a esta palabra, pasemos a definirlos:
Hieron: Se usa para hacer referencia al edificio con sus recintos y sus utensilios. Hechos 19:27. 1ª Corintios 9:13.
Naos: Este es el término que se utilizó en el Antiguo Testamento para hacer referencia al lugar Santísimo llamado El Santuario, lugar donde se encontraba el Arca del Pacto (Levítico 16:15.16). En este lugar sólo podía entrar el Sumo Sacerdote una vez al año. Esto nos muestra lo serio del asunto en cuanto a este lugar como morada de Dios. No todo el mundo podía entrar.
Pablo no sólo afirma que nosotros, como sacerdotes, tenemos acceso al lugar Santísimo, sino que somos la morada, el santuario, el templo y la casa de Dios. 1ª Corintios 3:16. 2ª Corintios 6:16. Efesios 2:21.22. Santiago 4:5.
Esta verdad parece que muchos no le han dado importancia, al vivir en una forma desenfrenada, cayendo en libertinaje, profanando el santuario de Dios.
En el antiguo testamento tenemos un ejemplo claro y la tomo como verdad paralela, en relación a la profanación, sacrilegio y abominación cometidos en el templo de Dios. Se trata del sacerdote Elí y sus hijos quienes tenían sus relaciones sexuales en el mismos altar del sacrificio e irrespetando y teniendo en poco la santidad de Dios. Por tal acción fue rechazado el sacerdocio de Elí y se procedió a la muerte de sus hijos. (1ª Samuel 2:22.35). Que me dice a mí que Dios va hacer tolerante ante tanto pecado cometido con premeditación y alevosía, donde préstamos y cedemos nuestro cuerpo que es templo del Espíritu Santo para tal acción, cometiendo sacrilegios, entrando en profanación cosa que es abominación ante el Espíritu Eterno.
Pablo es claro en el asunto, exhortando a los creyentes que viven en este estado de pecado, con el fin de que se condujeran en santidad 1ª Corintios 6:12.20.
“Todas las cosas me son lícitas (me son permitidas), mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna. 13Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo... 15¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. 16¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. 17Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. 18Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; más el que fornica, contra su propio cuerpo peca. 19¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 20Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” 1ª Corintios 6:12.20.
14No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? 15¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? 16 ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?, porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Por lo cual salid de en medio de ellos y apartaos, y no toquéis lo inmundo y Yo os recibiré...” 2ª Corintios 6:14.18.
En conclusión: La exhortación de Pablo radica en hacerle crear conciencia al creyente el peligro de tomar el cuerpo y prestarlo para la fornicación, uniéndola a una ramera, cumpliendo así el principio presentado en el Génesis el cual establece que ambos serán una carne, esto cercena por completo la vida de comunión y de intimidad con Cristo siendo Él la cabeza del cuerpo. Y por otro lado seria caer en acto de profanación y abominación ante Dios, que siendo nuestro cuerpo morada y santuario de Dios en el Espíritu le estemos contaminando con dichas acciones tan bajas, y que a su vez degradan la vida del hombre en todos sus aspectos. Salomón dijo en sus escritos. “…El que comete adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal hace Heridas, vergüenza y destrucción hallará,…” Proverbios 6:32.33.
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Venezuela-Maracaibo-Zulia
En que momento una persona recibe el Espiritu Santo.
ResponderEliminarEl Espíritu Santo se recibe en el mismo momento que se recibe a Jesús como Señor y Salvador de nuestras vidas. Efesiso 1:13-14 dice que cuando creemos en el Evangelio de nuestra salvacion, somo ssellados con el Espíritu Santo de la Promesa.
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