EL ESFORZARNOS, OCUPARNOS Y DEDICARNOS EN LAS LABORES QUE DIOS HA CONFIADO EN NUESTRAS MANOS, ES UN PRINCIPIO DEL REINO PARA SER PROSPERADO FINANCIERAMENTE.
En las Escrituras encontramos un sinnúmero de textos que tienen relación con la pereza, la flojera y la negligencia, que traen como producto la escasez.
A continuación, vamos a transcribirlos textualmente como se encuentra en la versión Reina Valera.
Proverbios 10:4: “La mano negligente empobrece; más la mano de los diligentes enriquece”.
Proverbios 19:15: “La pereza hace caer en profundo sueño y el alma negligente padecerá hambre”.
Proverbios 20:4: “El perezoso no ara a causa del invierno; pedirá, pues, en la siega, y no hallará el fruto”.
Proverbios 20:13: “No ames el sueño, para que no te empobrezcas; abre tus ojos y te saciarás de pan”.
Debemos tomar en cuenta que Dios no trabaja con negligentes ni con perezosos. En Mateo 25:14.30, nos da un ejemplo acerca de lo importante que es dedicarse y esforzarse en el trabajo para producir y ser prosperado.
Las Escrituras afirman que un mayordomo les dio a sus siervos talentos para la producción. Al que le dio cinco, produjo cinco; al que le dio dos, produjo dos; pero al que le dio uno, no tuvo producción. A este último se le dio el calificativo de “Siervo malo y negligente”, por no producir con lo que se le dio.
La responsabilidad, el esfuerzo, la dedicación, la ocupación, la perseverancia, la diligencia, el compromiso y la abstinencia, son factores determinantes en la vida para tener éxito financiero.
Ser un mantenido pudiendo laborar, es vivir con viveza, es ser una sanguijuela, un parasito; es ser un ave de rapiña, es consumir sin producir, es aprovecharse de otros. Pablo condena estas actitudes, condena el vivir de la vagancia y lo dejó establecido en las Escrituras, y fue ejemplo en sus labores en el comienzo de su ministerio.
“Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (1ª Tesalonicenses 3:10).
“Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado. Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido. En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:33.35).
El trabajo es un principio del Plan Financiero de Dios, hasta el punto que Él mandó a trabajar seis días y a descansar uno. Hay quienes hacen lo contrario, trabajan uno y descansan seis.
Quedó establecido como principio y mandamiento de Dios, que te ganaras el pan de cada día con el sudor de tu frente, no con el sudor de el del frente (Génesis 3:19).
Dios le dijo a Josué: “Esfuérzate y se valiente”. (Josué 1:6.7)
Por lo mismo le dijo a Esdras: “Levántate y pon manos a la obra, y yo estaré contigo”. (Esdras 10:4)
El mismo caso se dio con David: “Anímate, esfuérzate y manos a la obra”. (1º Crónicas 28:20)
Debemos tomar en cuenta que Dios no le da dinero a nadie. Según Deuteronomio 8:18: “Dios te da el poder para hacer las riquezas”.
Job 1:10 dice: “Dios bendecirá las obras de tus manos”. Si tú trabajas Dios se encargará de añadir bendiciones a tus labores.
Observa que de Dios viene el poder, es decir, la habilidad, la capacidad, las fuerzas, la sabiduría para hacer riquezas; pero somos nosotros los que tenemos que obrar, ejecutar, accionar, ejercer; para que las riquezas se den.
Dios pone en nuestras manos los recursos, bien sea: un don, el conocimiento, la capacidad (desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo), un capital, una herencia, un empleo, u otros; de nosotros depende que lo pongamos a producir.
Proverbios 13:11, dice: “Las riquezas de vanidad disminuirán; pero el que recoge con manos laboriosas las aumentará”.
Proverbios 28:19, dice: “El que labra su tierra se saciará de pan, más el que sigue a los ociosos se llenará de pobreza”.
Si estamos esperando que Dios produzca milagros en nuestras finanzas sin haber hecho ningún esfuerzo y dedicación constante en las labores, estamos esperando en vano porque nunca vendrán.
No descarto que Dios pueda producir un milagro financiero en nuestras vidas, pero dicho milagro viene como resultado de la diligencia, del esfuerzo, de la dedicación y del trabajo constante, cualquiera que sea, en una forma honrada. Esto lo digo, debido a que encontramos el tipo de personas en nuestras congregaciones que quieren vivir de milagros financieros, no sabiendo que los milagros pueden venir como producto de la diligencia, la constancia y la fidelidad en lo que Dios te puso a hacer. Dios puede cambiar tu economía de un día para otro, pero todo será resultado de lo dedicado y ocupado que seas en lo que Él te llamó a hacer. Debemos salir del mundo de la fantasía, poner los pies sobre la tierra, y entender de una vez por todas que la única forma de ser prosperados honradamente en el área de las finanzas es “trabajando”.
Las Escrituras nos corroboran el principio de producir para prosperar: “Ve que van bien sus negocios, su lámpara no se apaga de noche”. Proverbios 31:18.
Nunca olvides esta verdad: La nación de Israel vivió de milagros mientras estuvieron en el desierto, cuando llegaron a la tierra prometida los milagros se acabaron, y tuvieron que trabajar.
MAESTRO: JOSÉ N. BRICEÑO.
E-mail: meejesussoberano77@hotmail.com /www.reformafm.net
Busca los estudios en videos del Maestro: José N. Briceño A. por YOU TUBE
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Venezuela-Maracaibo-Zulia
En las Escrituras encontramos un sinnúmero de textos que tienen relación con la pereza, la flojera y la negligencia, que traen como producto la escasez.
A continuación, vamos a transcribirlos textualmente como se encuentra en la versión Reina Valera.
Proverbios 10:4: “La mano negligente empobrece; más la mano de los diligentes enriquece”.
Proverbios 19:15: “La pereza hace caer en profundo sueño y el alma negligente padecerá hambre”.
Proverbios 20:4: “El perezoso no ara a causa del invierno; pedirá, pues, en la siega, y no hallará el fruto”.
Proverbios 20:13: “No ames el sueño, para que no te empobrezcas; abre tus ojos y te saciarás de pan”.
Debemos tomar en cuenta que Dios no trabaja con negligentes ni con perezosos. En Mateo 25:14.30, nos da un ejemplo acerca de lo importante que es dedicarse y esforzarse en el trabajo para producir y ser prosperado.
Las Escrituras afirman que un mayordomo les dio a sus siervos talentos para la producción. Al que le dio cinco, produjo cinco; al que le dio dos, produjo dos; pero al que le dio uno, no tuvo producción. A este último se le dio el calificativo de “Siervo malo y negligente”, por no producir con lo que se le dio.
La responsabilidad, el esfuerzo, la dedicación, la ocupación, la perseverancia, la diligencia, el compromiso y la abstinencia, son factores determinantes en la vida para tener éxito financiero.
Ser un mantenido pudiendo laborar, es vivir con viveza, es ser una sanguijuela, un parasito; es ser un ave de rapiña, es consumir sin producir, es aprovecharse de otros. Pablo condena estas actitudes, condena el vivir de la vagancia y lo dejó establecido en las Escrituras, y fue ejemplo en sus labores en el comienzo de su ministerio.
“Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (1ª Tesalonicenses 3:10).
“Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado. Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido. En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:33.35).
El trabajo es un principio del Plan Financiero de Dios, hasta el punto que Él mandó a trabajar seis días y a descansar uno. Hay quienes hacen lo contrario, trabajan uno y descansan seis.
Quedó establecido como principio y mandamiento de Dios, que te ganaras el pan de cada día con el sudor de tu frente, no con el sudor de el del frente (Génesis 3:19).
Dios le dijo a Josué: “Esfuérzate y se valiente”. (Josué 1:6.7)
Por lo mismo le dijo a Esdras: “Levántate y pon manos a la obra, y yo estaré contigo”. (Esdras 10:4)
El mismo caso se dio con David: “Anímate, esfuérzate y manos a la obra”. (1º Crónicas 28:20)
Debemos tomar en cuenta que Dios no le da dinero a nadie. Según Deuteronomio 8:18: “Dios te da el poder para hacer las riquezas”.
Job 1:10 dice: “Dios bendecirá las obras de tus manos”. Si tú trabajas Dios se encargará de añadir bendiciones a tus labores.
Observa que de Dios viene el poder, es decir, la habilidad, la capacidad, las fuerzas, la sabiduría para hacer riquezas; pero somos nosotros los que tenemos que obrar, ejecutar, accionar, ejercer; para que las riquezas se den.
Dios pone en nuestras manos los recursos, bien sea: un don, el conocimiento, la capacidad (desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo), un capital, una herencia, un empleo, u otros; de nosotros depende que lo pongamos a producir.
Proverbios 13:11, dice: “Las riquezas de vanidad disminuirán; pero el que recoge con manos laboriosas las aumentará”.
Proverbios 28:19, dice: “El que labra su tierra se saciará de pan, más el que sigue a los ociosos se llenará de pobreza”.
Si estamos esperando que Dios produzca milagros en nuestras finanzas sin haber hecho ningún esfuerzo y dedicación constante en las labores, estamos esperando en vano porque nunca vendrán.
No descarto que Dios pueda producir un milagro financiero en nuestras vidas, pero dicho milagro viene como resultado de la diligencia, del esfuerzo, de la dedicación y del trabajo constante, cualquiera que sea, en una forma honrada. Esto lo digo, debido a que encontramos el tipo de personas en nuestras congregaciones que quieren vivir de milagros financieros, no sabiendo que los milagros pueden venir como producto de la diligencia, la constancia y la fidelidad en lo que Dios te puso a hacer. Dios puede cambiar tu economía de un día para otro, pero todo será resultado de lo dedicado y ocupado que seas en lo que Él te llamó a hacer. Debemos salir del mundo de la fantasía, poner los pies sobre la tierra, y entender de una vez por todas que la única forma de ser prosperados honradamente en el área de las finanzas es “trabajando”.
Las Escrituras nos corroboran el principio de producir para prosperar: “Ve que van bien sus negocios, su lámpara no se apaga de noche”. Proverbios 31:18.
Nunca olvides esta verdad: La nación de Israel vivió de milagros mientras estuvieron en el desierto, cuando llegaron a la tierra prometida los milagros se acabaron, y tuvieron que trabajar.
MAESTRO: JOSÉ N. BRICEÑO.
E-mail: meejesussoberano77@hotmail.com /www.reformafm.net
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