Obediencia o rebeldia ante las autoridades establecidas por Dios
OBEDIENCIA O REBELDIA ANTE LAS AUTORIDADES ESTABLECIDAS POR DIOS.
> Sabemos que Dios es la fuente de la autoridad.
> Sabemos que el Espíritu Santo es la máxima autoridad en la Iglesia.
> Sabemos que los hombres que Dios ha constituido como Ministros y como el gobierno de la Iglesia son la máxima representación de la autoridad de Dios en el sistema del Reino.
También debemos tomar en cuenta, y tener muy en claro que rebelarse a uno de estos hombres es rebelarse al Espíritu Santo en forma directa, y rebelarse al Espíritu Santo es rebelarse en contra de Dios. Hechos 5:1.11.
El nivel más alto en el ámbito de la autoridad, no es recibir ni ejercer autoridad, es estar bajo autoridad. Porque el recibir y ejercer la autoridad está en proporción directa de que te hayas sometido a ella.
La autoridad que Dios delega a un hombre para un cargo específico es tan determinante que Dios nunca va a pasar por alto la autoridad que ha delegado a uno de estos hombres aunque estén equivocados.
Dios no nos hará responsables por la obediencia equivocada, sino al contrario, hará responsable a la autoridad delegada por su acción errónea, pero nosotros seremos galardonados por la obediencia a ellos.
Si tu líder, en un supuesto, te da una orden equivocada pero en su demanda no quebranta ningún principio Bíblico, ni quebranta la moral, ni la ética; no tendrás ningún problema delante de Dios en el presente ni en el día del juicio por causa de haber obedecido a una orden equivocada del líder. Él será juzgado y reprendido por Dios por abusar de la autoridad, más tú serás premiado por tu obediencia a la autoridad que Dios ha delegado en él.
Cuando Moisés se casó con la mujer cusita (descendiente de Cam), Aarón y María - hermanos de Moisés - murmuraron en contra de él, conducta que desagradó a Dios. Ellos tenían sus razones para hacerlo pero no tenían autoridad ni derecho de parte de Dios; eso era problema de Dios con Moisés, que tenía que resolver en lo personal. Aron y María tenían que mantenerse al margen, lo único que podían y debían hacer era corregirlo no murmurar.
En lo personal aprendí un principio en cuanto a mis líderes y sus errores:
“Un buen discípulo es aquel que aprende aún hasta de los errores de su maestro, pero nunca lo difama, lo critica, lo ataca, ni lo persigue”.
El caso de David es un ejemplo a seguir, no se atrevió a poner las manos en contra del ungido de Dios, independientemente de cuál fuera su conducta.
David sabía que Saúl estaba totalmente equivocado y desubicado, pero no se atrevió a rebelarse en contra del ungido de Dios, hasta el punto que expresó: “…Guárdame Jehová de extender mi mano contra el ungido de Jehová” 1ª Samuel 26:9.11.
Para David tenía tanto valor la autoridad delegada en un hombre escogido por Dios, que el simple hecho de haber cortado la orilla del manto del rey Saúl, lo consideró un acto de rebeldía, hasta el punto que se turbó en su corazón por haber hecho tal cosa. 1ª Samuel 24:4.6.
“…y se levantó David, y calladamente cortó la orilla del manto de Saúl. Después de esto se turbó el corazón de David, porque había cortado la orilla del manto de Saúl. Y dijo a sus hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él;...” 1ª Samuel 24:4.6.
En una segunda oportunidad, David se acercó a Saúl pero esta vez sólo tocó cosas que estaban aparte del cuerpo de Saúl, no algo que estuviera sobre su cuerpo. En esta ocasión se llevó la lanza y la vasija del agua que estaban en la cabecera de Saúl. David fue más cuidadoso al dirigirse al ungido de Jehová, para no atentar en contra de la autoridad.
“…Y David respondió a Abisai: No le mates; porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente? …guárdeme Jehová de extender mi mano contra el ungido de Jehová. Pero toma ahora la lanza que está a su cabecera, y la vasija de agua, y vámonos” 1ª Samuel 26:9.11.
Es lamentable decirlo, pero en estos tiempos, tenemos el tipo de persona que no se lleva lo que tienes en la cabecera, sino que te quieren arrancar la cabeza.
Pablo en una ocasión pidió perdón por la forma atrevida en la que se dirigió al Sumo Sacerdote. Él conocía muy bien los principios de autoridad, hasta el punto que citó la Escritura para salvaguardarse en el principio de autoridad que había quebrantado.
“Pablo dijo: no sabía, hermanos, que era el sumo sacerdote; pues escrito está: No maldecirás a un príncipe de tu pueblo”. (Hechos 23:5).
“No injuriarás a los jueces, ni maldecirás al príncipe de tu pueblo” (Éxodo.22:28). Algunas versiones dicen: “A los que gobiernan tu nación”
Igualmente, podemos mencionar la actitud que tomó el arcángel Miguel contra Satanás. Miguel conocía lo que es autoridad y no se atrevió a proferir juicio de maldición. (2ª Pedro 2:10.11, Judas 9)
A Satanás, siendo Lucifer, Dios lo colocó como la máxima representación de su autoridad entre las huestes angelicales; Miguel como arcángel, conociendo los principios de autoridad, con todo y que Satanás es un ser caído y por causa de su caída había perdido toda autoridad, evitó caer en el terreno de maldición, de condenación, al proferir juicio contra Satanás y acudió a la autoridad de Dios y dijo “que el Señor te reprenda”. Judas.9.
Si analizamos el contexto anterior y el subsiguiente de Judas 9, nos daremos cuenta de que el escritor viene desarrollando un tema que tiene que ver con el rechazo de la autoridad establecida, tomando como ejemplo en el aspecto negativo a las ciudades de Sodoma y Gomorra, comparándolas con Caín, Balaán y Coré, cuyos personajes cometieron actos de rebeldía.
En contraste a esa rebeldía, pone como ejemplo al arcángel Miguel que fue prudente en el momento que fue confrontado por un ser que en un tiempo fue su autoridad, no tomo decisiones a la ligera sino que acudió a quien tenía toda la autoridad, esto es, Dios para así cumplir con los principios y mantenerse al margen. 2ª Pedro.2:10.11.
“…no obstante, de la misma manera también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores. Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda. Pero éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales. ¡Ay de ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré.” Judas: 8,12.
Otros de los grandes ejemplos que tenemos referente a la autoridad lo está en el caso de Moisés, Aarón y Hur. Dice la Biblia que hubo un momento de guerra y cuando Moisés levantaba la mano el pueblo prevalecía y viceversa. Viendo esto, Aarón y Hur buscaron una piedra para que él se sentase y se afirmase, luego le levantaron los brazos. Si observamos bien el pasaje, no se metieron con la vara que tenía Moisés en la mano, que representa la autoridad delegada de Dios, sólo levantaron sus brazos, porque ellos sabían que la vara funciona en las manos de quien Dios la ponga. (Éxodo 17:8.12).
En nuestros tiempos es todo lo contrario, tenemos casos de gente que te busca una piedra pero no para que te sientes y te afirmes, sino para atravesártela para que te caigas, y luego en vez de levantarte la mano donde tienes la vara, lo que te quieren es quitar la vara. (Éxodo.17:8.12).
Ten esto presente: Nunca trates de tomar la vara que representa la autoridad, a menos que Dios te la dé, la vara funciona en las manos de quien Dios la ponga.
¿Se puede servir a Dios sin estar sujeto a la autoridad, ni haber sido constituido?
Claro que sí, pero Dios nunca aprobará dicho servicio. El ejemplo más claro lo tenemos en el caso de Nadab y Abiu hijos de Aarón, quienes siendo sacerdotes ofrecieron fuego que para Dios fue extraño por causa de no haber sido constituidos para tal ceremonia. Ellos eran sacerdotes pero no sumos sacerdotes. Note que el incensario fue el mismo, el fuego también, la ceremonia en su totalidad fue la misma, pero quienes la estaban llevando a cabo no estaban autorizados ni constituidos por Dios para tal fin, y esto fue lo que a Dios le extrañó. No trates de hacer para Dios nada, si Él no te ha constituido.
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