LA FUERZA DE LA REGENERECION

LA FUERZA DE LA REGENERECION.
El término “Regeneración” indica llevarte al género original que tenías antes de caer en Adán si la posibilidad de volver a caer. (Tito 3:5).
Regeneración viene del griego “Palingenesia”, que indica “Hacerte de nuevo”. La “Regeneración” no es aplicable al remiendo, o a la reestructuración, somos nuevas criaturas, nunca antes habíamos existido para Dios. Por esta causa el término “Nuevo” que Pablo utilizó en 2ª Corintios 5:17 para hacer referencia al nuevo nacimiento es “Kainos”, que indica lo que viene a ser por primera vez.
Kainos: Tiene que ver con lo que nunca ha existido. De modo que nosotros no tenemos pasado para Dios, en Él somos un presente y nos proyectamos hacia un futuro; para Él las cosas cuentan desde el mismo momento en que creímos. 

La regeneración vino como producto de una obra vicaria.
El término “vicario” no aparece en las Escrituras, por ende no es bíblico, es un término teológico utilizado para describir a Cristo como un sustituto, y de allí se deriva lo que se conoce teológicamente como “Obra Vicaria”. 

Antes de entrar en el tópico acerca de lo que es un vicario, y lo que es una obra vicaria, voy a tratar el tema de Cristo como el postrer Adán:

El término “postrer” indica uno semejante al primero, siendo el último sin posibilidad de que haya un tercero. Éste es el término que utilizó el apóstol Pablo en la carta que escribe a los Romanos, y la primera carta a los Corintios.
“Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. 46Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. 47El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. 48Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. 49Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial”. (1ª Corintios 15:45.49)

“12Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. 13Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. 14No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir. 15Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo. 16Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación. 17Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia 18Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. 19Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. 20Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; 21para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro. (Romanos 5:12.21)

El pensamiento de Pablo, cuando menciona a Jesús como el postrer Adán en forma recíproca o bilateral, estriba en que todo lo que Jesús en calidad de hombre logró hacer, Adán estaba en la posibilidad de hacerlo. Así como Jesús en su humanidad, a causa de su obediencia, condenó al diablo, se podía dar la posibilidad de que Adán en su humanidad a causa de su obediencia en forma oportuna, cuando fue tentado, emitiera condena a Satanás, enviándolo al infierno a causa de su obediencia.

El otro acto recíproco en semejanza a Jesús como el postrer Adán, es que Adán era un ser mortal e inmortal. Mortal porque podía morir, inmortal porque no estaba sujeto a la muerte. Si Adán no hubiera cedido a la tentación, por su obediencia hubiera pasado del estado de inmortalidad al estado de inmortalidad eterna, quitándose la posibilidad de morir a causa del pecado, restándole a Satanás el derecho de volver a tentar Adán a causa de su eterna inmortalidad. Pero Adán cedió a la tentación y pasó de un estado de mortalidad a mortalidad eterna, estando sujeto a la muerte.

El estado probatorio por el cual Adán pasó en el huerto del edén a causa de su obediencia, le daba la posibilidad de pasar del estado de inmortalidad al estado de inmortalidad eterna, o por lo contrario del estado de mortalidad al estado de mortalidad eterna, que fue en el que cayó por su desobediencia.

Lo que hizo posible que Dios sacara al hombre del estado de mortalidad eterna, con todo y que el estado de muerte es eterno, es que el hombre pecó en el tiempo, caso contrario al diablo, que pecó en la eternidad. 

En el caso de Jesús como el postrer Adán, por igual era mortal e inmortal; Jesús por ser mortal por causa del estado de pecado que Dios puso sobre Él en la cruz, murió tanto física como espiritualmente; pero, por causa de su obediencia al cumplimiento de la ley y los mandamientos de Dios, fue justificado y vivificado en el espíritu, resucitándolo de entre los muertos, pasando al estado de inmortalidad eterna, condenando al diablo y destinándolo para el infierno. 

Por causa de lo que Jesús hizo en su obediencia como el postrer Adán, todos los que creen en Él, por fe en la gracia de Dios, se les concede el estado de inmortalidad eterna, pasando a gozar de dicho estado en forma integral y absoluta cuando venga la resurrección aunado al traslado de la Iglesia. 
La Obra Vicaria define un acto realizado o sufrido en favor de otro, para que los beneficios del acto se transfieran al beneficiario. 

El término vicario indica una sustitución; se dice de alguien que ocupa un lugar dejando de ser beneficiado para que otro sea beneficiado. Cristo murió no solamente a favor nuestro, sino en lugar nuestro; Él fue hecho maldición por nosotros (Romanos 5:6.8; Gálatas 3:13).

El término “vicario” está en contraste del sicario, el vicario entrega la vida, el sicario la quita. Jesús manifestó ser el Vicario de Dios. 

“Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas”. (Juan 10:14). 

El término vicario tiene que ver y es aplicable a un mediador.
Mediador: Del griego “Mesites”, “uno que va entre”, se usa en el N.T y se aplica a uno que media entre dos partes con vista a conseguir paz. 

El término mediador es aplicable a aquel que posee la naturaleza y propiedades de aquel ante quien actúa (Dios) y que asimismo participa de la naturaleza de aquellos en favor de los que actúa (el hombre).

Para ser un vicario ante Dios a favor del hombre, debía poseer la Deidad en conjunto con la humanidad, porque sólo así podría abarcar las demandas del uno y las necesidades del otro. Además, las demandas y las necesidades podían hallar su satisfacción sólo en aquel que siendo sin pecado, se ofreciera a sí mismo como sacrificio en favor de los pecadores, llevando el pecado de ellos. Estas demandas sólo se dieron en un ser llamado teológicamente como el Theanthropos (Dios Hombre), manifestado en la persona de Jesucristo.

“Porque hay un solo Dios, y un solo “mediador” entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”. (1ª Timoteo 2:5)

Por cumplir Jesús el papel del Mediador “Mesites”, en la cruz se llevó a cabo lo que se conoce teológicamente como el “Misterio del Cambio”.

En 2ª Corintios 5:21, se declara este misterio: “Al que no conoció pecado por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en El”.

El término “Pecado” que aparece en el pasaje gramaticalmente es un sustantivo que presenta el pecado como estado, no es un verbo que denomina el pecado como obras, Jesús no hizo pecado, Dios lo “Hizo Pecado”.

El pecado que entró en Jesús se dio por imputación y en esto está la diferencia con el pecado de Adán, que entró por obras. Esto indica, que el pecado que Dios puso en Jesús no lo hizo un pecador, lo hizo el pecado de la humanidad.

Por esta causa, Dios no juzgó en la Cruz a un hombre pecador, Dios juzgó a un hombre cargado de pecado, haciendo juicio sobre el mismo pecado; por lo consiguiente, Dios no trató a Jesús como un pecador sino como el pecado mismo o como el germen del pecado, pasando a ser una maldición, muriendo como un maldito (2ª Corintios 3:21).

“Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)”. (Gálatas 3:13)

“Si alguno hubiere cometido algún crimen digno de muerte, y lo hiciereis morir, y lo colgareis en un madero, no dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado;…” (Deuteronomio 21:22.23) 

Como en la Cruz se dio el Ministerio del Cambio, y Él fue mi mediador (Mesites), mi sustituto, de la misma manera y con la misma fuerza, propiedad y autoridad que Dios imputó el pecado sobre Jesús, imputó la justicia sobre mí.

Cristo se llevó mi estado de pecado, pero Dios me dio su estado de justicia (2ª Corintios 5:21).

De la misma manera como Dios vio a Jesús como el germen del pecado, me ve a mí como la justicia misma. 

De la misma forma como Dios puso el pecado en Jesús y lo declaró culpable, puso sobre mí su justicia y me declaró justo e inocente.

Por esta causa corroboro lo antes dicho, que aun cayendo en el pecado más horrendo o más degradante de este mundo, por causa del misterio del cambio y de la sustitución que se dio en la cruz, dejaré de ser santo pero no dejaré de ser justo. Esto indica que no hay obras de pecado en este mundo que me condene.

“Como está escrito: No hay justo, ni aun uno;… Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los Profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”. (Romanos 3:10.25)

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