II)El llamado al ministerio es selectivo

II)El llamado al ministerio es selectivo.

En una acción mientras Alejandro Magno se transportaba en un pequeño bote, la diadema (corona) real cayó de su cabeza al océano, un marinero diligente salto al agua y la recuperó para su rey. Para mostrar su gratitud Alejandro le dio al marinero un talento de oro y luego lo hizo ejecutar por haberse atrevido a colocarse la corona real en la cabeza mientras nadaba devuelta al bote, ya que esa corona cualquiera no era merecedora de llevarla. 

El mismo principio se da con el don Ministerial, no todo el mundo es merecedor de el. El llamado al Ministerio se caracteriza por una selección, es un grupo selecto y minúsculo que Dios escoge y elije dentro de aquellos que llamo a la salvación. Dios no llama a todos para ser Domata o conferirles un don Ministerial, es un porcentaje muy pequeño que son honrados con este llamado. 

En Hebreos 5:4 dice: “Nadie toma para sí esta honra sino el que es llamado por Dios”.

Efesios 4:11 dice: “El mismo constituyó a unos (no todos) apóstoles...etc.” Esto indica que cualquiera no es Ministro porque el Ministerio no es cualquier cosa.

En cuanto al llamado hay tres tipos de llamado.

I) El que los hombres hacen.

II) El que el hombre se hace así mismo, es decir el que se auto llama.

III) El que Dios hace.

En cuanto a estos tres tipos de llamados, debemos estar seguros si fue Dios quien nos llamó. Todo ministro reconocido bajo la cobertura de un presbiterio apostólico debe estar claro y seguro que quien le comisiono para tan honrosa tarea no fue una organización humana, sino una constitución divina. 

En el aspecto personal en relación al llamado debes tomar en cuenta, que nunca te debes ofrecer para el Ministerio y menos te inventes un ministerio, por lo general, Dios siempre llama y envía a los que se niegan. De esto, tenemos ejemplos en las Escrituras.

>El caso de Moisés que no quería asumir el llamado dando las más grandes excusas para no ir pero con todo eso Dios lo llamó.

>El caso de Jonás, que hizo una huida total en una embarcación al sentido contrario del lugar de su llamado, se rehusó pero a él fue a quien Dios llamó. 

>En el caso de los Discípulos, no tenían ni la remota idea de lo que es un Ministerio todos estaban en sus labores. Pedro en la pesca, Leví (Mateo) cobrando Impuestos, Pablo que era un alguacil ejecutaba las órdenes del Sanedrín. Observe que en el momento que fueron llamados estaban en sus labores, ninguno de ellos se imaginaba que Dios en Su Providencia los había escogido para el Ministerio. Así es el caso nuestro, Dios en Su Voluntad es el que escoge para el Ministerio, deja que sea Él quien te llame, no aceptes el llamado de los hombres, no te llames tú mismo, ni te ofrezcas para el Ministerio. Acuérdate que en el Ministerio no hay lugar para los que se ofrecen. En el Ministerio no hay ofrecidos hay elegidos. 

El otro caso es, que Dios no responde bajo ningún aspecto o circunstancia por aquellos que se auto llamaron o por los que los hombres llamaron. Dios es responsable por todo aquel que llamo, capacito, y envió. 

Carlos H. Spurgeon el príncipe de los predicadores en una ocasión dijo: “Dios respalda al que llama, el que se infiltre que se las arregle como pueda”. Una persona que se ofrece o se auto llama, no tiene derecho para la exigencia.

He pasado momentos difíciles en el Ministerio, en lo económico, por causa de enfermedad, tentaciones, y Dios ha sido fiel al llamado que me hizo librándome de todas ellas. 

En un supuesto negado que Dios me dejara padecer, por causa del pacto Ministerial y del llamado que me hizo en lo personal tengo derechos a hacerle exigencias a Dios porque yo no me metí en el Ministerio Él me llamo, y esta es la ventaja de ser llamado y no de auto llamarse ni atender el llamado de los hombres. El que llama es fiel para responder a los que llama. 

¿Quién hace el llamado?

Dios es el que llama. En Efesios 4:11 dice: “Y Él mismo (refiriéndose a Jesús) constituyó...” observe que quien constituye es Jesús.

En Hebreos 5:4 dice: “Nadie toma para sí esta honra sino el que es llamado por Dios”. Aunque en este texto se está haciendo referencia al Sacerdocio, pero se puede aplicar a los Ministerios tomando encuesta el principio.

El llamado es tan de Dios que Pablo en Filipenses 3:14 se refiere al Ministerio como el “Supremo llamamiento”.

El término “Supremo llamamiento” del griego es o demuestra “El más grande de los llamados”. Esto indica que dicho llamado solo lo puede hacer Dios por la naturaleza del llamado, solo un ser supremo puede hacer un supremo llamado. Por esta causa debemos entender, que no hay un llamado en este mundo más grande que el que Dios hace, no hay mayor autoridad que la que recibimos de Dios, no hay mayor posición en la que Dios nos ha colocado. 

El hecho de que como Ministro abandonemos el llamado que Dios nos ha hecho y dejemos lo que Él nos mandó hacer, es no estar seguro en el lugar de preeminencia en el cual Dios nos ha colocado y nos ha confiado. Nada en este mundo puede sustituir el llamado que Dios nos ha hecho. Ni el dinero, ni la fama, ni el estatus social; entre otros.

Cuando todas estos bienes y posiciones me desubica del lugar donde Dios me ha colocado, es una forma de deshonrar a Dios y a su vez es el camino fácil al fracaso en cuanto a lo de Dios se refiere. Por nada cambies el don que Dios te dio y el llamado que Dios te ha hecho; honra a Dios y Él te honrará a ti.

En una ocasión la Reina de Inglaterra le ofreció al conocido predicador y pastor Carlos H. Spurgeon, la oportunidad de ser canciller de la República teniendo que dejar el Ministerio de Pastor. 

El Pastor Spurgeon en forma muy segura y acertada le contestó: “Yo agradezco la oportunidad que usted me está dando, pero no puedo bajar de puesto” 

La Reina le hizo una observación y le dijo: “Usted está loco, como va a comparar el ser pastor con una cancillería” 

A lo cual le respondió: “Tiene razón mi Reina estaría loco si lo comparo, pues el cargo que usted me ofrece es de este mundo y tiene su fin, pero el llamado que he recibido de Dios viene del cielo y tiene galardones que son eternos”

Ten en cuenta esta verdad. Nada de lo que el mundo te ofrece vale más que el llamado que Dios te ha hecho. 

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