LOS PADECIMIENTOS DE JESÚS PRIMERA PARTE.
Vamos a dar inicio a la narración de los padecimientos de Jesús, paso a paso, comenzando desde su estadía en el Getsemaní, para que tengamos una clara percepción del costo que tuvo nuestra salvación.
Getsemaní: Era una pequeña propiedad cercada por un huerto, entre árboles frutales y varios arbustos, que se encontraba al pie del monte de los Olivos. El término “Getsemaní” en sí, significa “prensa de aceite”, y aplicándolo a la vida de Jesús en Getsemani, fue por lo que Él pasó, su alma fue totalmente procesada, desmenuzada, para que tuviera lugar la obediencia.
En Getsemani, Jesús no sólo fue tentado por el diablo, también fue probado y confrontado por Dios. En la carta a los Hebreos nos refleja este cuadro que fue difícil para Jesús.
“Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruego y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia.” Hebreos 5:7.8.
En el caso de la tentación satánica yo resisto al diablo en fe confiando en la Palabra de Dios y él huirá de mí; pero ¿cómo resistimos a Dios? ¿Cómo confrontar y vencer al que todo lo puede? La oración de Jesús en el Getsemaní, consistía de dos partes:
“Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”
El ”…pasa de mí esta copa”, registra el deseo de Jesús, el cual no fue escuchado por el Padre, el “…pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”, registra el total quebrantamiento, y el acceso de la voluntad de Jesús en obediencia al Padre.
Esta segunda etapa es la que registra el escritor de los Hebreos cuando escribe: “... fue oído a causa de su temor reverente.” Esto fue lo que Dios escuchó de Jesús, y tomó en cuenta en la oración, porque estaba en sus designios que pasara por el vía cruces. Lucas 22:42. Hebreos 5:7.8.
Ser confrontado por Dios no es cosa fácil. Él, en su mayoría, te va a pedir que hagas lo que no quieres hacer, y que dejes de hacer lo que te gusta hacer.
El encuentro con Dios y su voluntad produce grandes conflictos en el alma, que nos llevan a intensas agonías, teniendo luchas internas que sólo nosotros podremos librar.
En lo personal, he aprendido que cuando soy confrontado por Dios, siempre tomo la mejor decisión, ceder mi voluntad a la suya. Por mucho que me duela desprenderme de las cosas, entiendo que nada en este mundo tiene tanto valor como el hacer la voluntad de Dios.
El Getsemani era un lugar donde Jesús frecuentaba para orar (Lucas 21:37. Juan 18:2). En la mayoría de los casos, Él lo hacía solo, dejaba a sus discípulos al pie del monte de los Olivos y entraba al huerto del Getsemaní a orar.
El día que Jesús fue entregado y tomado en manos del Sanedrín, fue tan decisivo que Él no subió solo al huerto, sino que tomó a tres de sus discípulos para que estuviesen cerca de Él, e intercedieran con Él.
Cuando Jesús expresa: “¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?” (Mateo 26:40), señala la necesidad que tenía de una intercesión a causa de su agonía; Él se sentía solo, quizás un poco confundido totalmente turbado y angustiado, por todo lo que le sobrevenía. Comenzó a sentir una agonía psíquica hasta el punto que exclamó: “Tengo una tristeza que me está causando la muerte.” Así lo expresa el texto original. El término agonía del griego es “Agonia”, que indica una extrema tensión emocional y angustia. Lucas 22:44.
Según algunos historiadores, Cristo oró en la forma más humillante, como lo hacía todo judío, se postraba sobre sus pectorales y su rostro en tierra, tanto fue el sufrimiento producido por esta agonía, que la Biblia describe su sudor “Como grandes gotas de sangre”.
Cabe resaltar y tomar en cuenta, que el término utilizado para “gotas de sangre”, es thromboi-haimatos, que indica una sangre espesa, coagulada.
La historia médica registra algunos casos, en los que la intensa agonía mental se ha visto acompañada de la transpiración de sangre, producida por la ruptura de vasos sanguíneos como consecuencia de la presión sanguínea por una subida de tensión.
Esta sudoración de sangre, es efecto de una reacción por la sangre que se retira del corazón en casos de extremo pavor; al agudizarse el clímax de la agonía por el conflicto mental, la sangre se viene en tremendo rebote hacia la periferia, haciendo saltar las plaquetas y colándose, finalmente, a través de la epidermis, para producir así la sudoración de sangre, conocida en términos médicos como “Hemohidrosis” o “Hematridosis”.
Sin lugar a dudas, esto, clínicamente, pasó en la vida de Jesús, hasta el punto que sólo Lucas registra tal acontecimiento como médico (Lucas 22:44).
Era tanta la agonía por la que Jesús pasó, que en medio de ella Dios tuvo que enviar a un ángel para confortarle. El término confortar indica: Darle ánimo a alguien que está a punto de claudicar en una misión que se le ha encomendado. Confortar indica dar asistencia para recobrar fuerzas.
Así podemos deducir que la aflicción y la agonía de Jesús eran tan intensas, que si Dios no envía al ángel para confortarle es posible que Jesús no hubiese podido superar la prueba.
La soledad es uno de los más grandes enemigos para alcanzar el éxito, Jesús en el Getsemaní no pudo ser asistido por el Espíritu Santo, no tuvo apoyo de la deidad ni siquiera sus discípulos intercedieron por Él, estaba solo en total abandono. Dios en ese momento fue el enemigo de su voluntad al ser confrontado por Él. Jesús sabía que la mejor opción era ceder su voluntad a la del Padre. Sólo así fue librada su alma.
La traición.
Judas fue uno de los discípulos que estuvieron con Jesús, fue en quien más confiaba, hasta el punto que se le entregó la responsabilidad del tesoro (Juan 12:4-6) lo llamó amigo término que en griego indica camarada, y tiene que ver con sociedad, con intimar, entrega, confianza, bondad, uno que comparte tus cosas incluyendo tu recámara. Mateo 26:50.
La traición, cuando viene de un ser querido duele mucho más porque es un acto inesperado; sólo los que han pasado por la traición pueden entender lo duro que fue esto para Jesús (Salmo 41:9) y cómo esto se aunó a sus aflicciones.
Pero aunado a esto, tenemos la traición de uno de sus discípulos, el cual lo negó con maldición, este es el caso del apóstol Pedro. CONTINUARAAAÁ.
MAESTRO: JOSE N. BRICEÑO A.
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