MINISTERIO INTERNACIONAL DE LA ENSEÑANZA Y LA EVANGELIZACIÓN.
" JESÚS SOBERANO SEÑOR"
DR. MAESTRO: JOSÉ N. BRICEÑO A.
TEMA:EL VIVIR EN FE ES UN LLAMADO DE DIOS
El primer llamado que Dios nos hace es el llamado a la
salvación, el según es el llamado a la santidad y el tercero entre otros es el
llamado a vivir en fe, el llamado a la santidad y a la fe no es una sugerencia,
es un imperativo un mandamiento. Quien no atienda y entienda estos llamados no
califica para otro tipo de llamado. El llamado a la santidad y a la fe encierran principios
recíprocos, es decir, la santidad es un principio complementario de la fe, y la
fe es un principio complementario de la santidad, se deben una a la otra. En
relación con la fe, en la
carta a los hebreos está registrado el vivir en fe como un llamado en forma
imperativa y continua. Analicemos el pasaje.
“Por tanto, nosotros también,
teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo
peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que
tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y
consumador de la fe…” hebreo 12:1.
Como
verdad circunstancial no debemos olvidar que la carta a los hebreos fue escrita
a un grupo de judíos que abandonaron el judaísmo por causa del cristianismo, y
que estaban sufriendo persecución por ser considerados herejes y blasfemos. Se
corría el riesgo, de que los judíos convertidos al cristianismo vieran dicha
persecución como procedencia de Dios en castigo por el abandono de sus
creencias y prácticas judías. Quien le escribe la carta, le insta a no
abandonar la carrera que comenzaron poniendo su mirada en aquel que fue
vituperado, flagelado, condenado, y asesinado por su propio pueblo (los
judíos), por causa de sus creencias que estaban en contraste con las
tradiciones judías. Cabe destacar que, aunque esto fue escrito bajo una
circunstancia específica, se debe tomar y aceptar como una verdad trascendental
en forma imperativa, como mandamiento a todo hijo de Dios cuya fe y fidelidad a
Dios sea puesta a prueba por circunstancias adversas.
En este pasaje, el escritor a los Hebreos
nos insta a todo los cristianos a correr una carrera que se denomina: “La carrera de la fe”. Según la
ilación del pensamiento -tomando como base el capítulo once, el que escribe nos
visualiza en un gran estadio donde tenemos como espectadores a personajes que
corrieron dicha carrera de la fe y que nos dan ánimo y testimonio según su
propia experiencia, de que sí se puede correr en fe, porque Dios es fiel a sus
promesas.
Hay quienes enseñan que esta “gran nube de
testigos” que nombra el capítulo doce, son el mundo que nos rodea, y otros
alegan que son los ángeles, negando que son los personajes nombrados en el
capítulo once, alegando que los muertos no pueden ser testigos. Esta posición
es totalmente desvirtuada, herrada, fuera del contexto bíblico por razones que
voy a presentar a continuación:
El término “Por tanto” que aparece en el comienzo del capítulo se conoce
gramaticalmente como una preposición que indica una continuidad de lo que se
venía diciendo, es un “por
consiguiente”. El afirmar que la nube de testigo que se nombra en el
capítulo doce es el mundo que nos rodea o los ángeles, quebranta el principio
de interpretación denominado la “ilación
del pensamiento”, ya que en el capítulo anterior no se hace mención del
mundo ni de los ángeles.
No debemos olvidar que quien escribe,
está presentando a los testigos bajo una figura retórica denominada
“apóstrofe”, que es cuando se le dan cualidades
humanas a personas que no están presentes o que incluso ya han fallecido.
“La
gran nube de testigo” que presenta el escritor de los hebreos en el capítulo
doce, no son meros observadores en la tribuna, curiosos por ver cómo nos
desempeñamos, sino que son todos los “héroes de la fe” nombrados en el capítulo
once, que están como espectadores animándonos a que corramos sin detenernos, ya
que ellos corrieron la carrera y lograron sus objetivos por fe. Son aquellos cuyas vidas y acciones dieron testimonio del valor y efecto de
la fe, y cuya fe queda registrada en la Escritura.
El término testigo que utilizó el escritor para
hacer referencia a dicho testigo es del griego martures que indica uno que da
testimonio mediante su muerte. Denota a uno que puede certificar o certifica
aquello que ha visto u oído, o conoce. Es un grupo de
valientes que estuvieron dispuestos a entregar la vida para dar testimonio de
su fe en los principios del reino eterno. Cabe destacar, que el pasaje dice,
que Conforme a la fe murieron
todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos y
creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre
la tierra. Murieron en fe a favor nuestro, para que nosotros que corremos esta
carrera si seamos testigo de las evidencias que se darán en fe. Esos
testigos son héroes de la fe que nos instan a correr y no desmayar en medio de
las situaciones adversas, porque la meta que es Cristo, no nos defraudará ni
nos fallará, cumpliendo a cabalidad sus bendiciones y promesas la cuales están
registradas en su Palabra y que las miramos con el cristal de la fe.
Debemos tener en claro que correr “la
carrera de la fe” no es una opción, sino que es nuestra única opción. Vivir en
fe es absoluto para poder ver la gloria y la presencia de Dios manifestada en
nuestras vidas. Jesús le dijo a Marta: “Si
crees, verás mi gloria” (Juan 11:40), y en la carta a los Hebreos se
describe este principio.
“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque
es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador
de los que le buscan (en fe)”. (Hebreo 11:6)
Vivir una vida en temores, dudas y ansiedades,
es como vivir en las pasiones de la carne. Pablo dice que los que viven
conforme a la carne no pueden agradar a Dios (Romanos 8:8), y el escritor de
los Hebreos dice que sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6); tanto
el carnal como el incrédulo tienen un denominador común, que ninguno de los dos
pueden agradar a Dios. Es tan letal y nocivo para la vida espiritual vivir en
las pasiones pecaminosas como el vivir sin fe y dejarse arrastrar por los
temores, dudas, y ansiedades, es como estar en desagrado de Dios. Estar en el
desagrado de Dios es caminar en desgracia, es estar fuera del favor de Dios, es
vivir de migajas, es caminar en las misericordias de Dios. Nosotros como hijos
de Dios fuimos llamados a caminar y a gozar de la abundancia de Dios en su
gracia, y eso sólo es posible obtenerlo por fe.
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