MOTIVOS PARA VIVIR EN FE

MOTIVOS PARA VIVIR EN FE. 

a) Es un llamado de Dios.

En la cartas a los hebreos está registrado el vivir en fe como un llamado en forma imperativa. Analicemos el pasaje:

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…” (Hebreo 12:1). 

Como verdad circunstancial no debemos olvidar que la carta a los hebreos fue escrita a un grupo de judíos que abandonaron el judaísmo por causa del cristianismo, y que estaban sufriendo persecución por ser considerados herejes y blasfemos. Se corría el riesgo de que los judíos convertidos al cristianismo vieran dicha persecución como procedencia de Dios en castigo por el abandono de sus creencias y prácticas judías. Quien le escribe la carta, les insta a no abandonar la carrera que comenzaron, poniendo su mirada en aquel que fue vituperado, flagelado, condenado, y asesinado por su propio pueblo (los judíos), por causa de sus creencias que estaban en contraste con las tradiciones judías.

Cabe destacar que aunque esto fue escrito bajo una circunstancia específica, se debe tomar y aceptar como una verdad trascendental, en forma imperativa, como mandamiento a todo creyente cuya fe y fidelidad a Dios sea puesta a prueba por circunstancias adversas.

En este pasaje, el escritor de los Hebreos nos insta a todo los cristianos a correr una carrera que se denomina: “La carrera de la fe”. Según la ilación del pensamiento -tomando como base el capítulo once-, el que escribe nos visualiza en un gran estadio donde tenemos como espectadores a personajes que corrieron dicha carrera de la fe y que nos dan ánimo y testimonio, según su propia experiencia, de que sí se puede correr en fe, porque Dios es fiel a sus promesas.

Hay quienes enseñan que esta “gran nube de testigos”, que nombra el capítulo doce, son: el mundo que nos rodea, y otros alegan que son los ángeles, negando que son los personajes nombrados en el capítulo once, alegando que los muertos no pueden ser testigos. Esta posición es totalmente desvirtuada, herrada, fuera del contexto Bíblico por razones que voy a presentar a continuación:

El término “Por tanto” que aparece en el comienzo del capítulo se conoce gramaticalmente como una preposición que indica una continuidad de lo que se venía diciendo, es un “por consiguiente”. El afirmar que la nube de testigo que se nombra en el capítulo es el mundo que nos rodea o los ángeles, quebranta el principio de interpretación denominado la “ilación del pensamiento”, ya que en el pasaje anterior no se hace mención del mundo ni de los ángeles.

No debemos olvidar que quien escribe está presentando a los testigos bajo una figura retórica denominada “apóstrofe”, que es cuando se le dan cualidades humanas a personas que no están presentes o que incluso ya han fallecido.

“La gran nube de testigo” que presenta el escritor de los hebreos en el capítulo doce, no son meros observadores en la tribuna, curiosos por ver cómo nos desempeñamos; sino que son todos los “héroes de la fe” nombrados en el capítulo once, que están como espectadores animándonos a que corramos sin detenernos, ya que ellos corrieron la carrera y lograron sus objetivos por fe.

Esos testigos son héroes de la fe que nos instan a correr y no desmayar en medio de las situaciones adversas, porque la meta, que es Cristo, no nos defraudará ni nos fallará, cumpliendo a cabalidad sus bendiciones y promesas, la cuales están registradas en su Palabra y miramos con el cristal de la fe. 

Debemos tener en claro que correr “la carrera de la fe” no es una opción, sino que es nuestra única opción. Vivir en fe es absoluto para poder ver la gloria de Dios manifestada en nuestras vidas. Jesús le dijo a Marta: “Si crees, verás mi gloria” (Juan 11:40), y en la carta a los Hebreos se describe este principio. 

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan (en fe)”. (Hebreo 11:6)

Vivir una vida sin fe, en temores, dudas y ansiedades, es como vivir en las pasiones de la carne. Pablo dice que los que viven conforme a la carne no pueden agradar a Dios (Romanos 8:8), y el escritor de los Hebreos dice que sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6); tanto el creyente carnal como el incrédulo tienen un denominador común: que ninguno de los dos pueden agradar a Dios. Es tan letal y nocivo para la vida espiritual vivir en las pasiones pecaminosas, como el vivir sin fe y dejarse arrastrar por los temores, dudas, y ansiedades.

El vivir en dudas, temores, ansiedades, preocupaciones; es estar en el desagrado de Dios, es caminar en desgracia, es estar fuera del favor de Dios, es vivir de migajas, es caminar en las misericordias de Dios. Nosotros como hijos de Dios fuimos llamados a caminar y a gozar de la abundancia de Dios, y eso sólo es posible obtenerlo por fe.

b) La fe es parte de la naturaleza de Dios. No vivir en fe es vivir en contra de lo que Él es.

La carta a los Hebreos dice que Dios hizo el Universo por la Palabra, y que sustenta el Universo por la Palabra. En ambos casos el término griego que se utilizó fue “Rhema”, que indica una palabra dictaminada en fe.

“Por la fe entendemos haber sido constituido el Universo por Palabra (Rhema) de Dios…” (Hebreos 11:3).

Igualmente dice: “Dios sustenta toda las cosas con la palabra (Rhema) de su poder” (Hebreos 1:3).

El verbo “sustentar” que aparece en el pasaje, viene del griego “Fheron”, que indica: el acto de sostener como con el puño todas las cosas creadas, de forma que si la suelta todo se volvería a la nada, todo sería un caos.

La idea es dar a entender que aquel por medio del cual fueron creadas todas las cosas, es también el mismo por quien son conservadas, esto es: por una palabra creativa y sustentadora llena de fe; es decir, “sustentar” no sólo tiene que ver con la creación, sino con el mantenimiento de lo creado, y todo se da por fe.

La verdad y el sentido del mensaje radican en que la creación y el sostenimiento de lo creado se dieron y se dan por un “dictamen de fe”. 

Por todo lo que hemos analizado desde el punto de vista etimológico, haciendo referencia al término “Rhema” y “Fheron”, Dios por naturaleza es fe. 

Por otra parte, Jesús hace referencia a la fe de Dios. Según las versiones modernas de la Biblia, en Marcos 11:22, Jesús dijo: “Tened fe en Dios”; pero en el texto original no lo expresa de esta forma, sino que dice: “Tened la clase de fe que tiene Dios”. 

Hebreos 11:3 dice: “Dios hizo lo que se ve, de lo que no se veía”.

El Apóstol Pablo, en la carta a los Romanos, alega que “Dios llama a las cosas que no son, como si fuesen” (Romanos 4:17).

Si tomamos en cuenta las características y los valores de estos textos, tendremos como indicativo, sin duda alguna, que Dios por naturaleza es fe y opera en fe.

Por otra parte, hay que entender que todas las demandas de Dios son hechos cumplidos en Él: debemos ser santos, porque Él es santo; de la misma manera debemos vivir en fe, porque Dios es fe. 

No hay cosa que desagrade más a Dios que el hecho de que vivas dudando de Él. No creerle a Dios es alegar que Él es un mentiroso, y el Apóstol Juan dice que “de Dios no procede la mentira”. 

“…el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado…” (1ª Juan 5:10).

“…ninguna mentira procede de la verdad” (1ª Juan 2:21).

c) La fe en la Palabra es el complemento del Espíritu.

Al decir que la fe en la Palabra es el complemento del Espíritu, nos referimos a que el Espíritu Santo sin una Palabra confesada en fe, no podrá llevar a cabo en nosotros su obra.

En el griego existen tres términos para hacer referencia a la “Palabra” que son: Logos-Logion-Rhema.

Logos: Es el pensamiento de Dios, una declaración del conjunto de los pensamiento de Dios, un discurso, plática, dichos de instrucción, una palabra escrita, un testamento.

Logion: La declaración divina directa de Dios a los profetas, reyes y sacerdotes. El contenido de la ley de Moisés. En su sentido más completo 

Logion: Es el Oráculo de Dios; es la voz audible de Dios.

Rhema: Es una palabra específica y determinante confesada en fe.

Éste es el término que Pablo utilizó para hacer referencia a “La Espada del Espíritu”. Aquí la referencia no es a la Biblia entera como tal, sino a una porción de la Palabra, que se me ha revelado en el espíritu e iluminado en el alma, y en un momento determinado -para librar una situación o un conflicto especifico y determinante- la confieso en fe (Efesios 6:17).

Observe que el pasaje dice: “La Espada del Espíritu”, indicando que nosotros sólo la confesamos en fe, pero quien la ejecuta es el Espíritu Santo, produciendo Él los resultados. Por esta razón afirmamos que la fe en la Palabra es el complemento del Espíritu. Sólo la fe en la Palabra es lo que mueve al Espíritu. A Dios no lo mueven lágrimas de resignación e impotencia, a Dios lo mueve la fe en su Palabra.

La fe en una palabra que Dios dijo es tan determinante como complemento para la manifestación del Espíritu, que ni la condición de pecado en la que un individuo esté, detiene la manifestación de la unción cuando alguien deposita la fe en la palabra que dijo, Dios siempre honrará la fe de los oyentes en una palabra que alguien dijo independientemente sea su condición de vida. Por esta causa ahora usted va a entender, por qué Dios usó grandemente a hombres en el ejercicio de su ministerio en la condición de pecado en la que estaban, hasta que el pecado fue expuesto la luz. 

Hay un punto que debemos dejar muy detallado para evitar el “Fideísmo”, (rama de la Epistemología), el cual declara y afirma que: La Verdad tiene su fundamento en la fe, no la fe en la Verdad. 

Bajo esta creencia surgió el “Fideista”, que es la persona que deposita su fe en la fe. Su creencia no está depositada ni en la Verdad ni en la razón; sino en la fe. Esto es todo lo contrario a lo que enseñan las Escrituras. 

Es bueno haber aclarado este punto para evitar que se levanten Fideistas en nuestras congregaciones, que en vez de depositar su fe en la Verdad de la Palabra, la depositen en la fe de ellos o en la fe de otros. Hacer eso es quitarle el lugar que le corresponde a la Palabra como complemento de la fe, y es entrar en el campo de la herejía y de la apostasía. 

d) La fe es una fuerza espiritual que nos mantiene firmes e inconmovibles ante los ataques, por muy fuertes que sean. 

El Apóstol Juan dice que nuestra fe en Dios es la que nos sostiene y nos mantiene para vencer al mundo. La fe en una Palabra que Dios haya dicho, es lo que nos hará inconmovibles ante los ataques del enemigo o las situaciones adversas que vienen de la vida. Jesús le dijo al tentador, las tres veces que fue tentado: “Escrito está”. Es la fe en lo que está escrito, de lo que Dios dijo, lo que nos sostendrá. 

“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe…”. (1ª Juan 5:4) 

Pablo dijo: “El justo por la fe vivirá”. Lo que indica: “subsistirá, se mantendrá firme ante los ataques de la vida”. 

“He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá”. (Habacub 2:4)

“Más el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma”. (Hebreos 10:38)

e) La fe está entre las armas que Dios le dio al creyente y es la de mayor utilidad. Es vital para las demás armas y de ella dependen las funciones de las otras. 

Cuando analizamos el capítulo seis de la carta que el apóstol Pablo escribe a los Efesios -haciéndoles referencia a las armas-, en el aspecto gramatical nos podemos dar cuenta que de la fe depende las funciones de las demás armas, y esto se puede entender tomando en cuenta el término “Sobre todo”. Esto indica que no hacer de la fe un estilo de vida, es vivir desprovisto de la fe como arma, y a su vez, neutralizar las funciones de las demás.

“Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe…”. (Efesios 6:13.16) 

f) Vivir en fe es hacer de Dios la única fuente de provisión, y esto indica darle a Dios el primer lugar.

Darle a Dios el primer lugar en nuestras vidas es la máxima expresión de fe que podamos tener ante Su presencia. En nuestra vida de fe, Dios debe ocupar el primer lugar. En oportunidades acudimos a Dios cuando hemos agotado todos los recursos y no vemos resultados; y Él, por misericordia, nos atiende y nos auxilia.

Esto se dio en el caso de la mujer del flujo de sangre, que por ignorar y no conocer a Jesús, se desvió de la fuente y buscó otras opciones que le llevaron a gastar todo lo que tenía, al ver el fracaso, como última instancia, acudió a Jesús.

En nuestro caso es muy diferente, nosotros tenemos a Jesús, conocemos a Dios, somos templo del Espíritu Santo, entonces ¿por qué dejar a la Deidad en segundo lugar o como última opción?

“Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote”. (Marcos 5:25.29).

Debemos conocer claramente la diferencia que existe entre la fuente y el medio:

La Fuente es de donde proceden todos nuestros recursos, es lo que suple y cubre todas nuestras necesidades.

La Fuente es de donde emanan las cosas, es de donde se deriva todo lo creado, y de donde proviene toda la existencia. Es la misma sustancia.

La Fuente es lo absoluto, lo verdadero, lo que no cambia, no mengua, no falla, no se devalúa, lo inefable, lo ilimitado, es lo que se mantiene en sí mismo, es lo independiente y autosuficiente.
Si estas verdades las llevamos a nuestras creencias, nuestra fuente es, y debería ser, Dios. Nadie debe ocupar su lugar.

El Medio es el elemento o canal que Dios usa para bendecirnos, y que está sujeto a cambios. En naturaleza, es todo lo contrario a la fuente.

Jesús en una de sus enseñanzas ilustró y mantuvo esta verdad, exhortando y reprendiendo a sus discípulos acerca del afán y la ansiedad, porque con dichas acciones estaban negando en lo absoluto el que ellos estuvieran haciendo de Dios su única fuente.

El término “Afán” que aparece en el pasaje que a continuación vamos a estudiar, proviene del griego “Merimnao” que indica: ansioso, perturbado, congojado; que en su más amplio mensaje encierra: extremadamente preocupado. 

“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán…” (Mateo 6:25.34) 

Debemos observar que el término: “Hombres de poca fe” que aparece en el pasaje, está antes y después del término “No os afanéis”, indicando la fuerte reprensión que Jesús hace a sus discípulos por el afán; y a su vez demostrando el contraste excesivo que hay entre la fe y el afán.

Lo otro que debemos tomar en cuenta es que lo expresado por Jesús cuando dijo: “Porque los gentiles buscan todas estas cosas”, está en total contraste a lo que un participante del Reino debería hacer. Toda persona aliada al Reino debería buscar primeramente los beneficios del Reino, y entender por fe, que todas las demás cosas le vendrán por añadidura, porque él es parte del Reino.

Otra observación es que el término “gentiles”, en su mayoría se utiliza en las Escrituras para hacer referencia a los paganos e incrédulos perversos, gente que estaba ajena al Reino, que no tenían relación con Él, ni tienen su mentalidad. El mensaje y la reprensión de Jesús está en que como miembros del Reino, no deberíamos dejarnos dominar por el afán, sino deberíamos en una actitud de fe ocuparnos del Reino. 

En la interrogante que Jesús hizo cuando expresó: “¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestir?”, en escala de valores quiso dar a entender que todas las cosas que Dios creó, las hizo por causa del hombre, no hizo al hombre por causa de las cosas.

Dios no hizo Adán en un desierto y después le hizo la provisión. Dios hizo la provisión pensando en el hombre, indicando que para Dios el hombre es de mayor valor que las demás cosas creadas. El hombre es la corona de la creación.

Cuando nos centramos en esta verdad que está implícita en el mensaje de Jesús, no hay lugar para el afán. Entenderemos que por la fe, podemos descansar en el cuidado de Dios que es nuestra fuente. El Apóstol Pedro entendió esta verdad y lo dejó plasmado en las Escrituras cuando dijo: “Echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros”. (1ª Pedro 5:7)

El Rey David hizo de Dios su fuente. A pesar de que estaba en una dispensación diferente a la nuestra y en una posición espiritual caída, con toda seguridad, en una mentalidad de Reino, expresó: “Joven fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan” (Salmo 37:25).

Aprendamos esta verdad y nunca renunciemos a ella: No le demos a Dios el segundo lugar, no lo tengamos como nuestra segunda opción. Él, como la fuente, debe ser nuestra única opción. Bendiciones,bendiciones, beeendiciones

MAESTRO: JOSÉ N. BRICEÑO A.

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