MINISTERIO INTERNACIONAL DE LA ENSEÑANZA Y LA EVANGELIZACIÓN.
“JESÚS SOBERANO SEÑOR”
PROGRAMA: PALABRA DE ILUMINACIÓN.

DR. MAESTRO: JOSÉ N. BRICEÑO A.

TEMA: NEUMATOLOGIA.

SEGMENTO # 2

ASUNTO A TRATAR:  

CONCEPTO DE NEUMATOLOGÍA.
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El termino neumatología, es un palabra compuesto del griego “Neuma” = “Espíritu” y “Logia” = “Estudio”.
La Neumatología es la ciencia que se encarga de estudiar todo lo relacionado con el mundo de los espíritus incluyendo a la persona del Espíritu Santo. La Neumatología estudia en cuanto a los espíritus: Su naturaleza, carácter, propiedades, valores, sus obras y operaciones.
En cuanto al Espíritu Santo, la Neumatología es considerada parte de la Teología sistemática, que estudia todo lo relacionado a la persona del Espíritu de Dios, como parte del conjunto de la deidad.
Este estudio se basa en el análisis de sus propiedades y virtudes, su naturaleza, características, personalidad, valores intrínsecos, sus operaciones y sus obras. Comenzaremos este estudio analizando el término espíritu desde el sentido etimológico.
ETIMOLOGÍA DEL TÉRMINO ESPÍRITU.
El término hebreo para designar esta palabra es “Ruach”, su equivalente en el griego es “Neuma”, mientras que en latín es “Spiritus”. Estos términos tienen un significado en común, tales como: viento, aliento, respiración, soplo.
En nuestro texto sagrado, se utilizan para hacer referencia a cualquiera de estas acepciones. Sólo tomando en cuenta el pensamiento del emisor o del que escribe, es que se puede hacer una deducción y aplicación apropiada del término ajustándolo al pasaje en cuestión.
Por esta causa fue determinante asumir una posición, basados en la regla denominada “ilación del pensamiento”. Para mayor comprensión, daremos ejemplos del caso, tomando en cuenta un pasaje del Antiguo Testamento y otro del Nuevo Testamento, en los cuales se emplean los términos ruach del hebreo y neuma del griego, con diferentes aplicaciones.
“y me dijo: profetiza al espíritu (ruach)..., así ha dicho Jehová El Señor: Espíritu (ruach), ven de los cuatro vientos (ruach) y sopla (ruach) sobre estos muertos, y vivirán”. Ezequiel 37:9.
Según la traducción Bíblica de la que se tomó el pasaje, el primer término ruach hace referencia al espíritu del hombre; el segundo hace referencia al Espíritu Santo; el tercero se refiere a un efecto de la naturaleza, mientras que el término, en su cuarta aplicación, se refiere al aliento de Dios que produce vida.
“El viento (neuma) sopla de donde quiere, y oyes su sonido; más, ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquél que es nacido del Espíritu” (neuma). Juan 3:8.
Según esta traducción, el primer término neuma es aplicable al viento como fenómeno de la naturaleza, y el segundo es aplicable al Espíritu Santo, pero en ambos se utilizó el término neuma, y según la ilación del pensamiento del que escribe se debe adaptar los términos al pasaje en cuestión.
Esto lo queremos resaltar, ya que en algunas traducciones Bíblicas se adjudicó el término ruach o neuma, al Espíritu Santo, cuando realmente se estaba haciendo referencia al espíritu del hombre.
En Ezequiel 37:9 el término que se emplea para referirse al Espíritu que procede de los cuatro vientos, en algunas versiones aparece con minúscula, adjudicándolo al espíritu del hombre.
Según la regla de ilación del pensamiento, dicho término se ajusta más al Espíritu Santo.
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el espíritu, y el del espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” Gálatas 5:16.25.
Según algunas versiones, el término neuma que aparece en el pasaje completo, es aplicable al Espíritu Santo. Existen otras versiones que lo descartan, tomando en cuenta la ilación del pensamiento, y ciertos principios de interpretación en algunas aplicaciones en este pasaje el término espíritu no debe ser adjudicada al Espíritu Santo.
El término “espíritu” que aparece en los versos 16, 18, 22, 25; del capítulo cinco de Gálatas es aplicable al Espíritu Santo, mientras que el que aparece en el verso 17 es aplicable al espíritu del hombre. Según la ilación del pensamiento del que escribe no se debe generalizar el término “espíritu”, adjudicándolos todos al Espíritu Santo como aparecen en algunas versiones Bíblicas, quitándole el verdadero sentido a lo que se quiso decir.
Según lo dicho en el verso 17 quien tiene el contraste con la carne es el espíritu renacido del hombre, no el Espíritu de Dios, ya que éste no contenderá con el hombre. Génesis 6:3.
Si analizas bien el pasaje, Pablo presenta el conflicto que se da entre el espíritu renacido del hombre y el alma que ha quedado viciada por el pecado.
Por otra parte, según algunas posiciones teológicas, el término neuma que aparece en el verso 22 para hacer referencia al fruto, debe ser aplicado al espíritu renacido del hombre y no al Espíritu Santo, de no, habría una contradicción con lo dicho por Jesús en el Evangelio de Juan, donde se dice que los que dan fruto son los pámpanos, no la vid ni el labrador.
“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto” Juan 15:1.5.
Según este pasaje, el labrador es el Padre, la vid es el Hijo, y los pámpanos representan al creyente, que es el responsable de dar fruto. El Espíritu Santo, al igual que el labrador y la vid, no da fruto de amor, Él es amor, por igual es: Paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, gozo, templanza.
Es en nosotros que se deja ver lo que Él es por naturaleza. Según esta aplicación, el término neuma del verso 22, debe ser adjudicado al espíritu renacido del hombre, y no al Espíritu Santo como se acostumbra.
Según otra posición teológica, otra forma de ver el pasaje, aplicando el término espíritu al Espíritu Santo, para guardar el sentido del pensamiento del emisor y que no haya un contraste en lo dicho por Jesús, debería transcribirse como sigue: “Más el fruto del Espíritu manifestado en nosotros es…” Guardando el sentido de que el fruto como característica, valores y naturaleza; es algo inherente en el Espíritu Santo propio de Él, pero es en nosotros como cuerpo del Espíritu Santo que se deja ver dichas propiedades. Si lo analizamos bajo este sentido, es aceptable que el término “espíritu” sea aplicable al Espíritu Santo.
Nota: Según el principio hermenéutico cualquiera de las dos posiciones que se aplique en el pasaje, no rompe el sentido del pensamiento, guardando lo que el emisor quiso trasmitir, las dos aplicaciones son válidas y aceptables.

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