LAS ARMAS CON LAS CUALES CUENTA SATANÁS. ESTUDIO Nº 3
Desde el punto de vista bíblico, Satanás no tiene armas; Cristo lo desarmó. (Mateo 12:29; Marcos 3:27; Lucas 11:21.22; Isaías 49:24.26).
Satanás sólo contaba con dos armas: el pecado y la muerte, según lo dicho por Pablo en 1ª Corintios 15:55.57. Cristo cumpliendo la ley venció el pecado y venciendo el pecado venció la muerte, de esta forma Satanás quedó totalmente desarmado.
En Lucas 11:21.22, Jesús presenta una verdad -que muchos no han entendido- al hacer referencia al “Hombre fuerte”.
Bíblicamente, para el momento en que Jesús expresa el acontecimiento, Satanás era el hombre fuerte; actualmente no es bíblico decir que Satanás sigue siendo el hombre fuerte; lo que sí dice la Biblia es que Satanás era (tiempo pasado) el hombre fuerte que estaba (tiempo pasado) bien armado, pero vino uno más fuerte el cual es Cristo, lo desarmó, le quitó el botín y lo repartió (lógico que a la Iglesia).
La verdad que se presenta es que quien recibe este botín pasa hacer el hombre fuerte, y a quien se le quita el botín deja de ser el hombre fuerte. Por consiguiente, la Iglesia -que recibió el botín- pasa a ser el hombre fuerte, y Satanás -a quien se le desarmó y se le quitó el botín- deja de ser el hombre fuerte. Satanás no sigue siendo el hombre fuerte; Satanás es fuerte donde el hombre lo hace fuerte.
¿CÓMO CRISTO ATÓ AL DIABLO?
El término “Atar” tiene que ver en el sentido figurado con “El no darle lugar”; con: “Lo no permitido”. En su más amplio sentido, se adjudica a la vida inoperante que Satanás tenía sobre Jesús por causa de su integridad, santidad y obediencia en la que anduvo mientras estuvo cumpliendo su Ministerio en la tierra. Dicha atadura comenzó en la tentación, donde el diablo quedó neutralizado cuando Jesús no cedió ante sus ofertas, y produjo una fuerte atadura al diablo debido a la vida de total obediencia que vivió Jesús ante la demandas del Padre. Jesús mismo expresó: “Viene el príncipe de este mundo y él nada tiene en mí” (Juan 14:30).
La forma más eficaz para mantener al diablo atado es no dándole lugar en nuestras vidas. No existen cadenas espirituales con la que puedas atar al diablo, y en un supuesto negado que existieran, tendríamos que buscar al que lo desata, porque si siempre a menudo lo estamos atando alguien lo tiene que estar desatando, busquemos al que lo desata y se acaba el problema.
Pablo en Efesios 4:27 dijo: “Ni deis lugar al diablo”. Es un engaño que estemos atando a Satanás de palabras, y con nuestros pensamientos y nuestros hechos expresamos lo contrario.
Cristo cumpliendo la ley en obediencia, venció el pecado, y venciendo al pecado venció a la muerte (1ª Corintios 15: 55.57) y de esta forma dejó al diablo desarmado.
¿CON CUÁLES ARMAS CUENTA SATANÁS PARA BATALLAR EN CONTRA DE LA IGLESIA?
La respuesta es: Con las que el creyente le presta, que es lo que se conoce como “Elementos de cooperación”.
Elemento de cooperación desde el punto negativo es: Todo aquello que el creyente le presta al diablo y que él utiliza como arma para tratar de destruir a la Iglesia. Ejemplos de esto: falta de conocimiento; temor; duda; confesiones negativas; cualquier tipo de resentimiento como odio, celos, envidia, raíces de amargura que traen como consecuencia falta de perdón, iras, enemistades, pleitos, contiendas, disensiones, falta de unidad, crítica, difamaciones, censura, inmoralidad sexual, entre otros.
Pablo en Romanos 6:13 dijo: “Que no prestemos nuestros miembros como instrumentos al pecado o a la iniquidad sino como instrumentos para Dios en justicia”.
Lo que me llama la atención del pasaje es el término “instrumento” del griego “Hopla”, que indica armas. Desde el punto de vista etimológico, Pablo lo que quiso expresar fue: “Que nosotros como guerreros de Dios, no debemos prestar nuestros cuerpos como arma para que Satanás los utilice para nuestra propia destrucción, sino que usemos nuestro cuerpo como arma a favor de Dios para establecer justicia”.
Según este pasaje, Dios no sólo nos dio armas, sino que nosotros como personas somos armas para Dios.
La ironía del caso es, que a quien tenemos que mantener atado es al diablo y con nuestra vida de pecado en forma deliberada lo tenemos suelto, y a quien tenemos que tener suelto es al Espíritu y lo tenemos atado, inoperante en nuestras vidas por la vida de pecado en la que vivimos en forma descarada.
Si nos decidimos a vivir una vida en el fruto del Espíritu, mantendremos al diablo atado y desarmado, entonces podremos decir con propiedad lo que dijo Jesús: “viene el príncipe de este siglo y nada tiene en mí”.



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