MINISTERIO DE LA ENSEÑANZA Y LA EVANGELIZACION.

                                      “JESUS SOBERANO SEÑOR”                          

                              PALABRA DE ILUMINACIÓN.

                                   TEMA: LOS CUATRO PASOS DE LA FE.

                  DR. MAESTRO: JOSE N. BRICENO A.

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     LA FE SE DA EN CUATRO PASOS.

     OIR > ACEPTAR > CONFESAR > ACTUAR.

      Según el texto sagrado, la fe se desarrolla en cuatro pasos, estos pasos son principios que pertenecen al sistema de la fe, el no caminar en ellos se quebrantarían los principios, y por ende nunca tendremos resultados en la fe que procesamos. Estos pasos son: OIR – ACEPTAR – CONFESAR – Y ACTUAR- Estos pasos se dieron en la mujer que tenía el flujo de sangre. Pasemos analizar el pasaje.

     Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote, Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote”. Marcos 5:25.

      OIR: El oír es uno de los pasos fundamentales para que la fe se desarrolle y se manifieste, ya que no podemos creer o darle credibilidad, confesar y actuar sobre lo que no hemos oído acerca de la Palabra de Dios, debido a que la fe tiene fundamento en lo que Dios ha dicho y ha establecido en su Palabra. Del oír depende los otros pasos.

       Jesús dijo: “El que tenga oídos para oír, oiga” Mateo 11:15.

       Oír: Equivale al conocimiento que tengamos de la Palabra y la atención a ella; esto lo presenta Pablo en una de sus cartas.

      Esto sólo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe”? (Gálatas 3:2)

      Oír: Es algo más que escuchar. No se limita al oído físico, tiene que ver con percibir con el corazón, aceptar con el entendimiento.

      Alguien dijo: “Para mirar al cielo tengo que observarlo unas cuantas veces para poder verlo, porque podemos tener nuestra mirada en el cielo, y tener la vista en otras cosas”.

      Por igual, podemos estar escuchando algo y no oír nada. Por esta causa, decimos que el oír no se limita al oído físico, sino a la atención y la diligencia que tengamos de aquella información que percibimos a través de los sentidos físicos en relación con la Palabra de Dios.

      Oír: tiene que ver con el conocimiento y la comprensión; que viene como producto del escudriñar, el indagar, el investigar, la búsqueda, el meditar, estar atento y diligente, ser amante de la verdad y apropiarse de ella.

      Oir es más que ingerir, es digerir. Es aceptar que la verdad revelada que le ha sido iluminada, produzca cambios, independientemente de lo que tengamos que perder.

       Jesús dijo: “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame” Mateo.16:24.

       “Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido”. Hebreos 5:11.12.

      El oír la Palabra nos permite desarrollar y preparar un fundamento sólido para desarrollar una vida de fe. Nunca descuidemos el estudio de la Palabra y lo que conlleva. Pedro dijo: “No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas…Nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la Palabra”.

(Hechos 6:2,4)

    ACEPTAR.

    Aceptar: Tiene que ver con la aprobación, con un secundar, con una conformación.

    Aceptar: Tiene que ver con entender que la Palabra de Dios no falla.

    Aceptar: Tiene que ver con el entender que la Palabra de Dios no regresa vacía.

    Aceptar: Tiene que ver con entender que Dios no miente.

    Aceptar: Tiene que ver con entender que Dios primero deja de ser Dios antes de dejar de cumplir su Palabra.

    Aceptar: Tiene que ver con el estar persuadidos de las verdades del Reino de Dios. El estar persuadido es más que un mero convencimiento de la verdad, el convencimiento es intelectual, almática, es algo que tiene que ver con lo relativo. El estar persuadido es un convencimiento absoluto en el espíritu. Es aquello que te lleva a tener una firma determinación hasta el punto que por nada abandonas la verdad que tiene relación con el Reino de Dios.

  Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras”.

     Nota: Una vez que oigo la Palabra debo aceptarla sin cuestionar ni vacilar, ni opinar; entendiendo que ésta es la verdad de Dios y que Él no miente. Más adelante cuando tratemos el punto de la integridad de Dios y de su Palabra desarrollaremos mejor este punto.

     Pablo dijo: “Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí,…”.  2ª Corintios 4:13.

     CONFESAR:

     En cuanto a este tópico, debo presentar una verdad que es de suma importancia. El confesar no tiene nada que ver con el: Decretar, declarar, recíbelos, rechazo; entre otras. Estas son prácticas ocultistas introducida en la iglesia conllevada por la metafísica de Conny Méndez, es una doctrina satánica que pretende ocupar y remplazar las expresiones dichas por Jesús en la oración que hiciera en el Getsemaní cuando dijo: “Hágase tu voluntad”. El poder no está en confesar al azar vagamente, sino el confesar en fe lo ya decretado por Dios, y que dicho decreto es parte de nuestra herencia, nuestro legado, nuestra bendición, nuestra posiciona. La psicología se maneja mucho en estos ámbitos, y proviene de quienes promueven la nueva era. El caer en este terreno es como el querer invocar a Dios como especie de un genio, el cual tiene que concederme mis deseos, porque mi voluntad es más importante y de mayor valor que la de Él.  

     El decrétalo, decláralo, recíbelo, recházalo; es un acuerdo mental, y es el tratar de depositar la fe en la fe, y a eso se le llama feitismo. Una cosa es estar persuadido de las verdades del Reino Eterno y en ellas depositar mi fe, y la otra es entrar en el terreno de la presunción. La fe es una persuasión no una presunción. Es necesario presentar la verdad en relación a lo que es un decreto, y lo que indica el decretar, para poder notar la gran diferencia que hay entre lo que es el decretar y el confesar.

      EL DECRETAR.

      ¿Podrá y estará autorizado un hijo de Dios para estar decretando, lo que no está establecido y registrado por inspiración divina en el textos sagrados? Para responder a esta interrogante, debemos hacer un estudio exegético y etimológico de los que indica y encierra un decreto.

      Decreto: Terminó del griego Diatagma, de donde se deriva el termino dogma, y denota e indica: Doctrina, ordenanzas, estatutos, edictos; que a lo largo pasan hacer mandamientos. En su más alto concepto, un decreto es un principio jurídico equitativo que pasa hacer una ley, sea impuesto o expuesto el cual se debe acatar y cumplir sin ninguna objeción, o discusión. Lucas. 2:1 - Hechos. 17:7 – Hebreos 11:23. 

      Un decreto, destaca y muestra el carácter concreto de quien lo estableció, y a su vez revela la naturaleza de un mandamiento. Esto fue notorio, en el concilio de Jerusalén llevados por los apóstoles mediante el Espíritu Santo, donde se establecieron decretos el cual quedo establecido en el canos del nuevo testamento, decretos que pasaron a ser mandamiento el cual la iglesia de los primeros cristianos y en parte la iglesia contemporánea, debía y debe sujetarse, someterse, y obedecer; como ordenanza divina. Hechos. 15:20.29.

     En relación a Dios y a la iglesia como sus hijos, como el cuerpo de Cristo, y morada del Espíritu Santo; el único que está en la autoridad para decretar, y establecer una palabra divina en el cual el creyente debe caminar en fe es el Eterno. Nadie está autorizado para decretar una palabra en el cual voy o se va a fundamentar la fe, nuestra fe, debe estar fundamentada en lo que ya Dios decretó, y quedo establecido como un legado, una bendición y una promesa. El supuesto decretar sin autoridad divina, es entrar en el campo de la presunción, y a su vez es tratar de ocupar el lugar que solo le corresponde al Soberano, y eso es una influencia satánica. Por otro lado, solo El Eterno en su soberanía según su naturaleza, su carácter, su obra, y su propósito eterno; tiene la autoridad de abolir lo que decretó. 

     “Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, Aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,…” Efesios. 2:15.

      Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz ,…” Colosenses. 2:14.

      Jesús en su ministerio, apelando a su divinidad como verbo, cambio mas no la anulo el sentido de la inspiración divina que estaba registrada en el canon de antiguo testamento, y lo hizo para mejorar la condición del hombre decretando y estableciendo mandamientos en el carácter de la gracia. Esto está registrado en Mateo. 5: 21.37. Analicemos el pasaje.

       “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego…”

     “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón…”

     “También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio…”

     “Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos. Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede…”

   “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses...”

   “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;…”

       EL CONFESAR COMO PRINCIPIO DE FE.

       Según lo que registran las Escrituras Sagradas, la confesión es un principio de fe. Analicemos algunos pasajes que nos muestran acontecimientos donde corrobora lo antes dicho. En la carta del Apóstol Pablo a los Romanos encontramos el principio Bíblico acerca de confesar sobre lo que se ha creído y se ha oído. Pasemos analizar el pasaje.

       “…si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación”. Romanos 10:9.10.

       El principio radica en que “todo lo que tú creas o aceptes en tu corazón y lo confieses con tu boca, lo vas a recibir”.

       >Si tú crees y aceptas que Jesús es tu sanador y lo confiesas con tu boca, vas a recibir sanidad.

       >Si tú crees y aceptas que Jesús es tu proveedor y lo confiesas con tu boca,  vas a recibir la provisión.

       El texto dice: Con el corazón se cree, y con la boca se confiesa, éste es el principio. Esto lo debemos adaptarlo a todas las áreas de nuestra vida.

       Jesús dijo: “Cualquiera que le dijere (decir es confesar) a este monte quítate y échate al mar y no dudare en su corazón, sino que creyere que será hecho lo que dice, lo que diga será hecho” (Marcos 11:23). Según el pasaje, lo que digas y creas, será hecho.

       El evangelio de Mateo nos da un ejemplo como la confesión tiene que ver con la fe.

      “Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor (kirio = palabra que no debían de salir de la boca de un centurión solo para dirigirse al cesar), mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado.  Jesús le dijo: yo iré y le sanare. Respondió el centurión y dijo: señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la Palabra, y mi criado sanará. Porque también soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: ve, y va; y al otro: ven, y viene; y a mi siervo: haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús (observe el término oír que tiene que ver con la confesión), se maravilló, y dijo a los que le seguían: de cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe”. Mateo 8:5.10.

      Pregunta: ¿Cómo supo Jesús que el centurión tenía fe?

      Respuesta: Por su confesión.

    Cuando analizamos el caso de la mujer cananea, tomando en cuenta el evangelio de Mateo y Marcos en forma paralela, podemos percibir, que Jesús se percata de la fe de la mujer por su confesión (Mateo 15:21.28.  Marcos 7:24.30) Según estas dos versiones, Jesús le dijo a la mujer: “Por lo que has dicho, grande es tu fe”.

     Cuando analizamos el caso de la mujer que tenía el flujo de sangre, tomando en cuenta las culturas, podemos inferir fácilmente que esta mujer tenía una fe impresionante.Toda persona que era inmunda, y su inmundicia estaba oculta, debía vociferarla con el fin de que nadie se le acercase y evitar tener roces para no “contaminar” con su inmundicia. La persona que no vociferaba su inmundicia era merecedora de la pena capital; en este caso la lapidación. La inmundicia de esta mujer estaba oculta ya que se trataba de un flujo de sangre. La fe en su confesión estuvo en que sobre todo los riesgos que se dieron, en vez de vociferar su inmundicia, confesaba su sanidad, porque decía: “Si tan siquiera tocase el manto seré sana”.

     “cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva”. Marcos 5:27.28.

      Nuestra fe o nuestra incredulidad se descubre o se determinan por nuestra confesión. Alguien dijo: “Nunca estuve tan derrotado hasta el mismo momento en que confesé mi derrota”.

      Proverbios 18:20 dice: “Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre; y será saciado del fruto de sus labios”.

      Salmo. 116:10 diceCreí; por tanto hablé,…”

      El Apóstol Pablo dijo: Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos”. (2ª Corintio 4:13)

      ¿A QUE SE DEBE LA CONFESIÓN NEGATIVA EN EL CREYENTE?

      Respuesta: A la poca formación de la Palabra. A través de la confesión, puedes captar hasta donde la Palabra se ha formado o desarrollado en la vida de un creyente.

      Jesús dijo: “porque de la abundancia del corazón habla la boca”.

      Proverbios 23:7 dice: “Lo que el hombre tiene en el pensamiento, así es en el corazón”.

      Según estos dos pasajes, el problema del hombre no está en la lengua, sino en el corazón. Cuando hablamos de la formación de la Palabra de Dios en el creyente estamos expresando, la necesidad de un cambio de carácter y conducta que corresponda con la condición espiritual interna, a fin de que pueda darse conformidad moral con la Palabra, y que de ello dependan nuestras acciones y nuestras confesiones. Pablo expresa la necesidad que hay de la formación de la Palabra en el creyente.

      “hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros”. Gálatas 4:19.

 

     El término griego que el Apóstol Pablo utilizó para hacer referencia a la formación es: “Morpho”. Según los valores etimológicos del término, se dice de aquello que se viene desarrollando en el interior de algo o de alguien y que con el tiempo tiene su manifestación.

      El deseo del Apóstol, es que la Palabra llegue a ser uno con el creyente, ya que todas sus acciones y sus confesiones están en proporción directa con la formación que haya tenido el alma producto de la iluminación, por la revelación que haya tenido el espíritu renacido de la Palabra de Dios. De modo que de acuerdo a su formación así será su confesión.

      ACTUAR: 

      Cuando hacemos un análisis de los héroes de la fe nombrados en hebreos once, podemos percibir, que todos tuvieron un denominador común en la fe, y es que todos obraron y ejecutaron en lo que creía. Ellos, oyeron – aceptaron – confesaron – y actuaron. Este es la secuencia del andar en fe.

     Santiago dejó establecido en las escrituras que la fe sin obra es muerta (Santiago 2:17,20). Este es un principio inalterable. Se entiende que Santiago en este pasaje específicamente hace referencia a las obras que respaldan la doctrina que vienes procesando, El término fe en el texto presentado tiene que ver con doctrina. Santiago no está afirmando que la justicia divina y la vida eterna que conlleva a la salvación se puede alcanzar por obras, pero si afirma que después de ser justificado se deben tener obras de justicia.

      Si analizamos los textos que proceden, Santiago da testimonio el cómo Abraham y Rahab fueron justificados por las obras en la fe. El verbo justificado que se le aplica e Abraham y a Rahab en el pasaje tiene relación con: Preservar, guardar, rescatar, librar. Ellos alcanzaron buen testimonio ante Dios y alcanzaron su favor, por las obras que tuvieron que respaldaron su fe. Si hacemos un análisis al personaje de Rahab, tenía tres cosas en contra para estar en el desdén de Dios.

1)      Era gentil.

2)      Era una ramera. (Santiago. 2:25) Un oficio condenado y aborrecido por Dios.

3)      Pertenecía a un pueblo que estaba bajo el veredicto de muerte de parte de Dios, (Jericó).

     Solo el haber obrado en fe, fue lo que le dio acceso a la soberanía de Dios con los impedimentos que había, para cubrir a esta mujer con su misericordia, y manifestar su gracia a favor de ella. Hebreos.11:31.

      Si analizamos el testimonio de Barac héroe de la fe nombrado en el verso 32, quien fue el quinto juez de Israel, gobernante y comandante militar, perteneciente a la tribu de Efraín, nos daremos cuenta, el cómo causo una derrota definitiva al ejército de los cananeos, confiando y actuando en una palabra profética que le diera una profetisa llamada Debora. Todo el éxito se dio por estar involucrado una acción en fe.

 

        Jefté, juez de Israel por seis años, de la tribu de Gad, hijo de una mujer ramera, engendrado y concebido en adulterio. Natural de Galaad. Por la consecuencia de pecado en la que fue reproducido, fue desechado y desheredado (Jueces.11:2) expulsado de la familia. Desterrado, vivió errante como los nómadas. (Jueces. 11:3) pasando a ser jefe de un grupo de salteadores. Jefte se hiso fuerte en batalla, que al llegar al oído de su pueblo su fama, lo mandaron a busca para ser dirigente en la guerra, y librar a Israel de las manos de los amonitas. (Juces.11:5.6). Jefte siendo hijo de adulterio, siendo un desterrado y salteador; puso su fe en Jehová Nissis y libro una batalla, siendo reivindicado por su pueblo. Todo esto lo logró por la acción que tuvo en fe, pese a las circunstancias. Para mayor comprensión del tópico, debemos hacer una diferencia, de los términos “Creer y Fe”.

    El término “Fe” viene del griego “Pistis”, que gramaticalmente se conoce como un sustantivo. La fe es la fuerza que está en el espíritu renacido, y que lo capacita para aceptar la verdad de Dios sin vacilación alguna. El término “Creer” viene del griego “Pisteos”, que gramaticalmente es un verbo que indica una acción. En la expresión de algunas personas: “Yo sé que la Biblia es la Verdad de Dios, pero me cuesta creerla”, implícitamente hay fe, que es la capacidad que se tiene para aceptar la Verdad de Dios, lo que le falta es “Creer”, que tiene que ver con la acción. El creer es el “ejecútese” de la fe.

     El actuar es uno de los pasos de la fe y es el más determinante, ya que es como el detonador que activa el poder de Dios para que se alcance el objetivo para lo cual se creyó. Nada hacemos con oír, aceptar, confesar y no actuar; es como que si no hubiésemos creído. Daremos ejemplos en lo concerniente a la fe que están registrados en las Escrituras:

     La Biblia nos narra que estando Jesús enseñando y sanando en una casa las multitudes venían a Él. Y aglomerándose la gente impedía la entrada a unos hombres que traían a un paralítico en su lecho, y procuraban llevarlo adentro y ponerlo delante de Jesús; pero no hallando como hacerlo decidieron abrir un hueco en el tejado, y por allí bajaron al paralítico. El texto dice que Jesús, “viendo la fe de ellos” sanó al paralítico.

     La pregunta es: ¿Cómo pudo Jesús ver la fe de los que traían al paralítico en su lecho si la fe no se puede ver? La respuesta es: Por la acción. Jesús conocía estos principios y se movía en ellos.

     En el evangelio de Marcos, vemos a Jesús incluyendo la acción en la fe, lo que indica una creencia.

     “Cuando al salir de la sinagoga, fue a la casa de Pedro y encontraron a la suegra de este con fiebre. Jesús le tomó la mano y la levantó; al instante la fiebre la dejó”. (Marcos 1:30.31)

     Nótese que Jesús no le dijo a la suegra de Pedro que se quedara durmiendo, sino que la tomó de la mano y la levantó, accionando en fe, que indica una creencia que conlleva una acción.

       En el evangelio de Lucas tenemos otro ejemplo relevante:

      “Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ¡ten misericordia de nosotros! Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados”. (Lucas 17:11.15)

      Si analizamos el caso en el contexto cultural, Jesús mandó a hacer a estos leprosos todo lo contrario a lo establecido por la Ley bajo un principio de fe, sirviendo la fe como salvoconducto. La Ley establecía, en el caso de que un leproso fuera sanado, debería presentarse al Sumo Sacerdote para testificar su sanidad, y bajo una serie de rituales el Sumo Sacerdote lo declaraba limpio, y de esta forma se le daba carta de convivencia para que volviera a formar parte de la sociedad. Pero antes de presentarse al Sumo Sacerdote, primero tenía que hacerlo ante los setenta Sacerdotes que formaban parte del Sanedrín, y lo debían hacer en perfecta sanidad, sino eran apedreados en el momento. Jesús conociendo que la fe debe llevar implícita la acción, que indica una creencia, les dio el mandamiento en prueba de fe, para hacer todo lo contrario a lo establecido por la ley. Los leprosos hicieron lo que Jesús le dijo a todo riesgo, no dependiendo de las circunstancias y los acontecimientos, cuando emprendieron el camino fueron sanados. El resultado se dio porque actuaron conforme a las palabras que oyeron de Jesús, no conforme a ley, y esto es fe.

     Para darle fuerza a lo dicho en cuenta a la acción, contaré una historia de un hecho real que se dio con un prestigioso malabarista en las cataratas del Niágara. Este malabarista colocó una guaya de un extremo al otro cruzando parte de las cataratas. El espectáculo consistía en llegar de un extremo al otro sobre la guaya haciendo malabarismo, acto que realizó con facilidad, ante los aplausos de la multitud vislumbrados por dicha hazaña. En medio de la algarabía, el malabarista preguntó: “¿Cuántos creen que puedo cruzar hacia el otro extremo con una carretilla en la mano?” A lo que el público respondió al unísono: “Lo creemos, lo creemos, lo creemos”. En ese momento, en medio de la muchedumbre, le preguntó a uno que tenía a su lado: “¿Tú lo crees?”, A lo cual el espectador le respondió firmemente: “Lo creó”, y seguidamente el malabarista le hizo una invitación: “Si lo crees, móntate en la carretilla”

     Éste es el lamentable caso de muchos, que cuando les toca accionar en lo que han oído, aceptado y confesado, pierden la bendición al no atreverse a hacerlo. Alegóricamente lo digo: En ocasiones difíciles de la vida, me ha tocado montarme en la carretilla y accionar en fe, y lo he hecho confiadamente, porque la carretilla la lleva Jesús y Él no me va a dejar caer, ni perecer. Él es el autor y consumador de la fe.

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