MINISTERIO
INTERNACIONAL DE LA ENSEÑANZA Y LA EVANGELIZACIÓN.
“JESÚS SOBERANO SEÑOR”
PROGRAMA: PALABRA DE
ILUMINACIÓN.
DR. MAESTRO: JOSÉ N.
BRICEÑO A.
TEMA: NEUMATOLOGIA.
SEGMENTO # 8
ASUNTO A TRATAR:
LA OBRA DEL ESPIRITU SANTO EN ELE MUNDO.
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Aunque el
Espíritu Santo no es el don de Dios para el mundo, según lo dicho por Jesús
cuando expresó: “…el Espíritu de verdad, el cual el mundo no
puede recibir, porque
no le ve,
ni le conoce…”., (Juan
14:17) hay operaciones que lo relacionan
con el mundo. Pasemos a definir cada una
de ellas.
a) Convencer al mundo de
pecado, de justicia y de juicio.
“Pero
yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el
Consolador no vendría a vosotros; más si me fuere, os lo enviaré. Y
cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De
pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al
Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de
este mundo ha sido ya juzgado” Juan 16:7.11.
Para mayor comprensión de la
operación de convencimiento de pecado por el Espíritu al pecador, debemos hacer
un análisis de ciertos términos tales como: Convencer - pecado - justicia - juicio.
Convencer:
Del griego “Elenco” que indica redargüir, esto es presentar pruebas a fin
de que el individuo quede persuadido de su falta.
Originalmente
el convencer era un acto que se daba en los interrogatorios a un testigo en
juicio en forma hostigosa, hasta hacerlo admitir sus errores y se muestre
convencido de su criminalidad, y se confiese culpable.
El convencer del Espíritu es
hacerle ver en forma hostigosa, el estado de condenación en la que se encuentra
el pecador para hacerle sentir culpable, para que haya una confesión interna a
fin de presentarle un salvador para librarlo de la condenación.
Convicción: Es aquella operación del Espíritu Santo que
produce en el hombre un sentido de culpabilidad y condenación por causa del
estado de pecado en la que se encuentra.
El verbo “Convencer de pecado”,
indica la acción divina del Espíritu Santo en el pecador, y el sustantivo “Convicción”
señala el resultado de la acción. Lo registrado en Juan 16:8 indica claramente
que la convicción es obra del Espíritu Santo, esta obra va mucho más allá de un
mero convencimiento intelectual, es el acto de hacerle entender al pecador el
estado de condenación en el que se encuentra, y que el castigo por dicho estado
sería justo.
Pero esta convicción produce
esperanza en vez de producir desesperación, porque la acompaña una oferta divina
de perdón y salvación. Es decir, la convicción combina la condenación
inevitable del pecado personal con un llamado gratuito al arrepentimiento que
conlleva una oferta de salvación a quienes se arrepienten.
El propósito del convencimiento
por parte del Espíritu no es condenar al pecador, es persuadirlo para
conducirlo a la salvación y lograr así la restauración. Jesús dijo que Él no
venía a condenar al mundo, Él vino para que el mundo fuera salvo por Él y este
es el carácter del Espíritu, convencer para salvar, no para condenar. Por esta
causa el mensaje de salvación no debe ir cargado de: condenación, terror,
intimidación; sino de amor brindando solución al condenado para sacarlo del
estado en la que se encuentra.
¿En qué consiste el convencimiento de pecado?
Después de hacer un análisis del
término convencer y sus derivados, analicemos el término “Pecado” en sus
diferentes aplicaciones.
Lo primero que debemos tomar en
cuenta, es que el término pecado mencionado en Juan 16:8 aparece en singular no
en plural. Cuando la Biblia presenta el término pecado en singular, se refiere
a un estado o a una posición, pero cuando se presenta el término pecado en
plural, hace referencia a las obras o resultados que se dan por el estado o
posición de pecado en la que se encuentra el individuo. Esto es lo que registra
Gálatas. 5:19.21 cuando dice:
“y manifiestas son las obras de
la carne, que son: adulterio,
fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicería, enemistad, pleito,
celos, ira, contiendas, disensiones, herejías, envidia, homicidios,
borracheras, orgías…”
El pecado como estado o posición,
vino como producto de haberse quebrantado un principio que Dios estableció en
el Huerto del Edén como mandamiento.
El hecho de que el hombre le haya
dado más credibilidad a la palabra del diablo que al mandamiento de Dios, lo
llevó a un acto de desobediencia que lo condujo a un estado de pecado que lo
llevó a la condenación.
El convencer de pecado es: Hacerle ver y entender al pecador el estado en el que se encuentra,
separado de Dios por causa de la desobediencia de Adán, al haber transgredido
el mandamiento de Dios en el Edén.
El convencer de pecado es: Hacer sentir convicto al pecador por causa de la situación en la que se
encuentra y que por sí solo no puede salir de ella.
El convencer de pecado es: Hacerle ver al pecador la condición baja y humillante en la que se
encuentra por causa del estado de condenación, y poder así mostrarle la
necesidad que se tiene de un Salvador, para presentarle el don de la salvación,
que es Cristo.
Cuando el Espíritu Santo no logra
el convencimiento de pecado en un individuo, éste cae en el pecado imperdonable
que es la blasfemia contra el Espíritu. A continuación, voy a dar una
explicación muy clara acerca de la blasfemia contra el Espíritu, para tener una
percepción precisa de lo que consiste dicha blasfemia.
Siempre se ha dicho que blasfemar contra el Espíritu es el acto de
atribuirle la obra del Espíritu Santo al diablo, lo cual es falso.
Blasfemar Indica: Encarar,
afrentar, resistir, hablar mal en contra de.
La
blasfemia contra el Espíritu Santo es un pecado imperdonable, para cometer
dicho pecado, uno debe rechazar consciente y persistentemente el testimonio del
Espíritu Santo en cuanto a la divinidad y poder salvífico del Señor Jesús, ya
que sólo el Espíritu Santo puede convencer y convertir al hombre del estado de
pecado.
El
rechazo continúo y definitivo de sus acciones lo apartan completamente de toda
posibilidad de salvación. Alguien dijo que el único pecado imperdonable es el
rechazo del perdón, pero lo que conduce a un hombre a rechazar el perdón es el
negarse a ser convencido de pecado por el Espíritu Santo.
En
Mateo 12:31.32 Jesús presenta la blasfemia como el atribuirle intencionalmente
la obra del Espíritu Santo en la vida de Él al diablo, entendiéndose que su
obra era el testimonio afirmativo del Espíritu Santo ante los fariseos de que
Jesús era el Mesías y el Salvador del mundo.
Los
fariseos que conocían las Escrituras, fueron reacios a reconocer la salvación
que viene solamente mediante Jesús. El rechazo total de la obra de demostración
que se realizó en Jesús por el Espíritu Santo con el fin de conducirlos a Jesús
como el don de la salvación, cierra las puertas a la única posibilidad que los
fariseos tenían en
el momento para
recibir la salvación, manteniéndose así en un estado de condenación en
el que no obtendrían perdón, ni en este
siglo, ni en el venidero.
El
rechazo continuo y voluntario de esta evidencia mesiánica, como lo es el
Espíritu obrando en Jesús, cierra las puertas al perdón de Dios, no por falta
de eficacia en la obra del Calvario, ni por falta de la gracia y de la
misericordia de parte de Dios, sino porque el que comete dicho pecado se priva
voluntariamente a sí mismo, de la necesaria disposición para recibir el perdón.
En
cuanto a la enseñanza de Cristo con respecto a la blasfemia contra el Espíritu
Santo, según lo describe Mateo 12:31.32, Jesús quiso decir que cualquiera que
tenga la evidencia del poder del Señor ante sus ojos y declare que es un poder
satánico, exhibe una condición de corazón más allá de la iluminación divina, y
por ello desesperada, y por causa de esto el perdón divino sería inconsistente
con la naturaleza moral de Dios.
“Entonces fue traído a él un endemoniado,
ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba.
Y toda la gente estaba atónita, y decía: ¿Será éste aquel Hijo de David?
Más los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino
por Beelzebú, príncipe de los demonios. Sabiendo Jesús los
pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es
asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. Y
si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues,
permanecerá su reino? Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú,
¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces.
Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente
ha llegado a vosotros el reino de Dios. Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa
del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá
saquear su casa. El que no es conmigo, contra mí es; y el que
conmigo no recoge, desparrama. Por tanto os digo: Todo pecado y
blasfemia será perdonado a los hombres; más la blasfemia contra el Espíritu no
les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el
Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo,
no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero” Mateo 12:22.32.
La blasfemia contra el Espíritu no es atribuida a la Iglesia
La
blasfemia contra el Espíritu Santo es un pecado que la Iglesia no puede
cometer ya que ella fue convencida de
pecado. Según el testimonio de Pedro en 1ª Pedro 4:14 el Espíritu Santo es
blasfemado por el mundo, pero por la Iglesia es glorificado, esto indica que se
debe descartar el atribuirle
la posibilidad de la
blasfemia contra el Espíritu Santo a la Iglesia y menos en la posición de
salvación en la que ésta se encuentra.
El
Espíritu Santo está llamado a enseñar, exhortar, guiar, conducir, recordar,
pero no convencer a la Iglesia de pecado, ya la Iglesia fue convencida del
estado de pecado en la que se encontraba.
Cabe una pregunta, ¿qué es lo que nos
hace sentir mal cuando pecamos?
La
respuesta es muy sencilla. Tu espíritu
que ha nacido de nuevo y que no está dispuesto a seguir en la práctica de
pecado, por no ajustarse a la simiente de Dios que está en ti, que es la
justicia. Esto está revelado en Gálatas
5:16.22 donde manifiesta un conflicto interior entre el espíritu renacido del
hombre y un alma no santificada.
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no
satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es
contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen
entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis” Gálatas 5:16.17.
El
Apóstol Juan nos muestra algo similar.
“todo
aquél que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios
permanece en él, y no puede pecar, porque es nacido de Dios.” 1ª Juan
3:9.
El
sentido que le da Juan a la práctica de pecado, tiene que ver con hacer de él
un estilo de vida, de no, habría un contraste con 1ª Juan 1:10; 2:1. Cuando
dice: “Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a Él mentiroso, y su Palabra
no está en nosotros”.
En el sentido más claro, lo que Juan quiso
decir fue: “Todo aquél que es nacido de Dios, no se deleita en el pecado porque la
simiente de Dios está en Él y ha nacido para no pecar, ni hacer del pecado un
estilo de vida”.
Por causa
de la simiente de Dios, que esta inherentemente en nosotros que es la justicia
de Dios, y la naturaleza de Dios que es la vida, siempre que caigamos en el
pecado fortuita o deliberadamente, vamos a sentir rechazo por el, nunca nos
ajustaremos a esa vida ya que no hay compatibilidad entre el estado de justicia
y el estado de pecado, la vida de Dios y la muerte satánica. A menos que
hayamos apagado la voz de la conciencia, cayendo en un estado de mente
cauterizada, pasando a la reprobada, siendo desechado por Dios.
¿En qué consiste el convencimiento de justicia?
El
convencimiento de justicia, tiene que ver con hacerle entender al condenado la
obra triunfadora que obtuvo Jesús sobre el pecado, por el cumplimiento de la
Ley y los mandamientos de Dios, y así ofrecer la disponibilidad de la justicia
a los que creen en Él.
Hacer entender que, así como el pecado entró por un hombre haber
quebrantado el mandamiento de Dios, de la misma forma, la justicia es posible
en los hombres por la obediencia de uno que se sometió y fue obediente a las
demandas de Dios.
El
único argumento que tenía el Espíritu Santo para convencer al mundo de la
justicia inmaculada de Jesús, era la resurrección de Cristo y su ascensión al
cielo.
Éste
es el sentido que le da 1ª Timoteo 3:16, cuando dice: “… justificado en el Espíritu,…”
Era la
única forma en que Jesús fuese levantado de los muertos, que la justicia que
había perdido por causa del estado de pecado y de condenación a la que el Padre
lo sometió, volviese a Él, y por causa de esta justicia obtener la vida.
A
través de la resurrección de Jesús, el mundo de aquellos tiempos que lo
condenó, podría entender que a quien llevaron a la cruz era totalmente
inocente, y que sólo por medio de Él obtendrían la justicia de Dios y el perdón
de sus pecados.
Pablo dijo en 1ª Corintios 15:14: “… si Cristo no resucitó, vana es entonces
nuestra predicación, vana es también vuestra fe.”
Esta es la
obra del Espíritu Santo, a través de la resurrección de Cristo como evidencia,
convencer al mundo y hacerle entender que sí hubo uno que fue justificado por
cumplir con las demandas de Dios, y por causa de dicho cumplimiento, Él puede
justificar a muchos. Romanos 3:21.31; 5:18. 21. Isaías 53:11. 2ª Corintios
5:21.
¿En qué consiste el
convencimiento de juicio?
Los que crucificaron a Jesús, se imaginaron que Dios había pronunciado
juicio condenatorio en contra Él por el hecho de que no intervino a su favor.
En el día del Juicio Final, el mundo de aquél entonces entenderá que no fue
así. La tarea del Espíritu Santo es convencer al mundo acerca de un juicio que
vendría por causa del pecado y que su mejor evidencia es el juicio que comenzó
con Satanás porque él ya ha sido juzgad y condenado.
Si el comienzo del juicio de Dios
en contra del pecado comenzó por Satanás quien le dio inicio a todas estas
cosas, sus seguidores no estarán excluidos de dicho juicio. La tarea del Espíritu Santo es hacerles una
advertencia y convencerlos de esta verdad para que puedan escapar del juicio
venidero, y poder alcanzar así el favor de Dios por medio de Cristo que es
nuestra propiciación. Una de las cosas buenas de Dios, es que Él nunca
determinará juicio sobre nadie si no ha
dado como precedente una palabra de advertencia. Esta es la obra del Espíritu
Santo, el convencimiento de juicio.
La obra determinante del
convencimiento de juicio, es presentar al pecador la absolución, el indulto,
del juicio final que vendrá de parte de Dios al mundo en la finalización de su
programa, juicio que determinará la condenación eterna a todos los que no
aceptaron el plan de salvación en la persona del redentor que su hijo
Jesucristo.
El convencimiento de pecado,
justicia y juicio, es única y exclusivamente obra del Espíritu Santo, es algo
absoluto en Él. Nadie más puede realizar
esta obra.
El gran fracaso de la obra de
Evangelización en la Iglesia, se debe a que no se le ha dado el lugar que le
corresponde al Espíritu Santo como agente de convencimiento. Hemos cambiado al
Espíritu por métodos, estrategias, por nuestras propias habilidades; hemos
confiado en nuestros propios esfuerzos, hemos caído en el terreno de la
intimidación, manipulación y control; condenando a la gente con nuestro mensaje
que está muy lejos de lo que son buenas nuevas de salvación.
Muchas veces hemos caído en la
subasta, mendigándole a la gente la posibilidad de ser salvo. Creo que con la
persona del Espíritu Santo y su presencia en nosotros, es suficiente para que
la gente sea convencida de la verdad y pueda de forma voluntaria dar el paso de
salvación. Jamás debemos subastar y ofertar a Cristo ante un mundo que tanto lo
necesita como algo sin valor, el mundo no tiene que aceptar a Cristo, nosotros
fuimos acepto en Él, (Efesios 1:6). El mundo solo tiene es que aceptar el plan
de salvación que vino de Dios por gracia mediante su hijo. Es decir, el mundo
tiene que aceptar que fuimos acepto en Él. Reitero caer en la subasta, la
intimidación, manipulación y control; para conducir la gente a Cristo es
invadir el terreno del Espíritu y esto es penado y penoso ante Dios.
En una ocasión, Smith
Wigglesworth, el conocido apóstol de la fe, llegó a una cafetería, y cuando
hizo acto de presencia, todos los que estaban en el lugar comenzaron a llorar.
Él les preguntó, ¿por qué lloran?, a lo que contestó uno de ellos. “Usted tiene
algo que nos convence y nos redarguye de pecado”
El Espíritu Santo es tan
determinante en el convencimiento de pecado, que con su presencia manifestada
en nosotros es suficiente para dicho convencimiento, lo que tenemos que hacer
es entender por entero que el acto de convencimiento es única y exclusivamente
del Espíritu Santo, lo nuestro es darle el lugar que le corresponde en dicha
acción y evitar de ocupar ese lugar.
Justifica y vivifica al pecador.
La acción
de justificación y vivificación mediante el Espíritu al hombre no regenerado,
está relacionado al nuevo nacimiento. El Espíritu Santo es el encargado de
impartir, e impregnar, e adherir en el espíritu del hombre la justicia divina y
la vida del Eterno, produciendo un cambio en el espíritu del hombre conocido
como la metaneuma, llevando al hombre al estado total de regeneración, que cuyo
estado es: Absoluta, invariable, definitivo, inalterable, irreversible. Este es
un incidente o suceso que el hombre por si solo o voluntariamente no puede
revocar por tanto no la perder.
De esto es lo que hace referencia
el apóstol Pablo cuando menciona, que el creyente fue sellado por Dios con el
Espíritu, que cuya impresión o sello es la justicia y la vida de Dios, que
vienen siendo las arras de la herencia adquirida.
“porque todas
las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la
gloria de Dios.Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos
ungió, es Dios, el cual también
nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.” 2
Corintio. 1.20:22.
“En El también vosotros,
después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de vuestra salvación,
y habiendo creído, fuisteis sellados en Él con el Espíritu Santo de la
promesa,…”
Efesios 1:13.
Si analizamos detenidamente el pasaje,
nos daremos cuenta, que quien nos selló fue Dios padre, y el agente que Él
utilizo para dicha acción fue su Espíritu. Una cosa es hablar del sello y la
otra es hablar del sellado. El sello es el elemento que se utilizó para sellar,
y el sellado es la impresión del sello.
No se debe confundir, la acción del ser
sellado por Dios con su Espíritu, a la morada del Espíritu. Cuando un individuo
entiende y acepta el plan de salvación, lo que recibe mediante Dios es su
simiente y su naturaleza, que viene siendo la justicia y la vida divina. La
morada del Espíritu es algo posterior al nuevo nacimiento. Se puede dar el
caso, que en el momento que una persona sea regenerada por Dios mediante el
Espíritu, reciba al mismo tiempo al Espíritu.
En el libro de los hechos conseguimos dos
acontecimientos, donde los que habían creído no habían recibido el Espíritu
santo, el relato dice que al imponer las manos sobre ellos recibieron el
Espíritu santo, posteriormente de haber creído.
“Cuando los apóstoles que estaban en
Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a
Pedro y a Juan; los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el
Espíritu Santo; porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que
solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús. Entonces les imponían las manos, y recibían el
Espíritu Santo.” Hechos.8:14.17.
“Aconteció que entre tanto que Apolos
estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a
Efeso, y hallando a ciertos discípulos, les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le
dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. Entonces dijo: ¿En qué,
pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de
arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después
de él, esto es, en Jesús el Cristo. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el
nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre
ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.” Hechos 19:1.6.
En la resurrección de Jesús y su aparición
a su discípulo, impartió al soplar sobre ellos la simiente y naturaleza de
Dios. Esto es semejante a lo que Dios hizo en el Edén, soplo sobre el hombre
aliento de vida. Los discípulos recibieron al Espíritu fue en el aposento alto.
“Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a
vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho
esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo”. Juan. 20:21.22.
He aquí, yo enviaré la promesa de mi
Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén,
hasta que seáis investidos de poder desde lo alto. Lucas.24:49.
“Y estando
juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa
del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente
bautizó con agua, más vosotros seréis bautizados con el Espíritu
Santo dentro de no muchos días…”
Hechos. 1:4.5.
“Cuando llegó el día de
Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un
estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde
estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego,
asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo,
y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que
hablasen…” Hechos 2:1.4.
“Y he aquí,
luego llegaron tres hombres a la casa donde yo estaba, enviados a mí desde
Cesarea. Y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar. Fueron también
conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa de un varón, quien nos contó cómo había visto en su casa un ángel, que se puso en pie
y le dijo: Envía hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por
sobrenombre Pedro; él te hablará palabras por las cuales serás salvo
tú, y toda tu casa. Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo
sobre ellos también, como sobre nosotros al principio…” Hechos 11:11.15.
En conclusión a este tópico,
según lo que acabamos de analizar en forma exegética, el nuevo nacimiento por
el Espíritu, es algo diferente a la morada del Espíritu.
Según Tito 3:5.7 estas operaciones (el justificar y vivificar) son
atribuidas al Espíritu Santo. El pasaje
dice:
“Nos salvó, no por obras de
justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el
lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual
derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo Nuestro Salvador, para que, justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos
conforme a la esperanza de la vida eterna.”
1ª Timoteo 3:16 dice que quien produjo la justificación en Jesús fue el Espíritu
Santo. El texto dice: “…,
justificado en el Espíritu,”
Por igual, 1ª Pedro 3:18 dice que
quien vivificó a Jesús en el Espíritu fue el Espíritu Santo.
El texto dice. “…,
siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu,”
Lo mismo que el Espíritu Santo produjo en Jesús en cuanto a la justicia y a la vida, lo hizo en nosotros. CONTINUARÁ.
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