MINISTERIO INTERNACIONAL DE LA ENSEÑANZA Y LA EVANGELIZACIÓN.

“JESÚS SOBERANO SEÑOR”

PROGRAMA: PALABRA DE ILUMINACIÓN.

DR. MAESTRO: JOSÉ N. BRICEÑO A.

TEMA: NEUMATOLOGIA.

SEGMENTO # 10

ASUNTO A TRATAR: 

LA MORADA DEL ESPIRITU. 

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     Lo primero que hay que tomar en cuenta, es que el Espíritu Santo nunca pudo hacer morada como habitación en las personas del Antiguo Testamento, Él sólo venía hacía la obra y luego se ausentaba, y esto lo hacía sólo en cuatro tipos de personas para una tarea específica, en el respaldo del llamado que tenían, que son: Reyes, Profetas, Jueces y Sacerdotes.  Sobre estos el Espíritu Santo sólo posaba, no moraba.

 Juan 1:32-33, corrobora lo antes mencionado: “También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre Él”

 “Y no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanezca sobre Él...”

  El término “Permanecer” refiriéndose al Espíritu Santo en la vida de Jesús, nos da indicios que sobre la primera persona en la que el Espíritu Santo vino a hacer su morada fue Jesús, luego vino a hacerlo en la Iglesia. 

    Tome en cuenta esta verdad que a continuación voy a describir:

   >Dios Padre se denomina “Dios por nosotros”

     >Dios Hijo se denomina “Dios con nosotros” Emmanuel

     >Dios Espíritu Santo se denomina “Dios en nosotros”, cuando hace su morada.

 Jesús dijo: “El Espíritu Santo que mora con vosotros, y estará en vosotros.”

  Para que el Espíritu Santo viniese a morar en nosotros como cuerpo, primero tuvo que darse la justicia y la vida de Dios, es decir, primero tuvimos que ser justificados y vivificados, porque en la naturaleza de pecado y de muerte, Él no puede morar permanentemente en nosotros.  Estábamos en total contraste con su naturaleza.

 Todo esto es corroborado por Ezequiel cuando dice: “Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias, y de todos vuestros ídolos los limpiaré; os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros, y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne, y pondré dentro de vosotros mi Espíritu…” Ezequiel 36:25.27.

 Para mayor comprensión de la habitación del Espíritu Santo en el creyente, debemos hacer un análisis etimológico de dos términos y conocer sus propiedades y sus valores.  Estos términos son: “Morada” y “Templo”.

 Morada: El verbo morar en griego es  “Oikeo”,  derivado de “Oikos”, que indica una casa o habitación.  El término “Oikeo” que Pablo utilizó para referirse al Espíritu Santo como morador, tiene que ver no solamente con el que habita, sino con el dueño o propietario de la morada.  Esto hace entender desde el punto de vista etimológico, que el Espíritu Santo no sólo vino a morar en el hombre, sino que es Dueño y Señor de su morada.   De no ser así, el Espíritu Santo sería un arrimado o un inquilino.

 Según el testimonio de los que escribieron las Escrituras, el Espíritu Santo no es un simple morador como arrendador, no es un invasor, no está arrimado.  Es el dueño de la Iglesia, que es su cuerpo, y tiene todo el derecho sobre ella.

  “¿No sabéis que soy templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” 1ª  Corintios 3:16.

      En quien vosotros también sois, juntamente edificados, para morada de Dios en el Espíritu. “Efesios 2:22.

 “¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que Él ha hecho morar en nosotros, nos anhela celosamente?” Santiago 4:5.

   Según estos pasajes, debemos entender y aceptar, que el creyente no tiene ningún derecho como morada del Espíritu para tomar decisiones con su vida sin consultar con la persona del Espíritu que es el Dueño de la morada.

   En Apocalipsis se registra uno de los más grandes fenómenos que se pueden dar en contra de la comunión que debe haber entre Dios y la Iglesia.                    

    El pasaje dice: “… Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo. “Apocalipsis 3:20.

   No es posible entender cómo es que Cristo, siendo el dueño Señor y cabeza de la Iglesia está del lado fuera tocando para que lo dejen entrar.  Esto se da también con el Espíritu Santo y la Iglesia; que habitando Él en nosotros y siendo Dueño y Señor de la morada, no tenga libertad en ella. El trato que la Iglesia le ha dado al Espíritu Santo como el morador es semejante al que se le da a un arrimado.  Un arrimado, al pasar el tiempo estorba, cansa, obstina, roba la privacidad; y por esta causa se busca la forma de salir de él. Quizás en una forma declarada y directa no sintamos ni hagamos esto en contra del Espíritu Santo, pero nuestros hechos lo afirman, al tener poca intimidad y comunión con el Espíritu Santo, que se refleja en el hecho de tomar decisiones y hacer con nuestro cuerpo lo que queramos sin consultar con Él, siendo Él el Dueño y Señor nuestro, al tomarnos como morada.

  Nunca olvidemos esta verdad, nadie puede venir a hacer con nuestra casa lo que le venga en gana, de igual manera, nadie incluyéndonos como persona puede tomar decisiones en nuestra vida y con nuestro cuerpo sino aquél que es el propietario de la morada.  Esto es el Espíritu Santo. 

 1ª Corintios 6:19.20 dice:  “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros; el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestro, porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestros cuerpos y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”

    Templo: En griego aparecen dos términos para hacer referencia a esta palabra, pasemos a definirlos:

     Hieron: Se usa para hacer referencia al edificio con sus recintos y sus utensilios. Hechos 19:27. 1ª Corintios 9:13.

    Naos: Este es el término que se utilizó en el Antiguo Testamento para hacer referencia al lugar Santísimo llamado el Santuario, lugar donde se encontraba el Arca del Pacto (Levítico 16:15.16). En este lugar sólo podía entrar el Sumo Sacerdote una vez al año.  Esto nos muestra lo serio del asunto en cuanto a este lugar como morada de Dios. No todo el mundo podía entrar.

     Pablo no sólo afirma que nosotros como sacerdotes tenemos acceso al lugar Santísimo, sino que somos la morada, el santuario, el templo y la casa de Dios. (1ª Corintios 3:16. 2ª Corintios 6:16. Efesios 2:21.22. Santiago 4:5). Esta verdad parece que muchos no le han dado importancia, al vivir en una forma desenfrenada, cayendo en libertinaje, profanando el santuario de Dios.

    En el antiguo testamento tenemos un ejemplo claro y la tomo como verdad paralela, en relación a la profanación, sacrilegio y abominación cometidos en el templo de Dios. Se trata del sacerdote Elí y sus hijos quienes tenían sus relaciones sexuales en el mismo altar del sacrificio e irrespetando y teniendo en poco la santidad de Dios. Por tal acción fue rechazado el sacerdocio de Elí y se procedió a la muerte de sus hijos. (1ª Samuel 2:22.35). Que me dice a mí que Dios va hacer tolerante ante tanto pecado cometido con premeditación y alevosía, donde préstamos y cedemos nuestro cuerpo que es templo del Espíritu Santo para tal acción, cometiendo sacrilegios, entrando en profanación, y detracción; cosa que es abominación ante el Espíritu Eterno.  

  Pablo es claro en el asunto, exhortando a los creyentes que viven en este estado de pecado, con el fin de que se condujeran en santidad 1ª Corintios 6:12.20.

  Todas las cosas me son lícitas (me son permitidas), mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, más yo no me dejaré dominar de ninguna. 13Las viandas para el vientre, y el vientre para las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo...   15¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo. 16¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. 17Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. 18Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; más el que fornica, contra su propio cuerpo peca. 19¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 20Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” 1ª Corintios 6:12.20.

       14No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? 15¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? 16 ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?, porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios y ellos serán mi pueblo.  Por lo cual salid de en medio de ellos  y apartaos, y no toquéis lo inmundo y Yo os recibiré...” 2ª Corintios 6:14.18.

     En conclusión: La exhortación de Pablo radica en hacerle crear conciencia al creyente el peligro de tomar el cuerpo y prestarlo para la fornicación, uniéndola a una ramera, cumpliendo así el principio presentado en el Génesis el cual establece que ambos serán una carne, esto cercena por completo la vida de comunión y de intimidad con Cristo siendo Él la cabeza del cuerpo. Y por otro lado seria caer en acto de profanación, detracción, y sacrilegio; que es abominación ante Dios, que siendo nuestro cuerpo morada y santuario de Dios en el Espíritu le estemos contaminando con dichas acciones tan bajas, y que a su vez degradan la vida del hombre en todos sus aspectos. Salomón dijo en sus escritos. “…El que comete adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal hace Heridas, vergüenza y destrucción hallará,…” Proverbios 6:32.33.

     El cometer acto de detracción, profanación, y sacrilegio trae como resultado un apagar y contristar al Espíritu Santo.

      El Apóstol Pablo hace una serie de advertencia en sus escritos a cerca del asunto. Verifiquemos estas verdades, analizando etimológicamente los términos apagar y contristar.

      Apagar: Según el pensamiento del Apóstol Pablo, el apagar al Espíritu es el acto de dificultar sus operaciones en un acto evidente, en el testimonio oral en las reuniones eclesiales de los creyentes. Pablo le pide encarecidamente a Timoteo, que avive el don de Dios que está en él, el cual recibió por la imposición de manos, y esta haciendo referencia es a la persona del Espíritu Santo, y esta referencia la tomó pablo sin lugar a dudas, citando lo que está escrito en Levíticos, con relación al deber del sacerdote ante el sacrificio. El fuego del altar, siempre debería estar prendido, aunque no hubiera una ofrenda en holocausto. La vida del creyente en relaciona al Espíritu santo debe ser similar. La vida en el Espíritu debe ser continua, constante, absoluta, sin reservas, sin medidas, en intimida, en total comunión. No debe ser fortuita, ocasional, efímera, oportunista, circunstancial, es decir, dependiente de la circunstancia.    

         “Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; 4deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; 5trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también. 6Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. 7Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” 2ª Timoteo 1:3.7.

      “…Y el fuego encendido sobre el altar no se apagará, sino que el sacerdote pondrá en él leña cada mañana, y acomodará el holocausto sobre él, y quemará sobre él las grosuras de los sacrificios de paz. El fuego arderá continuamente en el altar; no se apagará…” Levítico 6:12.13.

        Ala iglesia de Tesalónica, les da el mismo mandamiento, en relación a mantener vivo el fuego del Espíritu Santo, manteniendo en vivencia la vida en el Espíritu.

      Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis al Espíritu1Examinadlo todo; retened lo bueno.  Absteneos de toda especie de mal” 1ª Tesalonicenses 5:16.22.

       Contristar: Este término está directamente relacionado con el causar dolor, con el herir, con el que se sienta ofendido.  

     “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. 30Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. 31Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. 32Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” Efesios 4:29.32.

        Según estos dos conceptos en lo general, el apagar y contristar, trae como resultado el dejar inoperante al Espíritu en la vida del creyente. Esto está en contraste con las características del Espíritu como ríos según lo dicho por Jesús. Él tipifico el Espíritu como ríos por dos cosas.

        >Ríos en el plural: porque son muchas las cosas que el Espíritu Santo viene hacer y a desarrollar en la vida del creyente.

         >Rio Como manantial. Porque el rio nunca se estanca el siempre está fluyendo.

          Hay tres actos que el creyente comete en contra del Espíritu Santo que lo lleve a estar inoperante que son:

     Profanación: Uso irrespetuoso en forma deliberante y premeditada en acto de alevosía en estado de conciencia, de cosas, objetos, incluso personas, a las cuales se considera sagradas. Es también el darle mal uso a los bienes recibidos de Dios en actos viles y vergonzosos.

    Sacrilegio: Es el acto de no sentir respeto por lo sagrado. De no tener sentido de responsabilidad, de honra por aquello que está destinado y apartado para el uso santo.

     Detracción: Consiste básicamente en el descuento que efectúa el comprador o usuario de un bien que tiene a la venta. En el sentido teológico detracción es el acto de restar el sentido de santidad a lo que por natural es santo, teniendo en lo interno poco respeto por las cosas sagradas. Es cuando se entra en un estado de mente   donde lo inmoral me parase común y normal, donde lo normal y lo hermoso es deformado hasta ser depravado, anormal y feo. 

     ¿Cómo evitar entrar en estos actos vergonzosos que restan a nuestra vida espiritual? Teniendo dominio propio.

      El término “Dominio propio” viene del griego “Enkrateia” tiene que ver con la fuerza de voluntad.

      El tener “Dominio propio” se conoce como el poder controlador de la voluntad bajo las operaciones del Espíritu Santo. Hechos. 24:25.

      El “Dominio Propio”: Está en someterse a la voluntad de Dios a favor de sus demandas que están reveladas en su palabra. 2ª Pedro 1: 3.9.

      El “Dominio Propio”: Tiene que ver con el sometimiento del carácter y de los deseos carnales. Es el nivel de disciplina que tiene la persona evitando que la vida se desmorone; tiene que ver con uno que se retiene por dentro, (Tito.1:8) es tener cuidado de uno mismo 1ª Timoteo 4:16.

     El “Dominio Propio”: Es La fuerza de la voluntad que un ser tiene para tomar decisiones sabias y dar pasos firmes y concretos. Nunca olvides, que somos nosotros los llamados a renunciar a los deseos carnales, Dios no lo va hacer por nosotros. Nunca le pidas a Dios que te quite lo que tú tienes que dejar, ten Dominio propio sobre ti mismo, y serás un triunfador en la vida.

    ¿Qué es lo que le da sentido interno para tener dominio propio? El sentido de conveniencia.

     Pablo en sus cartas presenta el sentido de conveniencia, a lo cual es útil para la vida del creyente.

     Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, más yo no me dejaré dominar de ninguna.”  1ª Corintios 6:12

     “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica”

1ª Corintio 10:23.

         Pablo En Romanos presenta el sentido de conveniencia en contraste a lo que conviene.

     “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; 30murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican” Romanos 1:28.32.

       David el rey tuvo sentido de conveniencia.

        Por la experiencia que tubo David en el pecado que cometió con bezabel, el rey desarrollo un sentido de conveniencia, hasta el punto que ministro a un alma que está viva y latente con un espíritu muerto porque David no había sido redimido.

       “Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus Iniquidades, El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida, El que te Corona de favores y misericordias; El que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila” Salmo 103:1.5.

     Bajo un sentido de conveniencia Pablo le insta a Timoteo que se ejercitara en la piedad.

 

       “Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido. 7Desecha las fábulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad;1ª Timoteo 4:6.7.

     El término ejercítate es un verbo derivado del terminan en griego “Gimnasio”

     Etimológicamente el texto en el griego le da un sentido más amplio, por lo cual pablo lo que le dijo a Timoteo fue: “Entrena tu alma en forma integral con vista a la piedad, para que puedas tener sentido de conveniencia y puedas discernir entre el bien y el mal”

     Engruesa y fortalece los músculos de la santidad, para que ante las tentaciones del mal y las ofertas engañosas de la vida, puedas ser resistente, teniendo sentido de conveniencia, desarrollando el dominio propio pasando a ser cabal en el reino y Dios pueda llevar a cabo en ti su propósito. CONTINUARÁ

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