MINISTERIO INTERNACIONAL DE LA ENSEÑANZA Y LA                                               EVANGELIZACIÓN.

“JESÚS SOBERANO SEÑOR”

PROGRAMA: PALABRA DE ILUMINACIÓN.

DR. MAESTRO: JOSÉ N. BRICEÑO A.

TEMA: NEUMATOLOGIA.

SEGMENTO # 9

ASUNTO A TRATAR: LA OBRA DEL ESPIRITU SANTO EN LA IGLESIA.

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Lo primero que debemos entender como hijos de Dios, es que el Espíritu Santo es el don de Dios para la Iglesia, no para el mundo. Jesús dijo en Juan 14:17: “El Espíritu de verdad, el cual el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.”

 

    Juan 3:16 dice que Cristo es el don de Dios para el mundo. De la misma forma que recibimos a Cristo como don de Dios mientras estuvimos en el mundo para salvación, debemos recibir al Espíritu Santo como don de Dios ahora que somos creyentes.

 

    La experiencia que el creyente ha tenido con la persona del Espíritu Santo es muy superficial, aislada a la verdad de Dios. Debemos sacar al Espíritu del mundo de la Teología, que deje de ser abstracto para nosotros y que pase a ser una verdad en nuestras vidas.  Uno de los pecados más graves que ha venido cometiendo el creyente en contra de la persona del Espíritu, es ignorarlo como persona y no tomar en cuenta sus funciones.

 

    Por esta causa, la Iglesia vive como los huérfanos en relación al Espíritu Santo.  Él fue el agente enviado del Padre para asistirnos en todas las áreas de la vida.  Él nos muestra la verdad, nos enseña, corrige, guía, nos recuerda las cosas, nos capacita con poder, hace de nosotros su morada, Él es el testigo interno, nos conduce a la comunión, aboga por nosotros,  nos  da iluminación de  los misterios  del Padre y del Hijo, nos asiste en la obra de evangelización, en el convencimiento del pecado.

 

     El no tomar al Espíritu Santo en cuenta, es vivir desprovisto de todas estas cosas, sin recursos y sin posibilidades de éxito en lo que emprendamos.

 

     El no tomar en cuenta al Espíritu Santo, es una de las formas de apagar al Espíritu (1ª Tesalonicenses 5:19) y de contristarlo (Efesios 4:30).

 

    La forma de estar llenos del Espíritu, es dejar que Él sea operativo en nuestras vidas, dejando que Él ocupe el lugar que le corresponde. Jesús tipificó el Espíritu Santo como ríos por dos causas: 

 

     a) La primera, usa el plural, indicando que son muchas las operaciones que el Espíritu viene a hacer en nuestras vidas.

 

     b) La segunda es que el río nunca se estanca, él siempre está fluyendo.

 

     El Espíritu Santo no vino para estancarse en tu vida, Él vino a fluir. En Juan 7:38 Jesús dijo: “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.”

 

     Para que tengamos una idea de lo significativo que es el Espíritu Santo en la vida de un creyente, voy a hacer un recuento para analizar los riesgos que Jesús tuvo al decir estas palabras en la fiesta de los tabernáculos.

 

      La fiesta de los tabernáculos era anual, en dicha fiesta, según Levíticos 23:34.43, Números 29:12.38 y Deuteronomio 16:13.15, toda la familia judía debía abandonar sus casas para habitar en tiendas como recordatorio de haber habitado en tiendas durante la peregrinación en el desierto.

 

     A esta fiesta, después del cautiverio, se le añadió un ceremonial que consistía en una procesión que partía desde el templo hasta al estanque de Siloé, tomar agua del estanque en una vasija de oro que era llevada de regreso al templo en manos del gran Sumo Sacerdote. El agua era derramada en el altar mezclado con vino sobre el sacrificio preparado. Esta agua era derramada como símbolo de agradecimiento por el agua que brotó de la roca y fue bebida por todo el pueblo. Éxodo 17:6.

 

     En dicha ceremonia, se convocaba a todos los hombres de Israel y había una atención única sobre el Sumo Sacerdote. Jesús, en una forma desapercibida interrumpió la ceremonia lo cual era un delito, y al hacerlo era reo de muerte; y para agravar esta situación lo hizo durante el último día de la fiesta.

 

    Lo que no entendía el pueblo, es que quien interrumpió la ceremonia tenía toda la autoridad para hacerlo, porque Él es la roca de donde brotó el agua en el desierto y todos bebieron de ella, que cuya agua es tipo del Espíritu Santo (1ª Corintios 10:4) La misma roca se hizo presente en la ceremonia e hizo una invitación a beber agua de la fuente, en contraste con la pequeña cantidad de agua que derramaba el Sumo Sacerdote y que de paso venía de un estanque.

 

    La roca que es Cristo, en su cumplimiento a lo dicho por Isaías 12:3, no solo hace una invitación a beber, sino que te ofrece la fuente del agua que es el Espiritu Santo, que fluirá como ríos para satisfacción propia y para ser satisfacción para otros.

 

    Jesús dijo: “… si alguno tiene sed, venga a mí y beba.  El que cree en mí, como dicen las Escrituras, de su interior correrán ríos de agua viva.”

 

    Juan da testimonio diciendo: “Esto dijo del Espíritu Santo que habían de recibir los que creyeran en Él”.

 

    Era tanta la urgencia del Mesías de anunciar el advenimiento del Espíritu, que tomó todos los riesgos al esperar el último día de la fiesta, el de mayor consagración, el día de la entrega, donde había mayor concurrencia. 

 

    Ese día Jesús proclamó la profecía dicha por el profeta Isaías cuando dijo: “Sacaréis con gozo agua de las fuentes de la salvación” Isaías 12:3. CONTINUARÁ

   

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