MINISTERIO INTERNACIONAL DE LA ENSEÑANZA Y LA EVANGELIZACIÓN.

                                          " JESÚS SOBERANO SEÑOR"

                                                   DR. MAESTRO: JOSÉ N. BRICEÑO A. 


       LA TENTACIÒN COMO ESTADO PROBATORIO.

 

    El término tentación que se utilizó del griego, es “peirazo”, que indica inducirte al mal o presentar ofertas de cualquier índole con el fin de sacarte del propósito de Dios.  Esto indica, que no sólo lo malo se puede considerar tentación, que aún lo bueno puede ser una tentación eficaz para sacarte de la voluntad de Dios.

 

    La tentación de parte de Satanás para con  Jesús, fue tan determinante que el mismo Espíritu Santo lo condujo al desierto para ser tentado; el único ser humano que Dios sometió y puso en  tentación  fue  a  Jesús,  porque  Dios  no puede  ser tentado  por el mal y Él  no tienta a  nadie con el mal según lo escrito por Santiago 1:13.

 

  

     ¿Podía Jesús pecar cediendo a la tentación?  La respuesta seria sí,  si Jesús es inmune a la tentación y está exento de la posibilidad de pecar, entonces demás está la tentación. Jesús ni siquiera  estaba inmune en cuanto a la posibilidad de que el estado de pecado entrase a su espíritu, se podía dar la posibilidad.

 

    El simple hecho de que el diablo haya  tentado a Jesús, es porque  tenía  la posibilidad de pecar y corromper el alma, por esta causa la tentación de Jesús se conoce como un estado probatorio. Jesús no podía comenzar su Ministerio en plenitud si primero no vence en una  forma parcial a su opositor. 

 

    Por la prueba que pasó Adán Jesús tuvo que  pasar con la diferencia que tuvo resultados positivos.  Jesús tenía la posibilidad de pecar y corromper el alma, pero no pecó.

 

    Lo otro que hay que tomar en cuenta es, que Jesús no tuvo la asistencia del Espíritu Santo durante la tentación, el Espíritu Santo tuvo que dejarlo solo, Jesús es el postrer Adán. Si el Espíritu Santo no auxilió a Adán tampoco lo hizo con Jesús.  La única arma de defensa que Jesús tenía era la fe y palabra.

 

    El otro aspecto del caso es, que Dios no puso límites a Satanás durante la tentación, él tenía para el momento todo el derecho de tentar a Jesús con todas sus fuerzas y con todos sus recursos. 

 

    En Lucas 22:53, Jesús dijo, en el momento en que iba a ser arrestado: “... mas esta es vuestra hora, y las potestades de las tinieblas...”, por lo que quiso decir “por ahora estoy bajo el dominio de las tinieblas y de Satanás”. El infierno mismo se trasladó al Getsemaní para tentar a Jesús.

   

    El ataque del tentador.

 

    A continuación, vamos a estudiar el objetivo central de la tentación y el carácter de ella. Debemos tomar en cuenta que la tentación fue dirigida únicamente y exclusivamente a la parte humana de Jesús, por lo que consta que la divinidad (el Verbo) no tenía que participar de ella bajo ningún aspecto.

 

    Recordemos que a quien el diablo tentó en el huerto del Edén fue a un hombre, no fue a Dios; por consiguiente, tenía que ser un hombre en un postrer estado quien fuese tentado y soportara la tentación y éste es Jesús.

 

    En la carta a los Hebreos dice: “por lo cual, debería ser en todo, semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote, en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo, pues en cuanto Él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados”. Hebreos 2:17.18.

 

    “porque no tenemos un sumo sacerdote que no puede compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”. Hebreos 4:15.

 

    Partiendo de este principio podemos observar, que lo que fue sometido a prueba fue la humanidad y no la divinidad, y de esta forma podemos tener mayor comprensión de la tentación en su primera parte. 

 

    Mateo dice: “Y vino a Él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”. Mateo 4:3.

 

    El término “Di”, que aparece en el pasaje, denota la capacidad que tenía Jesús en su divinidad para crear las cosas sólo con una palabra.

 

    Al analizar el libro de Génesis cuando relata la creación, aparecen los imperativos: “Sea – Haya – Júntense - Descúbranse – produzcan – Hagamos.  Dándole al Gran Yo Soy la responsabilidad de dictaminar la palabra para que haya  formación y creación de  las cosas. 

 

    Sólo bastaba que Jesús en su divinidad dijera la palabra y las piedras se convertirían en pan; este era el objetivo de Satanás, hacer que Jesús apelara a su divinidad. Si Cristo emplea su poder divino de creación para satisfacer sus propias  necesidades  humanas,  hubiera sido lo mismo que olvidar  la esfera de las limitaciones humanas en la cual por designios de Dios Él tenía que mantenerse. De no ser así, Jesús hubiera atendido de manera sobrenatural sus necesidades y en el área de la tentación no hubiera sido semejante a los hombres, y hubiese perdido el derecho de ser el representante de ellos.

 

    Jesús tenía que confiar en Dios por la fe en la palabra, sin tener que acudir a lo divino para soportar la tentación y librarse de ella. Por otra parte, si Jesús acude a lo divino en respuesta a la tentación, pasaría el Verbo a participar de la misma quebrantando su propio principio que está establecido que dice: “Dios no puede ser tentado por el mal.” 

 

    Satanás sabe que él no puede tentar a Dios, pero en una forma indirecta tienta a Jesús en su humanidad para que a su vez apelase a su divinidad,  y de esa forma el Dios-Verbo que no puede ser tentado por el mal, asumiera en forma voluntaria la tentación, y de esta manera quebrantaría sus propios principios, y se perdería el Verbo en la persona de Jesús.

 

    En  el  principio  aclaré,  que   Jesús   no  pudo  ser  asistido  por el Espíritu Santo en la tentación, con mayor razón debemos entender que el Verbo no podía intervenir ni involucrarse en la tentación bajo ningún aspecto en lo absoluto.

 

    En su divinidad Jesús podía convertir las piedras en pan, sería algo semejante a lo que Juan el Bautista le dijo a los fariseos y saduceos: “Dios puede levantar hijo a Abraham., aún de estas piedras”,  pero Jesús en su humanidad tenía que vencer la tentación.

 

   Por  otra  parte,  si  observamos  bien  el  carácter y propósito de la  tentación en esta primera etapa, vemos que la tentación se libró por la humildad o estado de humillación de Jesús, que pudiendo acudir a su divinidad a lo cual fue instado, no tomó en cuenta ese recurso, sino que en su perfecta humanidad pudo soportar la tentación como hombre, usando como recurso la fe en la palabra de Dios.  De allí nace la respuesta de Jesús:

 

   Escrito está: no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”.

 

    En conclusión a esta etapa de la tentación, el objetivo principal del diablo era que Jesús acudiera o apelara a su divinidad y de esta forma pretender lograr afectar tanto lo divino como lo humano corrompiendo el alma de Jesús.

 

     En lo divino

 

    En un supuesto negado que el Verbo aceptara las demandas de Satanás en la tentación, se estaría atribuyendo la tentación para Él y quebrantaría su propio principio, ya que Dios no puede ser tentado por el mal, y menos que el Verbo se incluya en una tentación que no le corresponde bajo ningún aspecto.

 

   

   En lo humano

 

    Si Jesús acude a su divinidad para librarse de la tentación, su sacerdocio  caducaría  al  momento porque  de esta forma no podía  ser  el  representante  de  los hombres  ante  Dios.   Esto  es  corroborado por las Escrituras  y quedó establecido en ellas Hebreos 2:17.18; 4:15.

 

    En la segunda etapa de la tentación, Satanás usó la palabra de Dios en una forma tergiversada como instrumento para la tentación. Mateo da testimonio de esto.

 

     “Y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y en sus manos te sostendrán para que no tropiece tu pie en tierra”. Mateo 4:6.

 

    La respuesta que Jesús le dio al diablo revela el objetivo que Satanás quería alcanzar.  Jesús le dijo: No tentaras al señor tu Dios” (Deuteronomio 6:16. Mateo 4:7) Si analizamos este pasaje tal como se escribió originalmente, Jesús lo que expreso fue lo siguiente: “No intentaras poner a prueba la fidelidad de Dios” 

 

     Lo que Jesús quiso decir es, que no es bueno querer ver hasta dónde puede uno llegar con Dios.  No tiene sentido ponerte deliberadamente en una situación peligrosa, atrevida, e innecesaria, para conocer la capacidad de Dios para librarte del peligro.  

 

    Dios espera que asumamos riesgos por fidelidad a Él, pero no para elevar nuestro prestigio, entrando en la terquedad y en la obstinación.

 

    El poder salvador de Dios, no es algo con lo que se pueda jugar ni experimentar, es algo en lo que hay que confiar. El sensacionalismo conduce al fracaso,  buscar y entrar en ese mundo poniendo a prueba la fidelidad de Dios es desconfiar de Él.

 

    Jesús tenía tanta confianza en Dios, que no tenía necesidad de ponerlo a prueba.  Toda persona que someta a prueba a Dios dudando  de su  fidelidad,  tendrá  consecuencias trágicas, hasta el punto que pueda perder la vida.  Este era el objetivo de Satanás, sacar a Jesús del curso voluntario en Dios, llevándolo a dudar, entrando en desobediencia, corrompiendo el alma y por la desobediencia misma producir la muerte, cercenando de esta forma el plan y propósito de Dios en cuanto a la salvación de la humanidad.

 

     Si Jesús se hubiese lanzado, cediendo a la tentación, confiando en lo que está escrito cuando dice: “... a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos”  no hubiera tenido buenos resultados ya que el principio establece que si estás y te mantienes en los  caminos de Dios tendrás la protección de Dios, porque “El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del omnipotente”. 

 

    Esto indica que si te sales del abrigo te sales de la sombra protectora,  quebrantas  el  principio y quedas fuera de la cobertura de Dios; no por causa de Dios, sino por tu desobediencia. Entras en terreno satánico, y tendrás graves resultados, hasta el punto que puedes perder la vida. 

 

    En una ocasión Dios me dijo: “Sea que te libre o que te guarde del mal, siempre estarás en mi cuidado; lo único que te pido es: no quebrantes principios”.

 

    No olvides que el trabajo del diablo es robar, tergiversar, mentir la Palabra de Dios en la vida del hombre.  Lo hizo con Adán, trató de hacerlo con Jesús,  y sin lugar a dudas lo tratará de hacer contigo.  No caigas en el juego de la tentación, fíate de Dios, confía en Él.

 

    Nota: Toda conducta imprudente, no es evidencia de fe, sino de presunción.

 

   

     Mateo 4:8.9 registra la tercera etapa de la tentación: “Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares”.

 

     La esencia de la tentación era entregarle a Jesús en parte los objetivos aprobados por Dios pero empleando la estrategia de Satanás sin el sufrimiento. Satanás estaba ofreciendo la corona sin ir a la cruz, el camino fácil para conseguir el poder y la gloria obviando el sufrimiento. 

 

    Sólo cuando analizamos los padecimientos de Cristo para llegar a la  posición  en  que  se encuentra ahora, es que podemos entender la oferta   que encerraba la tentación, el evitar el  Getsemaní,  el juicio de los hombres, la tortura romana,  el calvario,  y todo lo  que implica, los clavos, las seis (6) horas pendiendo de la cruz, el juicio de Dios sobre Él, incluyendo toda la ira de Dios, el abandono total y completo de Dios para con Jesús; el abandono del Espíritu Santo, el descenso de Jesús al infierno.

 

    Al considerar todo lo que implica estos padecimientos teniendo conocimiento de cada paso en una forma precisa y determinada, podemos medir los valores de la oferta que satanás propone a Jesús en la tentación. Satanás le ofrece a Jesús, “los reinos del mundo y la gloria de ellos”, lo que indica, que el tentador le está ofreciendo a Jesús todo lo concerniente al universo desde lo celestial hasta lo terrenal, excluyendo al tercer cielo que es el cielo de Dios.

 

     Todo lo que resta del tercer cielo hacia abajo para el momento de la tentación pertenecía a satanás y por esta causa tenía propiedad para ofrecerlo 2ª Corintios 4:4. Juan 12:31. Efesios 2:2.

 

    Con la caída de Adán, Dios perdió todos los reinos del mundo con toda su gloria, la Biblia dice que: “El Hijo del  hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” Lucas 19:10.

 

    El término “lo”, que aparece en la oración para hacer referencia a lo que el Hijo vino a recuperar, se refiere a varias cosas, lo que indica que no solamente Dios perdió al hombre, sino que juntamente  con el hombre perdió lo que Dios le había entregado a él como corona de la creación. 

 

    Todo esto pasó a manos de Satanás siendo él el propietario, por lo cual tiene todos los derechos en darlo en oferta en la tentación.

 

    Por otra parte, en esta oferta que satanás le hace a Jesús, era claudicar esa promesa que Dios padre le diera a su hijo en el área terrenal, darle por herencia las naciones y la posesión de los confines de la tierra, (Salmo. 2:7.8) esto afectaría por completo el establecimiento del reinado mileneal de Dios mediante su hijo, y afectaría el establecimiento de su reinado eterno en la vida venidera que se establecería en la nueva tierra.  

 

    El que Jesús adore a satanás en el momento de la tentación no se le considera en sí tentación, la tentación está en la oferta que el tentador le presenta a Jesús. La demanda de la adoración por parte de satanás hacia Jesús vendría siendo la condición para adquirir los bienes ofrecidos. La tentación en sí no está en la demanda, sino en la oferta que se ofrece por causa de la demanda. 

 

     Debemos tomar en cuenta una verdad en relación a la tentación que viene del tentador. Todas las ofertas que Satanás te ofrece en la tentación, miden el nivel de gloria a la que Dios te quiere llevar. Jesús entendió esta verdad, Él sin lugar a dudas medito y en su interior dijo: “Si Satanás me está ofreciendo todos los reinos del mundo, como será el nivel de gloria y de imperio a la que mi padre me quiere llevar” Este debe ser nuestro sentir en el momento en que seamos tentado, entender que nada de lo que el maligno ofrece supera  lo que Dios tiene preparado para nosotros.

 

    En el caso de las otras tentaciones en la primera y segunda etapas no hubo ofrecimiento porque la tentación fue interna no externa.  En este caso, la tentación estuvo en el impulso que Satanás quiso producir en Jesús para que apelara a su divinidad y abandonara su humanidad.

 

   En la tercera etapa de la tentación, Satanás tenía por objetivo que Jesús abandonara el área de la fe, probando la fidelidad de Dios, entrando así en el terreno de la presunción. Sea cual sea el caso de la tentación, nunca olvides que: “Satanás te ofrece mucho; te da poco y te lo quita todo.”



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