" JESÚS SOBERANO SEÑOR"
DR. MAESTRO: JOSÉ N. BRICEÑO A.
LA IGLESIA MORADA DEL ESPÍRITU SANTO.
Juan 1:32-33, corrobora lo antes
mencionado: “También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía
del cielo como paloma, y permaneció sobre Él”
“Y no le conocía, pero el que me
envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el
Espíritu y que permanezca sobre Él...”
El término “Permanecer” refiriéndose
al Espíritu Santo en la vida de Jesús, nos da indicios que sobre la primera
persona en la que el Espíritu Santo vino a hacer su morada fue Jesús, luego
vino a hacerlo en la Iglesia.
Tome en cuenta esta verdad que a
continuación voy a describir:
>Dios Padre se denomina “Dios por nosotros”
>Dios Hijo se denomina “Dios con nosotros” Emmanuel
>Dios Espíritu Santo se denomina “Dios en nosotros”,
cuando hace su morada.
Jesús dijo: “El Espíritu Santo que mora con
vosotros, y estará en vosotros.”
Para que el Espíritu Santo viniese a morar en nosotros como cuerpo, primero
tuvo que darse la justicia y la vida de Dios, es decir, primero tuvimos que ser
justificados y vivificados, porque en la naturaleza de pecado y de muerte, Él
no puede morar permanentemente en nosotros.
Estábamos en total contraste con su naturaleza.
Todo esto es corroborado por Ezequiel cuando dice: “Esparciré sobre vosotros agua
limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias, y de todos vuestros
ídolos los limpiaré; os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de
vosotros, y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón
de carne, y pondré dentro de vosotros mi Espíritu…” Ezequiel 36:25.27.
Reitero.La morada
del Espíritu Santo es la acción por la cual Dios toma la residencia permanente
en el cuerpo de un creyente en Cristo Jesús. En el Antiguo Testamento, el
Espíritu venía y se posaba en todos los que ejercían un llamado por Dios,
estaba en ellos para el servicio, pero no necesariamente permaneciendo con
ellos (ver Jueces
15:14; 1
Crónicas 12:18; Salmo
51:11; Ezequiel
11:5).
Jesús reveló a Sus discípulos la nueva función que el Espíritu de verdad ejercería
en sus vidas: "mora con vosotros, y estará en vosotros" (Juan
14:17).
El apóstol Pablo escribió que el Espíritu Santo es el dueño de nuestros cuerpos
porque fuimos comprado. (1Corintios6:19-20).
Hoy
en día, no hay ningún templo judío en Jerusalén, y ya no se realizan más
sacrificios de animales. El creyente en Cristo se ha convertido en el santuario
interior de Dios el Espíritu Santo, en tanto que el creyente ha sido
santificado y perdonado por la sangre de Jesucristo (Efesios
1:7).
El creyente en Cristo se ha convertido en la morada del Espíritu Santo de Dios.
De hecho, la Biblia también dice que Cristo habita espiritualmente en el
creyente (Colosenses
1:27)
y por Dios el Padre (1
Juan 4:15);
toda la Trinidad está involucrada.
Estos versículos nos dicen que todo hijo
de Dios en Cristo Jesús tiene la Tercera Persona de la Trinidad habitando en
él. Cuando una persona nace de nevo en Cristo, es resultado en que el Espíritu
Santo le da al creyente la justicia y la vida de Dios, la cual es realmente su
naturaleza (Tito
3:5; 2
Pedro 1:4),
y el Espíritu Santo viene a vivir dentro del creyente. El hecho de que el
cuerpo del creyente sea semejante a un templo donde vive el Espíritu Santo, nos
ayuda a entender lo que significa la morada del Espíritu Santo. La palabra
templo se usa para describir el Lugar Santísimo, el santuario interior en la
estructura del tabernáculo en el Antiguo Testamento. Allí, la presencia de Dios
aparecía en una nube y se encontraría con el sumo sacerdote, que entraba una
vez al año al Lugar Santísimo. En el Día de la Expiación, el sumo sacerdote
entraba con la sangre de un animal sacrificado y la rociaba sobre el
propiciatorio del arca del pacto, en ese día, Dios les concedí el perdón.
Para mayor
comprensión de la habitación del Espíritu Santo en el creyente, debemos hacer
un análisis etimológico de dos términos y conocer sus propiedades y sus
valores. Estos términos son: “Morada”
y “Templo”.
Morada: El verbo morar en griego es “Oikeo”,
derivado de “Oikos”, que indica una
casa o habitación. El término “Oikeo” que Pablo utilizó para
referirse al Espíritu Santo como morador, tiene que ver no solamente con el que
habita, sino con el dueño o propietario de la morada. Esto hace entender desde el punto de vista
etimológico, que el Espíritu Santo no sólo vino a morar en el hombre, sino que
es Dueño y Señor de su morada. De no
ser así, el Espíritu Santo sería un arrimado o un inquilino.
Según el testimonio de los que escribieron las Escrituras, el Espíritu
Santo no es un simple morador como arrendador, no es un invasor, no está
arrimado. Es el dueño de la Iglesia, que
es su cuerpo, y tiene todo el derecho sobre ella.
“¿No sabéis que soy templo de
Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” 1ª Corintios 3:16.
“En quien vosotros también sois,
juntamente edificados, para morada de Dios en el Espíritu. “Efesios
2:22.
“¿O pensáis que la Escritura dice
en vano: ¿El Espíritu que Él ha hecho morar en nosotros, nos anhela
celosamente?” Santiago 4:5.
El término anhelar que
aparece en el texto es del griego epipotheo derivado del término epithumeo que está relacionado
al término concupiscencia, que indica desear ardientemente, destaca el impulso
interior más que el objeto deseado. Es un anhelar profundamente, y todo esto
emana de un amor intenso.
Según estos pasajes, debemos
entender y aceptar, que el creyente no tiene ningún derecho como morada del
Espíritu para tomar decisiones con su vida sin consultar con la persona del
Espíritu que es el Dueño de la morada. El Espíritu Santo no es, un inquilino,
no es un invasor, no es arrimado, menos un invitado; El es el
dueño de la morada.
En Apocalipsis se registra uno
de los más grandes fenómenos que se pueden dar en contra de la comunión que
debe haber entre Dios y la Iglesia.
El pasaje dice: “… Yo
estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él
y cenaré con él y él conmigo. “Apocalipsis 3:20.
No es posible entender cómo es
que Cristo, siendo el dueño Señor y cabeza de la Iglesia está del lado fuera
tocando para que lo dejen entrar. Esto
se da también con el Espíritu Santo y la Iglesia; que habitando Él en nosotros
y siendo Dueño y Señor de la morada, no tenga libertad en ella. El trato que la
Iglesia le ha dado al Espíritu Santo como el morador es semejante al que se le
da a un arrimado. Un arrimado, al pasar
el tiempo estorba, cansa, obstina, roba la privacidad; y por esta causa se
busca la forma de salir de él. Quizás en una forma declarada y directa no
sintamos ni hagamos esto en contra del Espíritu Santo, pero nuestros hechos lo
afirman, al tener poca intimidad y comunión con el Espíritu Santo, que se
refleja en el hecho de tomar decisiones y hacer con nuestro cuerpo lo que
queramos sin consultar con Él, siendo Él el Dueño y Señor nuestro, al tomarnos
como morada.
Nunca olvidemos esta verdad,
nadie puede venir a hacer con nuestra casa lo que le venga en gana, de igual
manera, nadie incluyéndonos como persona puede tomar decisiones en nuestra vida
y con nuestro cuerpo sino aquél que es el propietario de la morada. Esto es el Espíritu Santo.
1ª Corintios 6:19.20 dice: “¿O
ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en
vosotros; el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestro, porque habéis sido
comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestros cuerpos y en
vuestro espíritu, los cuales son de Dios?”
Templo: En griego aparecen dos términos para hacer
referencia a esta palabra, pasemos a definirlos:
Hieron: Se usa para hacer referencia al edificio con sus recintos y sus utensilios.
Hechos 19:27. 1ª Corintios 9:13.
Naos: Este es el
término que se utilizó en el Antiguo Testamento en su equivalente en el hebreo para
hacer referencia al lugar Santísimo llamado el Santuario, lugar donde se
encontraba el Arca del Pacto (Levítico 16:15.16). En este lugar sólo podía entrar el Sumo Sacerdote una vez al
año. Esto nos muestra lo serio del
asunto en cuanto a este lugar como morada de Dios. No todo el mundo podía
entrar.
Pablo no sólo afirma que nosotros como sacerdotes tenemos acceso al verdadero
lugar Santísimo, sino que somos la morada, el santuario, el templo y la casa de
Dios. (1ª Corintios 3:16. 2ª Corintios 6:16. Efesios 2:21.22. Santiago 4:5). Esta
verdad al parecer muchos no le han dado importancia, al vivir en una forma
desenfrenada, cayendo en libertinaje en la vida de pecado, profanando el
santuario de Dios.
En el antiguo testamento tenemos
un ejemplo claro y la tomo como verdad paralela, en relación a la profanación,
sacrilegio y abominación cometidos en el templo de Dios. Se trata del sacerdote
Elí y sus hijos quienes tenían sus relaciones sexuales en el mismo altar del
sacrificio e irrespetando y teniendo en poco la santidad de Dios. Por tal
acción fue rechazado el sacerdocio de Elí y se procedió a la muerte de sus
hijos. (1ª Samuel 2:22.35). Que me dice a mí que Dios va a hacer tolerante ante
tanto pecado cometido con premeditación y alevosía, donde préstamos y cedemos
nuestro cuerpo que es templo del Espíritu Santo para tal acción, cometiendo
sacrilegios, entrando en profanación, y detracción; cosa que es abominación ante
el Espíritu Eterno.
Pablo es claro en el asunto,
exhortando a los creyentes que viven en este estado de pecado, con el fin de
que se condujeran en santidad 1ª Corintios 6:12.20.
“Todas las cosas me son lícitas (me son permitidas),
mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, más yo no me dejaré
dominar de ninguna. 13Las viandas para el vientre, y el vientre para
las viandas; pero tanto al uno como a las otras destruirá Dios. Pero el cuerpo
no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo... 15¿No sabéis que vuestros cuerpos son
miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros
de una ramera? De ningún modo. 16¿O no sabéis que el que se une con
una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne.
17Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. 18Huid
de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del
cuerpo; más el que fornica, contra su propio cuerpo peca. 19¿O
ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en
vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 20Porque
habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y
en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” 1ª Corintios 6:12.20.
14No os unáis en
yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia
con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? 15¿Y
qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? 16 ¿Y qué
acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?, porque vosotros sois el
templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré
su Dios y ellos serán mi pueblo. Por lo
cual salid de en medio de ellos y
apartaos, y no toquéis lo inmundo y Yo os recibiré...” 2ª Corintios 6:14.18.
En conclusión: La exhortación de Pablo
radica en hacerle crear conciencia al creyente el peligro de tomar el cuerpo y
prestarlo para la fornicación, uniéndola a una ramera, cumpliendo así el
principio presentado en el Génesis el cual establece que ambos serán una carne,
esto cercena por completo la vida de comunión y de intimidad con Cristo siendo
Él la cabeza del cuerpo. Y por otro lado seria caer en acto de profanación,
detracción, y sacrilegio; que es abominación ante Dios, que siendo nuestro
cuerpo morada y santuario de Dios en el Espíritu le estemos contaminando con
dichas acciones tan bajas, y que a su vez degradan la vida del hombre en todos
sus aspectos. Salomón dijo en sus escritos.
“…El que comete adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que
tal hace Heridas, vergüenza y destrucción hallará,…” Proverbios
6:32.33.
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