DEBERES Y DERECHOS DE LA AUTORIDAD. I EL COMO EJERCER AUTORIDAD Primera Parte

DEBERES Y DERECHOS DE LA AUTORIDAD. I
EL COMO EJERCER AUTORIDAD.

Para ejercer autoridad se debe conocer los deberes y los derechos que tiene dicha autoridad, y entre ellos existen limitaciones.

Debemos conocer cómo, cuándo y dónde ejercer autoridad:

> Cómo: nos indica la forma.

>Cuándo: nos indica el tiempo.

> Dónde: nos indica el lugar.

EN ESTE TÓPICO TRATAREMOS EL CÓMO EJERCER AUTORIDAD.

El cómo ejercer autoridad.

Cuando nos referimos al cómo ejercer autoridad, hacemos referencia a la forma. Existen actitudes negativas que nos llevan a ejercer autoridad fuera del orden establecido por Dios. A continuación vamos a detallar cada una de ellas.

a) La autoridad no se impone, se expone y se ejerce.

Una cosa es estar bajo la autoridad, y otra es estar bajo autoridad. El estar bajo la autoridad es estar bajo un control, es estar haciendo las cosas en el capricho y la obstinación de otro, es vivir bajo una imponencia, autocracia, dictadura; sin tener derecho a nada. Cuando en el ejercicio de la autoridad no se respetan tus derechos, y se te exponen tus deberes, tal autoridad no procede de Dios. Es almática, sensual, carnal, diabólica.

Esto es presentado por el Apóstol Pedro en una de su carta, Él dijo:

“Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey…” 1a Pedro 5:2.3.

Cuando una persona impone la autoridad, entra en el terreno de la manipulación, intimidación, el control, el dominio, cercenando e irrespetando los derechos que tienen los demás.

Debemos entender que estas actitudes son operaciones satánicas, Dios no opera de esta forma, Él persuade en amor.

Persuadir: Es el acto de enamorarte para ganar tu voluntad.

La manipulación, intimidación y el control; son productos de la autocracia, la independencia y el humanismo, que es el asesino de la gracia, tomando tus propias decisiones e ignorando la voluntad de Dios e imponiéndote a ella entrando en el terreno del gobierno humano.

La autoridad nunca fue delegada para imponerla, sino para exponerla y ejercerla.

b) La autoridad no busca ni defiende una posición.

Cuando una persona defiende una posición no conoce lo que es autoridad. El que tiene y ejerce autoridad de parte de Dios, debe saber que tiene una posición, por ende la autoridad que ejerce se debe a la posición que tiene. Por esta razón, a Jesús le era difícil contestar la pregunta que le hizo el Sumo Sacerdote en relación a su posición como el Mesías; Él sabía que lo era y no tenía que manifestar, vociferar, ni defender dicha posición.

En la respuesta que Jesús le da al Sumo Sacerdote lo deja en claro, Él le dijo: “tú lo has dicho” (Mateo.26:64). Es decir “yo no lo dije: tú lo dijiste”. Jesús estaba claro y convencido en el asunto, Él sabía que era el Mesías, no tenía que hacer alarde de ello.

Moisés no defendió la posición que tenía, él sólo ejerció la autoridad que Dios le delegó por causa de su posición, y Dios en respuesta a la posición que le había dado, respaldó la autoridad que esté ejerció. (Números 16:1.34).

La vindicación, la defensa o cualquier otra reacción que pudiera darse por causa de una posición que se ha recibido de Dios, debe venir de Dios, no del hombre. El que se vindica a sí mismo, no conoce a Dios y duda de su posición. Nadie en la tierra pudo ser más autoritario en su defensa que Cristo, sin embargo, nunca defendió su posición.
El que hable a favor de sí mismo, está bajo juicio, por lo tanto, carece de autoridad. Cada vez que uno trata de vindicar o defender su posición, pierde el derecho de ejercer autoridad. Alguien dijo: “La autoridad y la defensa propia no son incompatibles”

Nota: Cuando nos justificamos y defendemos nuestra posición ante los demás, ellos se convierten en nuestro juez.

c) La autoridad no es compatible con la violencia y el agravio.

La autoridad es todo lo contrario a la violencia y al agravio; ella refleja: amabilidad, cordialidad, afabilidad, benevolencia, humildad, mansedumbre, templanza, honra, respeto. (Romanos: 13:7).

Cuando Coré, Datan y Abirán se rebelaron en contra de Moisés, él los mandó a llamar en una forma pacífica para arreglar cuentas. Números 16:12.

En esto podemos ver reflejado la mansedumbre de un hombre, que ha entendido lo que implica la autoridad que se le ha confiado.

Tenemos como ejemplo el caso de Pedro cuando cortó la oreja del siervo del Sumo Sacerdote en el momento que fueron a entregar a Jesús. En el acto de violencia que se dio por parte de Pedro, Jesús lo reprendió; el Señor tenía muy claro que la autoridad no es compatible con la violencia. (Mateo.26:51.54).

Generalmente se da por sentado que cosas tales como las que se nombran a continuación son los requisitos necesarios que debe reunir una autoridad: esplendor, magnificencia, personalidad, presencia, apariencia fuerte, poder.

Además se argumenta que para ser autoridad uno debe poseer una firme determinación, ideas geniales y labios elocuentes; pero no son estas cosas las que representan la autoridad, en cambio sí representan la carne.

Nadie en el Antiguo Testamento superó a Moisés como autoridad establecida por Dios, no obstante, fue el más manso de todos los hombres. Moisés nunca acudió a la violencia para defender la autoridad que Dios le delegó.

“Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra”. (Numero12:3).

En el Nuevo Testamento no hubo un hombre con mayor autoridad que Jesús, sin embargo, Él resaltó su mansedumbre más que su autoridad, hasta el punto que se puso de ejemplo a sus discípulos y les dijo: “aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”. (Mateo11:29).

Para ser autoridad y ejercerla, se necesita llevar por delante la mansedumbre, la violencia te cercena el derecho de ejercer autoridad. Alguien dijo: “La mansedumbre es lo que le da balance a la autoridad en el momento que se ejerce”.

Nota: Los gritos, el agravio y la violencia es instinto de inseguridad en lo que se “es”, y en lo que se “ejerce”, y es el arma de los que no tienen razón.

d) La autoridad ni hace ni dice ni toma decisiones arbitrarias.

El que tiene autoridad debe usar la prudencia, que tiene que ver con la sabiduría, y a la vez debe tener dominio propio.

La Sabiduría: Es el arte de saber transmitir el conocimiento, en dichos o en hechos, la sabiduría es la madre de la prudencia.

Dominio propio: Es la fuerza de la voluntad. Es lo que te hace tomar decisiones sabias para dar pasos concretos evitando que la vida se desmorone.

El dominio propio. No nos deja ser impulsivos en las cosas que hablamos o en las acciones que emprendemos como producto de las decisiones que tomamos.

Nota: quien no saben refrenar sus acciones negativas y su lengua, no son aptos para ejercer autoridad.

Jesús fue muy prudente con lo que hacía y decía, el texto dice: “…no abrió su boca para nada”.

Jesús habló cuando tenía que hablar, dijo lo que tenía que decir, y actuó cuando tenía que actuar. (Mateo 27:11.14. Marcos 15:2.5. Lucas 23:1.5. Juan 18:28.37).
La autoridad en cuanto a las acciones: El testimonio de un hombre de Dios mide el nivel que tiene para ejercer autoridad. En lo secular todas las acciones negativas que un funcionario de cualquier institución haga a la luz pública, le costarán el cargo y la posición que tiene. Pasa por el proceso de degradación y destitución. En mi opinión, en lo espiritual las demandas son mayores.

Es muy importante que un hombre de Dios sea íntegro en todas sus acciones, debe tener mérito de todo y con todos donde se encuentre. Debemos entender que un hombre sin un buen testimonio puede seguir siendo la autoridad y tener autoridad, pero no tiene fuerza ni credibilidad para ejercerla; por causa de sus malas acciones pierde todos los derechos ya que cae en desgracia y pierde el favor de los hombres cayendo en un terreno de desgracia.

Jesús condeno la actitud que tuvieron los escribas y fariseos al exponer la autoridad sin tomar en cuenta la vivencia de ella, Él dijo: “En la catedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos…” (Mateo 23:2) El término Catedra del griego tiene que ver con lugar de eminencia donde solo podían sentarse a ejercer los que estaban constituido para lo tal. El caso registrado en el pasaje muestra, que los que estaban dando intrusiones en relación a los mandamientos de Dios dados a Moisés, habían perdido el derecho de ejercer autoridad siendo representante de ella, por no hacer de los mandamientos que exponían un estilo de vida.

La autoridad en cuanto a los dichos o sus palabras: Un hombre con autoridad debe tener sumo cuidado con lo que dice; con una palabra que diga bajo la autoridad de Dios puede bendecir o puede maldecir.

Como Ministros de Dios debemos tener cuidado cómo nos dirigimos a la Iglesia, a nuestros vecinos, o quienes nos rodean.

En el rol de padres, debemos considerar la forma cómo nos dirigimos a nuestros hijos, si expresamos palabras de maldición o condenación o en lugar de esto, los bendecimos deseando y declarando para ellos lo mejor.

Como esposo, ser medido y tener sumo cuidado cómo nos dirigimos a nuestras esposas, ellas deben ser: amadas, protegidas, enamoradas, cortejadas. De nuestros labios deben salir palabras de elogios, y no ofenderlas ni maldecirlas verbalmente.
Por estas causas, como representantes de la autoridad no debemos tomar decisiones arbitrarias en lo que hacemos o decimos; seamos prudentes.

e) La autoridad es sensible ante la autoridad donde se encuentre.

El que ejerce autoridad tiene una visión de la misma, percibe y capta la autoridad donde se encuentre y la obedece siendo solidario con ella. La autoridad nunca pasa por alto a las autoridades ni las desautoriza, sino que les da el apoyo que se requiere.

Ten presente que donde vayas o te encuentres siempre te vas a conseguir la autoridad representada, y vas hacer confrontado por ella; no la resistas ni te opongas, solo sujétate y obedécela.

f) La autoridad no indica tener todo el tiempo la razón.

No se tiene la razón porque se es la autoridad; ejercemos autoridad porque lo que hacemos es razonable delante de Dios y de los hombres.

El que ejerce autoridad sabe pedir perdón cuando se equivoca, y a su vez reconoce los errores cuando los comete, respetando así los derechos que tienen sus semejantes. Además de esto, es humilde para recibir consejos, es fácil de ser corregido, porque tiene presente que no le resta nada el aprender, al contrario, reconoce que el aprendizaje lo hace sabio y prudente para ejercer la autoridad con razón.

g) La autoridad se rige por sus canales.

>Nunca la autoridad trata de tomar ventaja en contra de la autoridad. El que ejerce autoridad nunca lo hace a escondidas, traicionando a las autoridades; no entra en competencia con ella. La autoridad se alinea a las autoridades y va a la par con ella.

> La autoridad nunca trata de sobornar a las autoridades ni se deja sobornar de nadie. El “Sobornar” es el acto de comprar para conseguir el favor de otro, pasando por alto las leyes o principios establecidos. Esta acción es abominación a Jehová. Deuteronomio.10:17.

Según Amós 5:12, el soborno-como se presente-es aborrecido y condenado por Dios. Comprar o vender la autoridad es como tratar de comprar o vender a Dios mismo. Éste fue el terreno en el cual Judas cayó, quien por treinta piezas de plata, vendió la autoridad misma dejándose sobornar por el Sanedrín.

El otro caso de intento de soborno lo tenemos en Simón, el mago, quien quiso comprar la autoridad delegada que los Apóstoles recibieron de Dios en la imposición de las manos para el recibimiento del Espíritu Santo, acto que fue rechazado y condenado por Pedro (Hechos 8:18.23), y sin lugar a dudas por Dios.

Nota: Cuando se trata de los asuntos de Dios no hay lugar para el soborno, (cohecho). En Dios la única opción que tenemos en cuanto la autoridad que se nos ha delegado, es ejercerla, cumplirla y sujetarnos a ella.

> La autoridad nunca miente o engaña a las autoridades. El mentir o engañar a las autoridades es un pecado que le costó la vida a dos personas en los tiempos de la Iglesia de los primeros cristianos: Ananías y Safira. (Hechos 5:1.11).

El mentir o engañar a las autoridades para conseguir un objetivo propio es como cavar nuestra propia tumba. Quizás en el momento has salido ileso del engaño y la mentira en la cual caíste, pero indiscutiblemente tarde o temprano tendrás los resultados; no te engañes nadie se puede burlar de Dios, éste es un principio que lo registran las Escrituras, que son infalibles pues se cumplen al pie de la letra. El texto dice: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” Gálatas.6:7.
Nota: Dios se va a encargar de hacer prevalecer y dignificar Su autoridad ante todo aquel que atente en contra de ella, Él no puede ser burlado.

> La autoridad nunca deja de ejercer autoridad cuando le corresponde. Si es un pecado grave ante Dios el sobornar las autoridades, por igual lo es el no ejercer autoridad, cuando se tiene que ejercer.

Ser flexible y tolerante ante las injusticias, cuando se tiene que ejercer autoridad, es una manera de deshonrar a Dios, y a la vez es desautorizarlo en nosotros, ya que la autoridad que representamos es la de Él.

Pablo dijo: “…no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas” Romanos.13:1b.
De modo que nosotros, como representantes del Reino de Dios, somos representantes de Su autoridad, y cuando se tenga que ejercer autoridad, y pasemos ese deber por alto, somos copartícipes de las injusticias que se puedan generar por no haber ejercido autoridad. Lo grave del caso, es que daremos cuenta a Dios y a las autoridades de las consecuencias.

Todo lo que se pueda generar a causa de las injusticias, por no haber cumplido con nuestro deber, nos hará responsables y culpables ante Dios y las autoridades. Cada ocasión que se nos presenta para ejercer autoridad ante las injusticias, es el mejor momento de honrar a Dios y de poner su nombre en alto, ya que somos representantes de su Reino en la Tierra.

Ejercer autoridad es tan serio y comprometedor, que si tenemos que perder un cargo, dinero, bienes, a nuestros seres queridos y aún hasta la vida, lo debemos hacer, pero nunca debemos poner en tela de juicio el ejercer la autoridad y nunca debemos ser vacilantes ante el ejercicio de la misma.

> La autoridad no hace acepción ni excepción de personas, ésta cumple con su deber sin perjuicio o prejuicio personal.

Alguien dijo: “La autoridad en parte es ciega, ella no ve sobre quien tiene que cumplir su deber”.

Cuando se trata de ejercer la autoridad, no debemos atarnos a los sentimientos y a las emociones, ya que esto nos afecta psicológicamente y nos hace ser tolerantes en el momento en que se tiene que ejercerla.

Cuando tengamos que confrontar aún a los seres más queridos, por causa de la autoridad que representamos, debemos echar a un lado los sentimientos, no pasar por alto nuestro deber, y ejercer la autoridad con toda propiedad cueste lo que nos cueste.

La autoridad no mira parentesco, sino que debe ser radical en ese sentido; sea a un hijo, padre, madre, cónyuge, amigo u otro; cuando hay que ejercer autoridad, hay que hacerlo sin ninguna restricción, de no ser así caeríamos en el pecado del Sacerdote Elí, que siendo Sumo Sacerdote y juez en la ciudad de Silo, en la casa de Jehová, consintió el pecado de sus hijos ante Dios y eso le trajo graves problemas, hasta el punto que su linaje sacerdotal fue interrumpido y reemplazado, y su casa fue humillada ante la presencia de Dios.(1º Samuel 2:27.36).
El ser tolerante ante las injusticias por “afecto” es una deshonra ante los ojos de Dios. Bien le dijo el profeta al sacerdote Elí cuando lo confrontó:

“…; más ahora ha dicho Jehová:…, yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco.” (1º Samuel 2:30).

Éstas fueron decisiones determinantes que vinieron de parte de Dios en contra del sacerdote Elí, por ser tolerante con sus hijos al no cumplir su deber en el ejercicio de la autoridad. Cuando se tiene que ejercer autoridad, hay que echar a un lado la tolerancia, y ser radical en el ejercicio de ella. Dios, nos premiará honrándonos en gran manera.

>La autoridad y el ensañamiento. La autoridad no se “ensaña” en contra de nadie, el que ejerce autoridad no debe hacerlo deliberadamente.

Arremeter con perjuicio o prejuicio en contra de alguien por la autoridad que se le ha delegado, sería caer en el abuso de autoridad, que es penado y aborrecido por Dios. Nunca olvides esta verdad: “El amor, la mansedumbre, el respeto, y la benignidad son frutos que deben estar por delante en el ejercicio de la autoridad”.

El pecado más grave que pudo haber cometido la nación de Israel, es haberse ensañado y haber arremetido injustamente en contra del Hijo de Dios abusando de la autoridad, esto les trajo graves consecuencias que todavía arrastran con ella.

Mi consejo como Maestro es que nunca uses ni te aproveches de la autoridad que has recibido de parte Dios para arremeter o ensañarte en contra de alguien, porque vas a ser confrontado y disciplinado por Dios.

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