ESTUDIOS DE LA VISIÓN MINISTERIAL. (CUARTA PARTE)

¿CÓMO ALCANZAR LA VISIÓN?

En la interrogante nos referimos a los motivos o móviles que nos impulsan alcanzar la Visión, porque lo importante no es sólo tener una Visión sino poderla alcanzar, pero no es tan sólo alcanzarla sino ¿cómo la alcanzamos?

Pablo dice que para alcanzar la Visión es necesario correr una carrera. Hay una gran diferencia entre la visión y la carrera. La visión es la meta alcanzar, es el objetivo principal y absoluto del Ministerio, la carrera es la forma en la que nos desenvolvemos en las directrices que Dios nos da para alcanzar la visión. De allí la diferencia entre lo que es Visión y Misión.

¿QUE ES LA MISIÓN?

El término Misión está relacionado con instrucciones o directrices que se reciben para llevar a cabo una comisión para obtener un objetivo o alcanzar una meta.

Del término Misión es de donde se deriva los términos comisión, misiones, misionero.

Misionero se le llama al ente que fue enviado con ciertas directrices y reglamentos para desarrollar y cumplir una misión para alcanzar un objetivo que es la visión.

El ejemplo Bíblico está cuando Jesús envió a los doce y luego a los setenta a la gran comisión delegándoles autoridad, dándoles ciertas directrices.

“Después llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos. Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente bordón; ni alforja, ni pan, ni dinero en el cinto, sino que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas… Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen. Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban” Marcos 6:7.

“Después de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, a quienes envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir. Y les decía: La mies a la verdad es mucha, más los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies. Id; he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y a nadie saludéis por el camino. En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa. Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá a vosotros. Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario. No os paséis de casa en casa. En cualquier ciudad donde entréis, y os reciban, comed lo que os pongan delante; y sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios. Lucas 10:1.9.

La Misión desde el punto de vista teológico son las directrices que el Espíritu Santo le da a una persona en la cual se desenvuelve para alcanzar una Visión. Esto indica, que nadie puede alcanzar una Visión si no tiene Misión, y nadie puede tener una Misión si no es dirigido por el Espíritu Santo, pero nadie puede ser dirigido por el Espíritu si no hay una vida de intimidad y comunión con el Espíritu.

Cuando se alteran estos principios, es cuando podemos ver hombres que indudablemente tienen un Don Ministerial, tienen una Visión, pero no tienen Misión porque no son dirigidos por el Espíritu, viven una vida sensual, almática, carnal, materialista; totalmente desordenada ajena a la vida del Espíritu Santo, y lo que los impulsa a desarrollar una obra es el humanismo, que viene siendo la fuerza y el poder que el ser humano tiene inherentemente en él para lograr sus propios objetivos sin la intervención de Dios. Con el humanismo se puede llevar a cabo la obra de Dios, pero no su voluntad.

Tomando en cuenta esta verdad es cuando podemos ver la gran necesidad que se tiene de una vida de intimidad y comunión con el Espíritu. Jesús dijo en relación al desarrollo de su obra para alcanzar la voluntad de Dios: “…porque separados de mí nada podéis hacer…” Juan 15:5.

Como la Misión tiene que ver con la carrera debemos analizar el motivo correcto de la carrera. Si es tan importante alcanzar la visión, es también correr la carrera desarrollando una Misión pero en una forma legítima.

En 2ª Timoteo 2:5 y 1ª Corintios 9:24.27, Pablo nos muestra la importancia de correr en una forma legítima. Él dice que cuando corre lo hace golpeando su propio cuerpo, manteniéndolo en servidumbre. Lo que quiso decir fue: “Corro disciplinándome a mí mismo, teniendo sumo cuidado de hacer las cosas con motivos correctos para no ser descalificado”

Hay quienes han alcanzado una meta, corrieron una carrera, pero no obtendrán premios, ¿Por qué?, porque alcanzaron sus propias metas, corrieron sus propias carreras y cuando corrieron lo hicieron de una forma ilegítima, mintieron, trampearon, sobornaron, robaron, estafaron, atropellaron, engañaron, compitieron; no les importó a cuantos se llevaron por delante con el fin de alcanzar sus propios objetivos.

Hoy en día tenemos Ministerios aparentemente prosperados, con programas de radio, televisión, centros de rehabilitación, con buena posición, con un nombre, fama, popularidad; pero ante los ojos de Dios son unos “…desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos” (.Apocalipsis 3:17), para efectos de Dios en cuanto a galardones no obtendrán nada porque ya obtuvieron su recompensa. Por eso es que todo Ministro que reciba una visión debe centrarse en ella con motivos correctos.

En las Crónicas escritas por Esdras dice: “Los ojos de Jehová contemplan la tierra buscan hombres que tengan motivos correctos en su corazón para depositar en ellos todo su poder” 2ª Cronicas 16:9.

Dios no respalda la ambición de los hombres, Él respalda su visión en la vida de los hombres. La ambición en un hombre es una visión con motivos incorrectos, por esta causa Dios suple nuestras necesidades, no nuestros caprichos ni nuestras vanidades. Jamás recibirás de Dios recursos si lo pides con egoísmo lleno de lujuria. Si lo que pides no lo haces por causa y en beneficio del Reino, cercenas la posibilidad de ser bendecido por Dios. Jesús dijo que busquemos primeramente el Reino de Dios amando y haciendo justicia, y las demás cosas serán añadidas porque somos parte del Reino.

Quien tiene una visión, no emprende una carrera por obtener una posición, lo hace por alcanzar un ideal, y este es el de Dios.

En Conclusión: No es hacer para Dios, sino cómo lo hacemos y como lo alcanzamos.

A continuación presentamos seis (6) áreas en las que un Ministro debe alcanzar perfección y madurez para que haya un motivo correcto en el corazón y a la vez sea sólido en el carácter y lograr así desarrollar una Misión en las directrices del Espíritu, y alcanzar el objetivo principal y absoluto del Ministerio que es la visión.

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