MINISTERIO INTERNACIONAL DE LA ENSEÑANZA Y LA EVANGELIZACIÓN.

                                    " JESÚS SOBERANO SEÑOR"

                       DR. MAESTRO: JOSÉ N. BRICEÑO A.UN BUEN ADMINISTRADOR.


El principio de la bendición está determinado en que seamos buenos administradores ante Dios. Entendiendo que la administración no se limita al dinero, la administración se ajusta y abarca todo lo que tenga relación con la vida integral del hombre.

En el Evangelio de Lucas, hay un ejemplo registrado de lo que implica una buena administración, el texto dice: “Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su Señor pondrá sobre su casa, para que a su tiempo le dé su ración? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su Señor venga le halle haciendo así, en verdad os digo que le pondrá sobre todos sus bienes”. Lucas 12:42.44.

Administrar es el arte de: Gobernar, dirigir, gerencial, cuidar.

La buena administración trae como resultado la economía; la economía indica: Reservar, mantener, guardar, propiamente economizar. El no ser un buen administrador ante Dios, hace que entremos en la malversación, lo cual es aborrecido por Dios.

El término “Administrador”, viene del griego “Oikonomia”, que la mejor

traducción al español es “mayordomo”.

En 1ª Corintios 4:2, registra lo siguiente. “Ahora bien, se requiere de los administradores (mayordomos), que cada uno sea hallado fiel”.

Por igual, en Tito 1:7, registra un principio de administración: “Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios”.

Mayordomo: Es aquel que administra (para ministrar) y cuida posesiones que no son de su propiedad, recursos que le fueron confiados para cumplir los deseos y propósitos de su amo. Por esta causa, jamás Dios podrá ponerte como mayordomo hasta que en ti se forme el carácter de mayordomía.

El tener sentido de mayordomía es entender que nada, absolutamente nada, de lo que poseemos es nuestro, y que jamás debemos ni malversar, ni apropiarnos de lo que no nos pertenece; por precio de sangre fuimos comprados por el Creador, y todo lo que era de nuestra propiedad pasó a ser de quien nos compró.

“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” 1ª Corintios 6:19-20.

El rey David, sin ser redimido, tuvo sentido de mayordomía y entendió que todo lo que él poseía es del Creador, y que Dios es la fuente de donde proceden todas las cosas.

“Bendito seas tú, oh Jehová, Dios de Israel nuestro padre, desde el siglo y hasta el siglo. Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas, sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos. Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre. Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos” 1ª Crónicas 29:11-14.

El dueño de los bienes puede depender de un mayordomo consciente, que conozca la responsabilidad que conlleva la mayordomía. Para el amo, la calidad de su mayordomía es más importante que la cantidad de bienes que se le confía. Por esta causa, para Dios, como el amo de los bienes y valores del Reino, está más interesado en el carácter y los motivos del mayordomo que en los bienes que se le entregan para administrar, porque de esto depende su fidelidad.

Nuestro carácter como “Mayordomo” es lo que determina cuán útiles podemos ser en las cosas que nos han sido confiadas y la responsabilidad que asumamos ante los bienes que se nos entregan. Un carácter adecuado y bien formado en línea con la responsabilidad, está estrictamente relacionado con el ser útil y ser fiel a su Señor.

Este principio lo dejó plasmado Jesús en una de sus parábolas, analicemos el pasaje:

14 Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. 15 A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. 16 Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. 17 Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. 18 Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. 19 Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. 20 Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. 21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. 22 Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. 23 Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. 24 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; 25 por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. 26 Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. 27 Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. 28 Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. 29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Mateo 25:14-30.

Cuando un creyente tiene el carácter ajustado a la responsabilidad, conllevándolo a la: Seriedad, el respeto, la consideración, el esfuerzo, la abstinencia, el compromiso, la dedicación, la constancia, la perseverancia, la abnegación; siempre,

en su mayordomía, será aprobado por Dios; y, por ende, seguirá recibiendo de Él sus recursos y bienes sin medidas, sintiéndose Dios complacido de su mayordomía, escuchando los elogios de su señor cuando le diga:

“…: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré…” Mateo 25:21.

La mayoría de los creyentes, en nuestras congregaciones, caminan, viven, actúan por emoción y no por convicción, por cuanto no hay un carácter formado en los principios del reino, igual decir, en los pensamientos de Dios. De ahí la necesidad de tener un carácter formado en la verdad de Dios, para poder fungir como un auténtico y legítimo mayordomo.

Hay áreas que un mayordomo debe administrar con excelencia, antes de recibir los recursos de Dios, comencemos a detallar cada una de ellas:



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