¿QUÉ PRODUCE LA FE EN EL CREYENTE?

¿QUÉ PRODUCE LA FE EN EL CREYENTE? 

Lo primero que hay que dejar en claro es que la fe como fruto, como don espiritual o para salvación, en sustancia y naturaleza es la misma, pero en operaciones es diferente. 

Una cosa es tratar la fe como fruto producto del nuevo nacimiento; otra, es verla como manifestación del Espíritu en el don espiritual en un momento determinado; y otra, es verla como aquella que produce la predicación del Evangelio a los incrédulos. A continuación voy a dar información acertada con bases Bíblicas para responder a la interrogante: ¿Qué produce la fe en el creyente?

Muchos han alegado que la fe es producto de la Palabra, tomando como base lo dicho por el Apóstol Pablo en Romanos 10:17.

Si analizamos bien el pasaje tomando en cuenta la ilación del pensamiento, nos podemos dar por enterado que el Apóstol no viene haciendo referencia a la fe del creyente, sino a la fe que produce la predicación del Evangelio a quienes se les predica. Analicemos el texto.

“Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas. Pero la justicia que es por la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién subirá al cielo? (esto es, para traer abajo a Cristo); o, ¿quién descenderá al abismo? (esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Ésta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.

¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! más no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. (Romanos 10:5.17)

En Romanos 10:17 se está tratando la fe que produce el mensaje del Evangelio a los incrédulos para que se conviertan a Jesucristo y puedan así aceptar el don de la salvación.

En cuanto al creyente, la fe es algo natural en Dios, y viene a ser depositada en el creyente a través del nuevo nacimiento por el Espíritu; es decir, la fe es un fruto del Espíritu que viene a depositarse en el creyente como producto del nuevo nacimiento. Así lo describe el Apóstol Pablo en Gálatas.

“…Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza;…”Gálatas 5:22.23.

Según Romanos 12:3 cada creyente ha recibido de Dios una medida de fe, el término griego que se utilizó para hacer referencia a la medida de fe es “Metron pisteo”, que define: el poder o la sustancia que viene de Dios para hacer logros y producir milagros.

Por otra parte, el término “Metro pisteo” que indica una medida de fe, no tiene nada que ver con porcentaje de fe, sino con una capacidad absoluta total y completa que recibe el creyente mediante el nuevo nacimiento por el Espíritu. De modo que todo creyente tiene la fe de Dios absoluta en él, no tiene que pedir fe.

“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”. (Romanos 12:3)
El caso registrado en Lucas donde los discípulos le piden a Jesús que les aumente la fe, no se ajusta a nuestros tiempos ni a nuestra posición, ellos no habían nacido de nuevo estaban en la dispensación de la ley.

“Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe…”. (Lucas 17:5)

¿QUÉ PAPEL JUEGA LA PALABRA EN EL CREYENTE?

La Palabra viene siendo el fundamento, la plataforma y el complemento de la fe, esto indica que mientras más conozco las promesas, bendiciones, legados o herencias que están registradas en la Palabra, más terreno tengo donde caminar y depositar mi fe. Por lo tanto, puedo tener toda la fe del mundo pero si no conozco la Palabra y lo que ella encierra, como fundamento de la fe, de nada me sirve.

Por esta causa alegamos que la fe no viene por la Palabra; la fe se desarrolla y se manifiesta por la Palabra.

El Apóstol Pablo dijo: “Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: creí…”. (2ª Corintio 4:13)

Debemos dejar en claro que la gente del Antiguo Testamento sí necesitaba una palabra para caminar en fe, a ellos sí le producía la fe la Palabra, no habían nacido de nuevo. Ellos debían escuchar una palabra y en obediencia a ella tenían sus acciones en fe.

LA FE NO LA PRODUCE LA PRUEBA

Según el Apóstol Santiago, la prueba no produce fe, ella viene con el fin de derrumbar la fe que has depositado en la Palabra. Lo que sí produce la prueba es paciencia.

Cada vez que tú determines creerle a Dios, vas a tener oposición de parte de las tinieblas, dicho ataque viene con el fin de detenerte en la fe que has depositado en la Palabra y que de este modo no recibas la bendición o no se alcance el objetivo. Por esta causa, es necesaria la paciencia para mantenernos en fe y alcanzar el objetivo de la fe.

A continuación haremos un estudio etimológico del término “paciencia” del griego, para conocer los valores y las propiedades de la paciencia, y la función que tiene como complemento en la fe.

Hupumone: es el carácter que no sucumbe ante cualquier sufrimiento; es firmeza, solidez, estabilidad. Es la consistencia de la fe.

Hupumone: es el poder sobrenatural que Dios añade a la fe con el fin de que no desmayes en la confianza que has depositado en la Palabra, y al permanecer firme recibas lo prometido. Así lo describen las Escrituras.

“Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas”. (Hebreos 6:11.12)

“No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma”. (Hebreos 10:35.39)

Alguien dijo que “lo importante no es tener fe, sino ser sólido en ella”.

Jesús dijo: “Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedís todo lo que queráis, y os será hecho”. (Juan 15:7)

Según Santiago, una vez que tú hayas depositado tu fe en la Palabra y te mantengas en ella por el “Hupumone” (paciencia), formas un carácter, te perfeccionas y pasas a ser cabal.

“sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”. (Santiago 1:3.4)

MAESTRO: JOSE N. BRICEÑO A.

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Comentarios

  1. La fe en el crellente produce obediencia y lo hace con amor

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