LA CRIANZA DE LOS HIJOS PARTE III

LA CRIANZA DE LOS HIJOS PARTE III

NO DESCUIDAR EL SACERDOCIO EN EL HOGAR.

El valor espiritual es un fundamento vital y necesario para conducir a nuestros hijos en una crianza exitosa. De cierta manera, Dios ha encargado a todo padre la responsabilidad de incorporarse en lo absoluto sin tener opciones al rol de la paternidad tal y como lo revelan las Sagradas Escrituras. El ser un verdadero padre es la representación más perfecta de Dios que cualquier hombre puede alcanzar, porque esa es la revelación definitiva de Dios mismo. En realidad todo padre representa a Dios para su familia. Como padre, representamos a Dios ante nuestros hijos de manera correcta o incorrecta, ellos ven a Dios en nosotros. 

Muchas veces nuestros hijos no quieren saber nada de Dios ni del Evangelio por nuestro mal testimonio, por el maltrato, por las decepciones y desilusiones que como padres y Ministros le damos, nos ganamos un mundo para Cristo mientras nuestros hijos se pierden, le dedicamos más tiempo al Ministerio, al trabajo secular, y a la obra del Señor que a nuestro hogar.

Debemos tomar en cuenta que hay momentos que nuestros hijos desean que hagamos un regreso a la etapa de la niñez o a la de la adolescencia y se la dediquemos a ellos, quienes desean compartir, jugar, reír, ir al parque, practicar algún deporte, contarnos algunos chistes. Contarnos sus éxitos sus decepciones y fracasos; sentir el abrazo y el calor de un padre, sentir que tiene a alguien que lo represente. Quieren sentirse seguros y vivir confiados. Ellos quieren ver en nosotros además de un padre: Un amigo, un protector, un benefactor. 

Debemos también entender que ellos a través de nosotros ven a Dios, somos la imagen de Dios para ellos, no los defraudemos…ni los desilusionemos, no le causemos ningún tipo de decepción.

Acuérdate que afuera de nuestros hogares hay un mundo que le ofrece muchas oportunidades, falsas esperanzas, caminos que muchos de ellos no tienen regreso; callejones sin salida que los llevan a la destrucción aferrándolos y envolviéndolos en un mundo de drogas, de alcohol, sexo libre (pornografía).

Fuera de nuestros hogares se van a conseguir con amistades que sin lugar a dudas le van a dedicar el tiempo que no le dedicamos en nuestros hogares, les van a tratar temas en una forma tergiversada que nunca compartimos como padre con ellos. Ten presente, que lo importante no es tener hijos, sino criarlos, amarlos, educarlos, protegerlos, e instruirlos en el amor de Dios; con nuestras palabras y aún con nuestros ejemplos, que ellos puedan sentirse orgulloso de nosotros como padre y por causa de la buena paternidad se sientan realizados, y que nada de lo que el mundo le ofrece pueda tener importancia para ello.

Cumplir con la buena paternidad, siendo: Amorosos, tiernos, comprensibles, atentos, respetuosos, amables, cortes; no provocando ira en ellos, nunca tratarlos con violencia, respetando los derechos que ellos tienen. 

Debemos evitar por todos los medios caer en la autocracia, la imponencia, el despotismo, la obstinación; formando un carácter en ellos en el temor y el honrar a Dios y de esta forma se puedan conducir en la vida. 

En una ocasión un conocido predicador que fue condenado por las autoridades de los Estados Unidos a treinta años de cárcel, recibió la visita de uno de sus hijos, en el momento de la despedida por haber concluido la hora de la visita se dirigió a su hijo y le dijo: “Hijo, lamento que estos sean los momentos más vergonzosos y penosos de toda mi vida, de tener que compartir contigo estando en la cárcel”. 

El hijo le contestó: “papá, pero para mí son los más agradables y felices de mi vida, porque por primera vez desde que eres mi padre me dedicas una hora de tu tiempo para compartir conmigo”.

En otra ocasión, a un estudiante en el área de la sociología le dieron la tarea para elaborar su tesis de grado, él debería de entrevistar a un pariente, y las condiciones que le dieron fue, que no fuera conocido. Este joven le pareció bien escoger a su propio padre, porque en el tiempo que han estado conviviendo, no lo conocía bien, ni tenía un trato formal y continúo con él. 

Leí una reflexión que me enviaron a mi correo electrónico del lamentable caso en la vida del conocido futbolista Brasileño el “rey Pele”. Su hijo fue condenado a prisión por casos ilícitos en relación a la droga. El llorando en gran lamento comento a los medios de comunicación: “Soy reconocido como uno de los mejores futbolista que haya existido en la historia del baloncesto, pero creo que la mejor jugada que debí haber hecho en mi vida no la hice, que es la dedicación y la formación que debí darle a mis hijos”

Como padres cumpliendo el rol del sacerdocio en unísonos, somos llamados a instruir a nuestros hijos en el conocimiento de Dios para que puedan tener en claro cuáles son sus derechos y sus deberes. Las Escrituras dejan mandamiento a los padres a cerca de sus deberes en el asunto cuando dicen: “Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” Proverbios 22:6. 

“9 Por tanto, (hablando Moisés) guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos. 10 El día que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo: Reúneme el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán a sus hijos;…” Deuteronomio4:9.10. 

Por otro lado le da mandamiento a los hijos como un deber que tienen de acatar dichas instrucciones cuando dice: “Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre; Porque adorno de gracia serán a tu cabeza Y collares a tu cuello” Proverbios 1:8.9.

Es tanto el interés de Dios a cerca de nuestro deber como padres y sacerdotes en el hogar concerniente a la instrucción de nuestros hijos, que el mismo incluyo un mandamiento a los hijos cuando le dio a Moisés los diez mandamientos en el monte Sinaí. 

“Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da” Deuteronomio 20:12. 

Por igual dejo mandamiento en forma recíproca tanto al padre y a los hijos concernientes a la formación y la corrección en el hogar.

“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criarlos en disciplina y amonestación del Señor” Efesios 6:1.4. 

Esto que estoy escribiendo en relación a los padres en proporción a la crianza de los hijos, lo hago con mucha propiedad. Fui un niño abandonado por mi madre a la edad de cinco años, y rechazado por mi padre desde el vientre de mi madre. A los siete años me consiguió mi abuela materna, el cual me dio la crianza en lo que pudo. Pase hambre, desnudes, desprecios de la familia, enfermedades, maltratos, abusos, soledades, temores, desilusiones; y pare usted de contar. 

Cuando mi padre murió estuve presente en el velatorio, y me pare al frente del féretro y lloraba mucho me preguntaba en medio del llanto: “porque cuando más te necesite nunca estuviste” A mí me costó entender a Dios como padre porque no tuve padre, Dios se me tuvo que revelar e iluminar como lo tal para enseñarme hacer padre. 

Es lamentable decirlo, que las cárceles, los hospitales, los manicomios, los orfanatos, los cementerios, y las calles; están llenos de hijos que fueron abandonados por sus padre, o fueron engendrados fuera del seno familiar criándose como bastardos. Por otro lado, hijos que en su defecto tuvieron la presencia de un padre pero sufrieron la ausencia, porque nunca les dedicaron tiempo, y de paso sufrieron el maltrato. Este fue en parte mi triste caso, a Dios gracia que en medio de todo estos desajustes Él me guardo para su propósito eterno, usando como instrumento a una anciana.

Mi consejo como Maestro y con una gran experiencia es, que no abandones a tus hijos por nada del mundo, y si lo has hecho ve en busca de ellos.

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