TRES TÓPICOS VOY A TRATAR EN ESTA OPORTUNIDAD, QUE SON: 

1º) LA AUTORIDAD Y EL PODER DEL NOMBRE DE JESÚS- 
2º) SUPUESTAS POSESIONES DE DEMONIOS EN LOS CRISTIANOS- 
3º) Y LAS SUPUESTAS MALDICIONES GENERACIONALES. 


LA AUTORIDAD Y PODER DEL NOMBRE DE JESÚS. 

¿En qué radica la Autoridad  y el poder del Nombre de Jesús?

Para dar una respuesta acertada debemos hacer una semántica de los términos que se utilizan para referirse al nombre.

El término griego “Onoma” tiene dos significados y dos aplicaciones:

1º) Se utiliza en general del nombre con el que se nombra o se le hace el llamado a una persona, o para identificar a objetos y cosa.

Ejemplos: Marcos 3:16.17; 14:32. Lucas 1:5.

2º) En su otro significado, el nombre representa el título y la dignidad de una persona.

En el caso de Jesús, la autoridad del nombre no está en expresar las siglas “Jesús”, llames como lo llames, y expreses como lo expreses, sino se te ha sido iluminado la posesión y posición que Jesús obtuvo por su muerte y resurrección, el cómo expreses el término Jesús, no te sirve de nada; sea que digas: Yeshua- chices- Chucho- Isoús- Joshua- Gesú- Lezuz- Lisus- Yesú- Jesus- Reitero como lo digas en sus diferentes idiomas de nada te sirve. 

Debemos estar persuadidos de esta verdad, que El poder del nombre está en la posición y posesión que este hombre llamado Jesús obtuvo por su obediencia y su estado de humillación. 

Aplicado a nosotros como creyentes, el poder del nombre está en que se nos pueda revelar y podamos entender y aceptar: la autoridad, el carácter, el rango, la majestad, el poder, la excelencia la posición y posesión que Jesús adquirió por causa de su exaltación por haberse humillado (Filipenses 2:9), y que fueron transferidas al creyente por el pacto de sangre.

Si como creyente no conozco los incidentes que se dieron en la cruz por el misterio del cambio, tales como: Redención, remisión, y propiciación; y que tales incidentes trajeron como resultado la regeneración, que de ella emanó la justicia y la vida de Dios a mi llevándome a ser su hijo, y por causa de dicha relación pase a ser coheredero, y por la heredad se me fueron transferido por pacto de sangre toda la autoridad, el carácter, el rango, la majestad, el poder, la excelencia la posición y posesión, de más está el pronunciar el nombre de Jesús dígalo como lo digas, en el idioma que quieras. 

En el libro de los Hechos, tenemos un ejemplo acerca de la autoridad del nombre de Jesús. Es el caso de unos exorcistas que trataron de tomar la autoridad del nombre de Jesús sin ser constituidos, ni regenerados, no eran hijos de Dios, no eran herederos de los beneficios del nuevo pacto. Los exorcistas conjuraron a los demonios en el nombre del Jesús que profesa Pablo, los demonios dijeron “a Jesús conocemos y sabemos quién es Pablo, pero quiénes son ustedes”. (Hechos 19:13.16).

Si analizamos bien el texto, los demonios lo que quisieron decir fue: “Conocemos la posición y posesión que Jesús y Pablo tienen y a quien representan, pero ¿quiénes son ustedes?”, en otras palabras “¿quién los llamó y constituyó para ejercer autoridad en el nombre de Jesús. 

Por causa de ellos no haber sido regenerados, constituidos, ni herederos de los beneficios del nuevo pacto; no podían ni debían ejercer autoridad; ignoraron los derechos y los deberes de la autoridad en relación al nombre. Esto les trajo graves resultados: salieron desnudos, lo que equivale a un despojo, heridos, totalmente derrotados. Mi consejo como maestro es: No trates de ejercer autoridad en el nombre de Jesús sino se te ha iluminado las verdades y propiedades del nombre.

Cuando Jesús dijo: “Todo lo que pidieres en mi nombre”, lo que quiso decir fue: “Todo lo que pidieres en mi autoridad, rango, majestad, poder, excelencia, posición y posesión, yo te lo daré, porque me llevas a mí como representante legal” (Juan 14:13; 15:16; 16:23).

Y al mencionar: “En mi nombre echarán fuera demonios…”, lo que quiso decir fue: bajo mi autoridad, rango, majestad, poder, excelencia, posición y posesión; que les ha sido transferido, por causa del pacto de sangre, echarán fuera demonios.

El pasaje citado en Filipenses 2:9.11 en una forma parafraseada lo que quiere decir es lo siguiente: “Y le dio un nombre (autoridad, rango, majestad, poder, excelencia, posición y posesión que todo esto indica un señorío), que es sobre todo nombre (autoridad, rango, majestad, poder, excelencia, señorío), para que en el nombre que se le dio a Jesús, (es decir, para que en la autoridad, rango, majestad, poder, excelencia, señorío), se doble toda rodilla… Y toda lengua confiese que Jesucristo es el SEÑOR - del griego (“Kirios”) - para la gloria de Dios Padre”.

Nota: Haciendo una síntesis del desarrollo, el nombre al cual se refiere Filipenses es al Señorío que Jesús recibió, que indica su posición y posesión.

Cabe resaltar, que la médula o la realidad central de toda esta verdades que acabo de presentar en relación a la nombre, está en que como heredero de los beneficios del Reino de Dios, camine en los principios de dicho Reino. De nada me sirve el que adquiera todo el conocimiento en relación a los incidentes que se dieron en la cruz por el misterio del cambio que son: Redención-remisión- propiciación; el que sea heredero de los beneficios de la regeneración, sino camino en una vida de sumisión, sujeción, obediencia; que es relativo a una vida de santidad total. La vida de lealtad ante Dios es un principio inalterable para operar en las dimensiones del Reino apropiándome del nombre de Jesús. Reitero: Diga como lo diga, y exprese como exprese el nombre, aun en diferentes idiomas, si la lealtad y el honor hacia Dios no están por delante de nada nos sirve el pronunciar el nombre. 

SUPUESTA POSESIONES DE DEMONIOS EN LOS CRISTIANOS.


En ninguna parte las Escrituras afirman que un cristiano nacido de nuevo, que es propiedad de Dios y templo del Espíritu Santo, puede ser posesionado por demonios. El caso que Jesús presenta en Mateo 12:43.45, cuando hace referencia al espíritu inmundo, no se refiere al creyente, ya que la Iglesia no existía cuando ocurrió ese evento. 

En este pasaje de las Escrituras, Jesús se está refiriendo al estado postrero de inmundicia en el que caería la Nación de Israel a causa de la ausencia de su Ministerio. ¿Cómo lo sabemos? Al terminar Jesús la narración del espíritu inmundo que sale del hombre y vuelve, expresa “…Así también acontecerá a esta mala generación”.

La Biblia dice que nosotros como creyentes somos templo, habitación, casa de Dios y morada del Espíritu Santo. Decir que un demonio puede posesionar a un creyente, es estar en total contraste con los valores y las propiedades que tienen y encierran los términos “Morada” y “Templo” desde un punto de vista etimológico. Pasemos a definir cada uno de ellos para una mayor comprensión del asunto:

Morada: Viene del verbo “Oikeo”, derivado de “Oikos” que indica casa o habitación. 

El término “Oikeo” que Pablo utilizó para referirse al Espíritu Santo como el morador, tiene que ver no sólo con el que habita, sino con el dueño o propietario de la morada. Esto hace entender desde el punto de vista etimológico, que el Espíritu Santo no sólo vino a morar en el creyente, sino que es Dueño y Señor absoluto de la morada (1ª Corintios 3:16. Efesios 2:22. Santiago 4:5).

Templo: Esta palabra se deriva del griego “Naos” y fue utilizado en el Antiguo Testamento para hacer referencia al Lugar Santísimo, el Santuario donde se encontraba el Arca del Pacto (Levítico 16:15.16).

Pablo hace uso de este término, para hacer referencia de nosotros como templo, casa de Dios y morada del Espíritu Santo (1ª Corintios 3:16. 2ª Corintios 6:16. Efesios 2:21.22. Santiago 4:5). 

Si un demonio mora o posesiona a un creyente, tal acción se catalogaría como un tipo de profanación. Pablo, en 2ª Corintios 6:16.18, dice: 
“… ¿y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?, porque vosotros sois el templo del Dios viviente,…”

Si retrocedemos unos versículos, específicamente al 14 y 15 del capítulo referido anteriormente, hallaremos un principio en el que se da un contraste total, el verso dice: “… ¿y qué comunión hay entre la luz y las tinieblas?”.

Nunca podrá haber tinieblas donde hay luz; las tinieblas no prevalecerán ante la luz (Juan 1:5). 

El verso siguiente dice: “… ¿y qué concordia Cristo con Belial?”.
El término “Concordia” viene del griego “Symphonesis”, de donde se deriva el castellano “sinfonía”, “sinfónico” que indica armonía, al unísono, en total tonalidad.

La “Symphonesis” tiene que ver con el acuerdo, con concertar, convenir, con lo común. Jamás estas características se podrán dar entre Cristo, como representante del Reino de la Luz, y Belial (Satanás), como representante del reino de las tinieblas.

Según lo que hemos analizado, un creyente jamás podrá ser posesionado por un demonio; puede ser influenciado, pero no posesionado. 

Debemos aclarar que una influencia puede presentar rasgos como una posesión, y es allí donde está el engaño y la confusión de Satanás. Fácilmente una persona puede vomitar, expresar palabras, hacer ciertos gestos y no estar posesionada, sino influenciada. 

La diferencia entre una posesión e influencia, es que en la posesión la persona pierde el conocimiento, en la influencia no.
El caso presentado en Mateo 16:23 y Marcos 8:33 que narra el episodio en el cual Jesús le dijo a Pedro: “Quítate delante de mí, Satanás; me eres tropiezo”, está muy aislado de la realidad de la Iglesia y tampoco se ajusta a ella.

El término Satanás etimológicamente significa adversario, alguien que lleva la contraria. Éste pudo haber sido el sentido que Jesús le dio al momento, no indicando que Satanás entró en Pedro, sino que Pedro se movió en una característica de Satanás, tratando de llevarle la contraria. En un supuesto que sea lo contrario y Satanás sí entró en Pedro, él no había nacido de nuevo, ni había sido redimido de pecado, ni era templo del Espíritu Santo.

En conclusión, debemos descartar por completo la posesión de demonios entre los cristianos.

MALDICIONES ANCESTRALES O GENERACIONALES. 

La enseñanza principal de la doctrina que se denomina maldiciones ancestrales, está en que las cosas malas que nos suceden son consecuencia de los pecados de nuestros antepasados; una lista de cosas adversas se debe a maldiciones que nos llegaron simplemente por haber venido de una familia cuyo árbol genealógico fue infectado por la iniquidad. Según esta enseñanza, el árbol familiar de cualquier persona puede ser maldecido por el pecado de uno de sus miembros, es decir, alguien en un árbol familiar comienza la maldición por medio de la desobediencia.

La clave principal de esta doctrina se encuentra centrada en la palabra “Iniquidad”. Según ellos, este término es una referencia a pecados graves y enraizados que atan a las personas aún después de convertirse. Estas iniquidades son identificadas como ataduras heredades de los antepasados. Lo que más me llama la atención es que los cristianos después de ser convertidos y lavados por la sangre de Cristo son expuestos a dichas maldiciones y que para salir de ellas le es necesario pasar por una sesión, para renunciar a dichas iniquidades.

El principal método de limpieza en contra de las maldiciones generacionales es la de descubrir y quebrantar por medio de la repetición de oraciones.

En segundo lugar, para que la diagnosis sea descubierta se debe acudir única y exclusivamente a alguien que tenga un ministerio de liberación. Son los únicos -según ellos- que te pueden evaluar, nadie más lo puede hacer, ya que esto es como una especie de especialidad.

En tercer lugar, es necesario que la persona que va a ser tratada deba traer un antecedente de iniquidades cometidas por sus ancestros. Mi pregunta sería: ¿Qué pasaría si la persona fue adoptada y no conoce su familia natural, Vivirá todo el tiempo con esas maldiciones?

Otro de los graves errores de esta doctrina y de los que la enseñan, es que los pasajes que utilizan son totalmente tergiversados y sacados del contexto. Por ejemplo: Éxodo 20:5; 34:7.

Éxodo 20:5: “No te inclinarás a ellas ni las honraras; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos, hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen”.

Éxodo 34:7: “…Que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación”.

Lo primero que debemos tener claro es que el término en hebreo que se utilizó en Éxodo 20:5, para referirse a la maldad, es el mismo que se usó en Éxodo 34:7 para hacer referencia a la iniquidad.

Lo segundo es que visitar la maldad o la iniquidad significa que el castigo severo de parte de Dios pasaría de generación en generación por causa del pecado transferido a las generaciones, y que por causa del pecado transferido por un patrón de conducta los tales aborrecen a Dios. Es decir, la visita de Dios viene sobre los que continuaban apartados de Él. Cuando alguien se arrepentía y renunciaba al pecado o iniquidad, al no seguir los pasos de sus antepasados, entonces la bendición de Dios estaba disponible “…Hasta mil generaciones” (Éxodo 20:6). 

Según lo que hemos analizado dichas iniquidades es un problema de conducta que se aprende y no es algo genético que se hereda; la conducta externa de los padres tiene influencia sobre los hijos. Sin duda, el ejemplo bueno o malo de los padres afecta a los hijos; pero eso está muy lejos de decir que los pecados e iniquidades son heredados o traspasados por una vía genética o reproductiva; lo que sí es transferible desde el punto de vista genético son las enfermedades, lo cual ha sido demostrado por la ciencia, pero esa es una maldición que se quebrantó en la cruz, por causa del pacto de sangre; yo no soy heredero de mamá y papá, yo soy heredero de Dios y coheredero en Cristo Jesús, y la sanidad es una herencia de la cual puedo disfrutar. Según el Profeta Isaías ya Dios en Cristo mediante el Espíritu Santo se llevo mis iniquidades. “…por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos”. (Isaías 53:11).
Si Jesús llevó mis pecados y mis iniquidades, entonces ¿a qué tengo que renunciar? ¿Podrá un hombre complementar lo que Jesús hizo por completo en la cruz?

Por otra parte hay que entender que por causa del nuevo pacto que se dio en Jesús, los hijos quedaron libres de las consecuencias que pudieran venir por causa de la desobediencia de los padres, de esta forma lo revela el Profeta Jeremías.

He aquí, vienen días—declara el SEÑOR—en que sembraré la casa de Israel y la casa de Judá de simiente de hombre y de simiente de animal. Y como velé sobre ellos para arrancar y para derribar, para derrocar, para destruir y para traer calamidad, así velaré sobre ellos para edificar y para plantar declara el SEÑOR. En aquellos días no dirán más: “Los padres comieron uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen dentera”, sino que cada cual por su propia iniquidad morirá; los dientes de todo hombre que coma uvas agrias tendrán dentera. Jeremías 31:27.30.

En conclusión, la Biblia y muy específicamente en todo el Nuevo Testamento, no nos ofrece indicativo alguno -ni por ejemplo, ni por orden, ni por advertencia, ni por implicación- de que los cristianos nacidos de nuevo han estado están o estarán alguna vez bajo el poder de alguna maldición. Por lo tanto, se debe rechazar tal idea y doctrina, y considerarla como falsa, los Apóstoles que fueron seguidores de la doctrina de Cristo estuvieron en sus enseñanzas en total contraste con dicha doctrina. Pablo, en Colosenses dice: “Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”. Colosenses 1:12.14.

NOTA: Anexo un link para que te conectes con You Tube y veas el Video del estudio que tiene relación con el escrito. Favor comparte con todo el que puedas este estudio, de nada haces con afirmar que te gustó, sino lo compartes. ///Bendiciones///



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